Una práctica aplicada en la estrategia de colonización de los territorios invadidos fue aquella de enviar a las colonias personas que cumplían alguna pena impuesta por el sistema de justicia imperial; igual desterraban a esas tierras de ultramar a reos por delitos comunes, que a perseguidos por sus ideas políticas, religiosas, científicas, artísticas, consideradas proscritas por las monarquías; también a quienes estuviesen endeudados con algún señor que cobraba esclavizando a la víctima (engagé, le decían en francés, eufemísticamente "voluntario", "comprometido"), y hasta por discriminación interétnica y de clanes.
Esta referencia historiográfica no roza siquiera a los venezolanos secuestrados en El Salvador por órdenes de Trump y sumisa complicidad de Bukele, porque ni son reos de delito alguno, ni preceden juicios ni sentencias que los condenasen; al contrario, tribunales estadounidenses se han pronunciado contra la extravagante medida del gobierno: ninguna voz en los organismos multilaterales y ONGs ultrademocráticas se ha levantado para acusar la transgresión a la sacrosanta separación, independencia y colaboración respetuosa entre los poderes públicos.
Pero hemos traído al debate esa práctica colonialista, para puntualizar que estamos en presencia de un retrógrado proceso de reproducción de aquellos sistemas de bestial opresión que suponíamos superados por la humanidad.
El otro elemento del colonialismo que se concatena con lo anterior, es el uso de cipayos, es decir, soldados locales de la colonia que actuaban contra su propio pueblo a las órdenes del régimen invasor (muy típico del colonialismo inglés en la India). Esta conducta, corresponde a la actitud servil, de máxima subordinación en lo tocante al espíritu rastrero, que se define con la palabra lacayo.
Maldición de Malinche se cantó en Nuestra América con Gabino Palomares y Amparo Ochoa para describir este comportamiento.
Lacayismo extremo que los fascistas con cédula venezolana vienen padeciendo hace dos décadas: "Ese problema migratorio, que ya es un problema de la región, se ve acompañado por otros problemas como crimen organizado, militarismo, paramilitarismo, tráfico de drogas, incluso el tema del terrorismo. De tal manera que Venezuela hoy es el foco de la inestabilidad y de todo lo que significa la degradación social, que puede ser una enfermedad contagiosa en toda América Latina." (abril de 2017: Julio Borges, promotor de las "sanciones" y coyote de la migración masiva, beneficiario del robo de activos nacionales en el exterior).
La vocera del fascismo subordinado al imperialismo gringo, María Machado, apoya descaradamente el trato degradante dado a los venezolanos diciendo "que es un mensaje poderoso contra quienes atentan contra la seguridad de Estados Unidos". (Malinchismo elevado a la enésima potencia cuando "n" tiende a infinito)
Trump y Marcos Rubio han apelado a una fantasmal Ley sobre Enemigos Extranjeros del 6 de julio de 1798, cuando ese país era una franja atlántica que medía la quinta parte del territorio que hoy ostenta; pero, siendo inaudito que se pretenda darle un carácter extraterritorial a esta cosa caduca, la misma sería inaplicable porque no están presentes los supuestos que en su propio texto expone para ser invocada: "cuando haya una guerra declarada entre los Estados Unidos y cualquier nación o gobierno extranjero, o si se perpetra, intenta o amenaza una invasión o incursión depredadora contra el territorio de los Estados Unidos por parte de cualquier nación o gobierno extranjero, y el Presidente de los Estados Unidos haga una proclamación pública del evento, todos los nativos, ciudadanos, residentes o súbditos de la nación o gobierno hostil, siendo varones de catorce años en adelante, que se encuentren dentro de los Estados Unidos y no estén naturalizados, serán susceptibles de ser aprehendidos, retenidos, asegurados y expulsados como enemigos extranjeros."
¿O será esta la confesión de parte del gobierno de Estados Unidos de que en verdad le está haciendo la guerra a Venezuela, hecho que hemos denunciado reiteradamente como guerra híbrida y que ciertas opiniones frígidas creen una exageración?
No han bastado más de mil medidas coercitivas unilaterales atentatorias contra nuestra soberanía y dañinas a nuestra población; la más reciente, un arancel punitivo a nivel planetario al petróleo y otros bienes exportados por Venezuela.
Estarían cayéndose las caretas de quienes han sido silentes testigos de estos desmanes, y poniéndose en evidencia la complicidad de los que voltean la mirada. (¿Les suena: cuando vinieron por los venezolanos no dijimos nada…?)
Bukele ha asumido su condición de alcaide de una factoría neocolonial que remeda los métodos brutales del viejo colonialismo, y los sucesos abominables de Abu Ghraib y la base de Guantánamo, que usurpa e infesta Estados Unidos en el sagrado suelo cubano.
El Estatuto de Roma califica en su Artículo 7° estos crímenes de lesa humanidad como los actos que se cometan "como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil: deportación o traslado forzoso de población; encarcelación u otra privación grave de la libertad física en violación de normas fundamentales de derecho internacional; tortura; persecución de un grupo o colectividad con identidad propia fundada en motivos políticos, raciales, nacionales, étnicos, culturales, religiosos, de género… desaparición forzada de personas."
Muchas voces se han levantado contra esta violación horrenda a la dignidad humana. El 25 de marzo se realizó una jornada mundial de solidaridad con la Revolución Bolivariana y nuestros migrantes criminalizados injustamente. Los culpables de estos crímenes de lesa humanidad están siendo juzgados por la ciudadanía decente de todas las naciones. Y la historia nunca los absolverá.
El Pueblo y Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela jamás abandonaremos a nuestros compatriotas. El Presidente Nicolás Maduro es el único en el mundo con un plan sistemático e integral de Vuelta a la Patria. Daremos la pelea legal, diplomática y política hasta lograr este objetivo supremo, de honor, de justicia. ¡Lo juramos! ¡Y venceremos!