Juan José Caldera y el ataque a Monseñor Ocando Yamarte

No es de extrañar que hijo de ladrón salga delincuente. Juan José Caldera, hijo del octogenario Rafael Caldera, y a quien ahora le ha dado por imitar en el hemicilclo de la Asamblea Nacional las malcriadeces de Mike Tyson, salió tan crápula como su anciano padre. En veinte y pico de años jamás se había quitado la corbata. Claro, durante la era puntofijista AD y Copei dirimían sus diferencias parlamentarias al calor de unas cuantas cajas de whiskey, ya fuese en casa de su padre o en la del gocho cleptómano. He ahí el etílico detalle. Ahora, cuando tienen que fajarse a legislar como lo exige cualquier parlamento del mundo, se encuentran en minusvalía ante verdaderos asambleístas como Tarek W. Saab, William Lara, Nicolás Maduro o Iris Varela, por mencionar sólo algunos, ya que cualquiera de los Diputados del Bloque del Cambio supera con creces a “Tyson” Caldera junior.

Monseñor Ocando Yamarte, hombre honesto y dedicado por completo a realizar obras benéficas en pro de la comunidad zuliana, ejerció durante más de 15 años la presidencia de los Niños Cantores del Zulia, pero eso estaba a punto de cambiar. Uno de los proyectos más importantes de MOY era la televisora Niños Cantores Televisión (NCTV). Las gestiones para constituir la televisora se llevaron a cabo durante el desdichado quinquenio de Jaime Lusinchi. Éste no veía con agrado poner en manos de Monseñor una estación de televisión, ya que conocía de la rectitud de aquél y temía no poder evitar que se hicieran del conocimiento público cualquiera de sus arbitrariedades. Lusinchi hizo todo cuanto estuvo a su alcance para impedir que el proyecto de Ocando Yamarte llegara a feliz término. Para tan “noble” labor utilizó a Carmelo Lauría quien para ese entonces era diputado por el Zulia. No obstante, Lauría tuvo que resignarse y NCTV salió al aire. A Lusinchi se le acabaron sus días como de Presidente y llegó el retrógrado segundo quinquenio de Rafael Caldera de la mano de Convergencia y aquella barahúnda de minipartidos denominados “chiripero”. Días antes de las elecciones MOY entrevistó en el programa Ángulos al ex Arzobispo de Maracaibo, Domingo Roa Pérez, éste habló de su temor por el apoyo que los partidos comunistas venezolanos le habían dado a Caldera y se mostró un tanto preocupado porque se fuera a entrar en un gobierno de tendencia comunista. Esto molestó enormemente a Rafael Caldera, quien juró vengarse. Para ese entonces Roa Pérez era ya un hombre de más de setenta y cinco años, así que el octogenario ex Presidente, una vez instalado en Miraflores, dirigió su ataque contra MOY.

El método empleado por Caldera para sacar de Niños Cantores a OY fue sutil, pero despiadado. Su primer movimiento lo ejecutó lejos de Venezuela, en Roma. La ocasión que se le presentó a Caldera cuando visitó el Vaticano para invitar al Papa a que viniera a Venezuela. Se comenta que le pidió a Su Santidad el arzobispado de Caracas para Monseñor Ovidio Pérez Morales, quien era su amigo personal. El Vaticano optó, sin embargo, por el difunto Ignacio Velasco para el nombramiento de Arzobispo de Caracas y luego, como ya conocemos, para Cardenal. Rafael Caldera se vio forzado entonces a optar por subterfugios menos sutiles, poco a poco los sacerdotes que hacían vida pastoral en el Zulia fueron siendo removidos de sus lugares con el propósito de socavar las bases de apoyo que ellos representaban para la gestión de OY en Maracaibo. Pero los misteriosos caminos de Dios parecen haberse interpuesto a las sucias maniobras del “archidemocrático” Rafael Caldera. Un periodista de NCTV realizó un programa donde mencionó que el senador Juan José Caldera había utilizado sus influencias para otorgarle unas concesiones para la explotación de una mina de carbón en la isla San Bernardo a varios miembros de su familia. Esto fue hábilmente manejado por JJC –seguramente que azuzado por su octogenario padre- para implicar a MOY en el caso y sacarlo de NCTV. El periodista que hiciera el reportaje llegó incluso a ofrecerle el derecho a réplica a JJC, pero éste se negó y procedió a acusarlo por difamación e injuria. Posteriormente, en una demostración asquerosamente oprobiosa JJC acusó también a MOY de haber maquinado todo y pidió al Juez que llevaba el caso que citara a Ocando Yamarte a declarar. MOY declaró y salió librado de las patrañas de Tyson Caldera. El diputado boxeador terminó por perder el juicio, como era de esperarse. Pero la salida de MOY de NCTV ya había sido decretada. Faltando 10 días para que la televisora zuliana celebrara su cumpleaños, Monseñor Ovidio Pérez Morales, sentado en la silla de MOY en NCTV, le notificó al pueblo zuliano la salida de Ocando Yamarte de la televisora. Como ven, al final la amistad se impuso y el puntofijismo volvía a hundir sus aviesos colmillos no sólo sobre MOY, sino también sobre el pueblo del Zulia. Esa es la forma de gobernar de sujetos como JJC y su senil padre. Sí a Monseñor Ocando Yamarte se le hubiese ocurrido respaldar un frustrado golpe de estado contra Rafael Caldera, estoy casi seguro de que hubiese sido encarcelado en el acto y seguramente que hoy en día sería otro de los miles de desaparecidos de la era puntofijista.

También podemos apreciar que la manía anticomunista no es nada nuevo en Venezuela. Tan ridícula paranoia tiene sus orígenes principalmente en EE UU donde Edgar J. Hoover enajenó la mente de los yanquis con sus patrañas, llevando su animadversión a extremos verdaderamente enfermizos. Pero al final de su vida se descubrió que el padre creador del FBI era homosexual y tenía nexos con la mafia de Chicago, todo fue un burdo manejo mediático para esconder sus propias fechorías. Esos complejos anticomunistas llegaron hasta nosotros, quienes tenemos la mala costumbre de copiarnos todo cuanto viene de ese “arcidemocrático” país.

Post Data: Hoy podemos apreciar a Monseñor Ocando Yamarte transmitir tranquilamente sus programas a través del nuevo Canal 8. Esa es la diferencia fundamental entre los gobiernos puntofijistas y la Revolución Bolivariana liderizada por Hugo Rafael Chávez Frías.Eso es lo que a ellos les duele. A Juan José Caldera le espera la misma suerte que al malcrido de Mike Tyson: "El repudio público"


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Henry Boscán


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