En apenas nueve años el país nacional ha experimentado cambios radicales que algunos se empeñan en desconocer antidemocráticamente. Se trata de los mismos detractores de la nueva constitución, quienes hoy la catalogan con su cara bien lavada, como una de las mejores del mundo. Tramaron el fallido golpe de abril para luego salir al ruedo con la “genial” idea del sabotaje petrolero y dejar así abonadas las victorias electorales del revocatorio y la reelección presidencial. Con cada derrota renunciaron a una importante cuota de poder que inevitablemente regresó al pueblo, su dueño originario.
Variados actores socioeconómicos intentaron infructuosamente llenar el vacío dejado por la crisis terminal del liderazgo político tradicional del siglo pasado. Medios privados de comunicación, elites del “conocimiento” excluyente, viejas cúpulas del poder económico, militar y eclesiástico, entraron en el campo de la aventura hasta caer en una espiral suicida de la que no les será fácil salir.
El señor Granier, no conforme con destruir el poderoso grupo económico al que pertenece su cónyuge, arrastra a Globovisión y otras empresas por los mismos derroteros, tal como indican las últimas mediciones de audiencia, donde se lee entrelíneas el hastío del público por esta estrategia autodestructiva. Los herederos de El Nacional y El Universal, otrora emporios del cuarto poder, cedieron mansamente a otros medios, entre los que destaca el diario Ultimas Noticias, el liderazgo conquistado por sus fundadores a lo largo de décadas de trabajo. El capricho de falsos empresarios transformó antiguos medios en centros de operación política, lo que le ha costado caro al periodismo, a la opinión pública y a los accionistas.
“Expertos” economistas se empeñan en seguir recetando cartillas neoliberales, obviando ex profeso que la oferta socialista del candidato hoy presidente, fue avalada a la luz pública por 7.300.000 votantes.
De un tiempo para acá algunos empresarios de la cadena alimenticia se han dedicado a sabotear la economía y si bien es cierto que han causado serias molestias al consumidor con el acaparamiento político/especulativo, no lo es menos que han perdido y dejado de ganar ingentes sumas de dinero por estar de espaldas a la expansión de la demanda que ahora son incapaces de satisfacer.
La fe católica cede aceleradamente terreno y feligreses a otras iglesias, gracias al proselitismo político en que están empeñados sus máximos jerarcas locales, al tiempo que el Papa pega el grito al cielo por el auge del Islam en todo el planeta.
Sin embargo Fedecámaras, nuestra cúpula empresarial capitalista, parece reaccionar positivamente ante estos incontrovertibles indicadores. La mayoría de sus integrantes ha elegido recientemente a un nuevo presidente que habla de reconciliación nacional, de incorporación del empresariado al desarrollo económico, proponiendo nada menos que esperar a conocer el proyecto presidencial de reforma constitucional antes de opinar al respecto.
Está por verse si ésta nueva fe de vida que anuncia la mayoría de Fedecámaras, será capaz de sobrevivir a los escollos sembrados por algunos de sus miembros, al parecer chavistas, empeñados en destruir al sector capitalista de la economía nacional.
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