Según Heinz Dieterich, Hugo Chávez Frías debería negociar con Baduel. Es decir se abriría un juego marcado por la ironía y el cinismo donde quien le salvó la vida al Presidente y a Venezuela de un golpe de estado hace cuatro años ahora sería el interlocutor de quienes enfrentó. De alguna manera este intelectual, que otrora admiráramos, se convertiría en ideólogo del efecto Baduel. Vergüenza para él que su capacidad intelectual la ponga al servicio de quienes no tienen nada que ofrecer luego que echaron por la borda precisamente lo único con lo cual se cuenta en realidad en una verdadera revolución: la dignidad y la coherencia entre lo que se dice, lo que se piensa y lo que se hace.
Es impresionante cómo se puede tratar de manera tan frívola algo tan serio y tan obvio, por demás. Todavía hay quienes creen que la Revolución es como la Bolsa donde lo que invierto debe tener dividendos. Es decir Baduel vendría ahora a cobrar por su acción, con creces, pero ahora desde la acera de enfrente. Pero lo peor es que alguien que uno suponía estaba siguiendo el hilo de esta Revolución y entendía la propuesta del Socialismo del Siglo XXI se atreva a ser interlocutor de tamaña proposición supuestamente “para impedir el colapso del proyecto popular”, invitación que ofende a la inteligencia del pueblo venezolano que no está esperando la aprobación de la Reforma para desde ya ir construyendo formas socialistas de producción y organización social, y ha entendido perfectamente que es sujeto y no objeto.
Como en un final feliz, al estilo hollywoodense, propone un nuevo pacto para “que la oligarquía y el imperialismo no puedan adjudicarse otro triunfo estratégico en la Patria Grande”, pero no contextualiza como cualquier analista que se respete debe hacerlo, la decisión de Baduel de enfrentar el poder que el Presidente Chávez se ha ganado en buena lid en el seno del pueblo debido a su extraordinaria perseverancia a favor de sus intereses, dentro de la conspiración política, económica y militar que se pretende desarrollar y la crisis que vive el imperio en estos momentos.
Lo que olvida Dieterich es que lo único que puede impedir el colapso del proyecto popular, como él denomina a nuestra Revolución Bolivariana, es la unidad férrea entre el Presidente Chávez y el pueblo de Venezuela, es el ejercicio pleno del poder constituyente, el cambio de aquella mentalidad de la IV República donde eran las élites las ungidas para tomar las decisiones en lugar de las mayorías. Es aceptar que es la hora de los más humildes, de los que nunca tuvieron voz, de las verdaderas revoluciones.