En la extraordinaria novela de Gabriel García Márquez, El Coronel No Tiene Quien Le Escriba , tiene un extraño final:
—Qué se puede hacer si no se puede vender nada —repitió la mujer.
—Entonces ya será veinte de enero —dijo el coronel, perfectamente consciente—. El veinte por
ciento lo pagan esa misma tarde.
—Si el gallo gana —dijo la mujer—. Pero si pierde. No se te ha ocurrido que el gallo puede perder.
—Es un gallo que no puede perder.
—Pero suponte que pierda.
—Todavía faltan cuarenta y cinco días para empezar a pensar en eso —dijo el coronel.
La mujer se desesperó.
—Y mientras tanto qué comemos —preguntó, y agarró al coronel por el cuello de la franela. Lo
sacudió con energía—. Dime, qué comemos.
El coronel necesitó setenta y cinco años —los setenta y cinco años de su vida, minuto a minuto—
para llegar a ese instante. Se sintió puro, explícito, invencible, en el momento de responder.
— Mierda.
Esta es una Oda a la mierda como concepto, una descripción extraordinaria de un genio de la Literatura como García Márquez, si analizamos este final que representa para mi, tan sólo un principio, un mensaje, una enseñanza. La mujer de la historia, la que pregunta, la que exige, hace preguntas que conoce de antemano su respuesta o por lo menos la intuye, —Qué se puede hacer si no se puede vender nada — la primera pregunta y las que le siguen indican no sólo la realidad palpable, de la mujer, pero también una actitud de derrota anticipada, ¿se puede construir una vida desecha de ese modo?
—Si el gallo gana —dijo la mujer—. Pero si pierde. No se te ha ocurrido que el gallo puede perder-.
Una pregunta valedera, lógica, pero aparece una respuesta sabia, la del Coronel que dice:
—Es un gallo que no puede perder. Es la respuesta revolucionaria, ¿cómo se va a construir un país, con esa clase de actitud? Es tan grande su pesimismo y derrota que la mujer insiste —Pero suponte que pierda- A preguntas necias, respuestas sabias, la del Coronel, —Todavía faltan cuarenta y cinco días para empezar a pensar en eso — Vivamos el presente parece decir el Coronel, no se ha perdido la guerra, se debe construir una actitud positiva, esa es la lucha diaria, no se deben anticipar batallas ni situaciones futuras que no han comenzado. —Y mientras tanto qué comemos — pregunta la mujer ¿Acaso que la vida es sólo comida, incluso los profetas de la antigüedad hablaron de eso, de la necesidad de “ser” y no tan sólo de “tener”. Esa grandeza, ese espíritu de fuerza, de optimismo, la respuesta del Coronel , es lo que se debe mantener en Venezuela en estos momentos. Los Medios de Comunicación Venezolanos nos inyectaron pesimismo, miedo y odio. Lo pudimos observar, las cargas diarias tanto por televisión como por prensa nacional dieron su resultado. Son las clásicas preguntas de la mujer, que producen angustia, erosionan nuestras emociones, sólo el Coronel tiene la respuesta valedera para esta pregunta.
Sólo el pueblo decidirá, si quiere un gobierno mundial capitalista, un gobierno títere subordinado a lo que diga el Imperio aquí en Venezuela , manejado con los hilos del poder desde los Centros de Poder global.
Sólo el pueblo dirá si seremos más felices, más realizados, más libres. El pueblo en estas elecciones para reformar la Constitución habló como la mujer de la historia, hizo preguntas, una tras otra, llenas de miedo, inseguridad, temor, odio, mucho odio. Sembrado conscientemente en el alma, en nuestra zona emotiva. Ahora no fue el Coronel que dio la respuesta, fue el Comandante Presidente, que la dijo. Es una victoria de mierda. ¿Se puede afirmar con esta victoria pírrica de la oposición, que el pueblo no quiere la Reforma? ¿Tendrá legitimidad la oposición para manifestar que con ese escaso margen de votos puede hablar de victoria? Con otra victoria así, estamos muertos, parece decir la oposición.
A esas preguntas necias, llenas de odio inculcado,
miradas llenas de temor, inseguridad,
pasividad,
negatividad,
a la pregunta de ¿Qué comeremos ahora? Es evidente la respuesta del Coronel no tiene quien les escriba será Comeremos mierda.
