Ancestros del Libertador

En el año de 1533 parte de San Lucas de Barrameda, según consta en los libros de la Casa de la Contratación, en la expedición al mando de Nicolás de Federmán, Simón Bolívar antepasado del Libertador, natural de Almería (Andalucía) con rumbo a Santo Domingo de Guzmán, recalaron en las Islas Canarias para aprovisionarse y siguieron su derrotero, pero una tormenta los lanzó a Puerto Rico. Cuando amaino el temporal pasaron a Santo Domingo, y luego por orden del gobernador fueron a Coro, a donde llegaron en 1534. Con Federmán navegaron el lago de Maracaibo y la costa de la Península de la Guajira hasta el Cabo la Vela, dónde ratificaron la frontera entre Colombia y Venezuela, establecida por Alonso de Ojeda en el año de 1499, donde este fundó una población que llamó La Villa de San Sebastián; (que así fue hasta el Ominoso Tratado de 1941. Dónde López Contreras entregó a Colombia toda la Península de la Guajira 108.350 KM2). Le cierran el paso expedicionario de la gobernación de Santa Marta; vuelven atrás, se internan por Maracaibo, Carora, Barquisimeto, los Llanos hasta el Meta; traspasan los Andes y llegan a la altiplanicie de Bogotá, donde acompañaron a Gonzalo de Quesada en la fundación de Santa Fe de Bogotá en 1538. Ruta esta que sólo por el Libertador Bolívar será imitado cerca de trescientos años más tarde, reflexionando que hoy, a principios del siglo XXI, no existen todavía verdaderos caminos en tan dilatadas regiones. El primer Simón Bolívar (indiano) regresó a España y se estableció en el país vasco, norte de España en 1539, acompañando a Nicolás de Federmán, el cual venía a reclamar la autoría de la fundación de Bogotá. Que gana Quesada. Federmán sigue en inútiles instancias hasta que muere en Madrid en 1542.

Andalucía es el último acto de una selección biológica de siete siglos. Sobre esa línea que en el año 700 Tarick llevó hasta Asturias, al frente de sus huestes los Moros, oriundos del norte de África (gente de tez morena) invaden España y derrotan al rey visigodo Don Rodrigo, en la batalla del río Guadalete, estuvieron de pie los hombres de guerra de España y de la morería. Se sucedieron los padres a los hijos, se relevó con niños a los viejos. España, para los hombres de guerra de toda la Península, fue siempre esa línea. Andalucía, en ella siguió viviendo la simiente del león y de la hiena, del santo y del loco, del criminal y del aventurero. Andalucía, como el fondo de una centrífuga recibió la decantación de siete siglos de guerra. Por eso no es de extrañar lo que aconteció en España y en especial en Andalucía inmediatamente después del armisticio de 1492.

Simón Bolívar el viejo y el mozo, (águilas chulas) descendientes del primer Bolívar indiano, llegaron a Caracas en el año de 1589. Simón Bolívar el mozo casó con Beatriz de Rojas, hija de Alonso Díaz Moreno y de Ana Rojas Gómez Ampuero y nieta de la Ana Rojas de Margarita. De esa unión descienden los Bolívar caraqueños: Antonio Bolívar, Francisco Bolívar, Luís Bolívar y Juan Bolívar y Villegas abuelo del Libertador. Simón Bolívar, el viejo, sufre hacia 1595 de una enfermedad demencial que lo deja incapacitado para valerse, indigente y en la mayor miseria.

Nos cuenta Luís Alberto Sucre que: A mediados del siglo XVIII vivía en Caracas un hombre muy rico, a quien llamaban Don Paco (Francisco Marín de Narváez, gallego de origen) Además de soltero era un auténtico asceta. Por eso, hermanos y sobrinos pegaron el grito al cielo cuando, a la muerte de Don Paco, quedaron enterados de que, no sólo tenía una hija natural, sino que la hacía heredera de su inmensa fortuna. El hecho de ser tan oscura la piel de la heredera, que revelaba a gritos su raza, dio pie a que los frustrados herederos de Don Paco, llevaran el pleito a los tribunales. Nuestro hermano no puede hacernos esto, impugnaremos ese testamento. El juez: les dice. Silencio, señores, o los meto presos. Aquí queda muy claro, y con testigos, que la heredera de la fortuna de Don Paco será su hija Pepita, quien desde ahora llevará su apellido. De la misma forma se nombra, de acuerdo a la voluntad del difunto, apoderados de todos sus bienes a Don Pedro Jaspe de Montenegro. Sus hermanos los señores de Ponte, son designados custodios de su menor hija. Los hermanos de Don Paco movieron cielo y tierra para recuperar la fortuna perdida. Como el color de la niña no ofrecía dudas sobre su ascendencia negra se dieron a difundir que la niña era hija de una esclava llamada Josefa, a quien Don Pedro Jaspe compró para redondear su trama. Una acusación semejante en una sociedad ultra racista como aquella sería todo un drama para la niña que por su ubicación iba a convertirse en persona importante en la vida colonial. Trágica fue la vida de Pepita, quien además de sufrir toda clase de humillaciones por parte de sus iguales era objeto del peor trato por parte de Don Pedro Jaspe, su tutor y de los esposos Ponte cuñados de Jaspe, sus guardas y custodios.

Cuando la niña Pepita cumplió los diecisiete años, se fijaron los esponsales de Pedro Ponte Andrade, (un gallego rubicundo como un ángel, que se casó con la negrita por los churupos) sobrino de los esposos Ponte, con la misteriosa negrita, hija de Don Paco. De aquel forzado matrimonio nació una niña a quien Pepita bautizó Petronila. Al igual que su madre, quien murió en edad temprana, Petronila creció triste y asediada por las murmuraciones. Pedriño su padre, a la muerte de Pepita se metió a fraile, pero antes mandó a edificar el templo de La Santísima Trinidad, o lo que es hoy el Panteón Nacional. Petronila vivía en una casa muy hermosa frente al convento de San Jacinto. Allí se enamoró y casó (1711) con un mantuano, a pesar de las burlas racistas de los aristócratas.

¡Muéranse, agárrense y prívense con la noticia que les traigo! (dice una sifrina de la época). Juan de Bolívar y Villegas se casa con la Marín de Narváez.

De aquel matrimonio nació un niño a quien pusieron por nombre Juan Vicente Bolívar y Ponte, el padre de Simón Bolívar el Libertador. A pesar de parecer un cuento, es una historia silenciada que la puede encontrar en el estudio genealógico que sobre el Libertador hizo Luís Alberto Sucre. (Esto, para que se enteren los razistas y faszistas de la oposición, que se creen arios o vikingos, por tener una gota de sangre de blanco).


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Manuel Taibo


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