Mucha gente no sabe que Arturo Uslar Pietri escribió Lanzas Coloradas, pero casi todos saben que un día escribió que era necesario sembrar el petróleo.
Nuestros políticos han repetido esta frase hasta más allá de más nunca. Incluso, la han dicho en un bongo remontando el Arauca, sin embargo, no han ido más allá.
Nuestros trabajadores petroleros no habían entrado en política desde la huelga petrolera en 1936, cuando Jesús Farias era uno de los lideres allá en Maracaibo.
Hasta que un dia, leyendo a Luis Giusti, los petroleros descubrieron que si iban al paro, el presidente no aguantaba una semana en el poder.
El dos de diciembre de 2002 Carlos Ortega inicio el paro.
Los políticos iniciaron el paro junto con Fedecamaras y los medios de comunicación. Sin embargo, en los primeros momentos, los hermanos Ochoa Antich demostraron una claridad meridiana cuando, en una conversación telefónica el cinco de diciembre, Enrique Ochoa le dijo a su hermano:
“La gente de PDVSA nos pedía recomendaciones sobre si dábamos o no dábamos, porque ellos han tomado algunas medidas ¿no? pero fundamentalmente administrativas y vaina ¿no?, pero que ellos tenían que saber si daban el paso siguiente, porque si daban el paso siguiente ya no era por un día más sino por setenta y dos horas y a uno le da mucho vaina tirarlos al pajón porque los tipos pueden ¡Les puede ocurrir a ellos lo mismo que nos pasó con las Fuerza Armadas! El once de Abril ¿entiendes? El parentesco es que coño al final de cuentas puede terminar haciendo lo mismo, entonces esta vaina tiene que ser un fracaso al igual que el once de Abril y entonces termina descabezada toda nuestra gente en PDVSA coño, entonces... y hay que ir con ¡cuidado! Porque lo que te voy a decir no son juegos, es decir, esto coño es una vaina muy Arrecha”.
Después que fracasó el paro, muchos petroleros fueron botados de la industria. Y se dedicaron a hacer política. Sin embargo, el gobierno dejó a muchos viviendo en sus casas en los campos mientras sus hijos estudiaban. Les dieron siete meses para abandonar las casas de PDVSA.
Una vez cumplido ese plazo, muchos fueron sacados por la fuerza de sus hogares. Fue en ese momento cuando Edgar Quijano, asesor laboral de Unapetrol, le dijo al diario el Mundo: “con contadas excepciones los dirigentes no han dicho esta boca es mía ante la afrenta que sufren los petroleros”.
Claro, los trabajadores de PDVSA, no eran políticos, y no sabían que los políticos en los que habían confiado, cuando fueron despedidos de la industria, ya habían empezado a sembrar el olvido, lo que han venido haciendo siempre.
Robertomalaver cantv.net