¡Es Que Yo Quiero a Venezuela!

Recuerdan la expresión: "Te voy acusa con la maesta...", frase todopoderosa que calmaba el animo rebelde de algún niño travieso e inquieto. Cuántas veces la escuchamos y pronunciamos en aquellos días donde la inocencia nos hacia creer en un Ratón Miguel capaz de entrar a la casa, subirse a la cama, escudriñar debajo de nuestra almohada, tomar con su patitas de garras afiladas un diente, para hacer con éste no se sabe que cosa, luego dejar una moneda (hoy sería algún billete de cuatro cifras) y salir airoso de esa aventura; esquivando ratoneras, papeles engomados y hasta al mismísimo y fiero gato de turno; o en un San Nicolás capaz de entrar a la casa como un ladrón furtivo. Y en el pequeño niño Jesús, que siendo tan pequeño podía cargar con todos esos juguetes. En fin, días de máxima ingenuidad, que hoy algunos solemos recordar con nostalgia.

Y es que esos recuerdos son aún más intensos cuando quienes tenemos hijos los podemos revivir de nuevo a través de ellos. Y entonces vemos a una niña de 5 años que se desvive por ver a su Idolo de color púrpura. Uno de gran cabeza y mágico como ninguno; que de ser un peluche insignificante, se convierte en un dinosaurio muy inteligente, grande y excesivamente cariñoso. Me refiero a Barney, ese personaje que mientras juega y canta, enseña principios y valores universales, entre otras menudencias que algunas veces se alejan de nuestra idiosincrasia latinoamericana. En todo caso, es mejor un Barney, que el eterno Chavo del Ocho, donde se le hace culto a la idiotez, al juego de manos que tiende a desarrollar en nuestros niños actitudes machistas y violentas, dejando a un lado el razonar de las palabras, esas que les permitirían resolver de manera adecuada los problemas que la vida les depare. Tanto como también la viveza criolla que muchas veces criticamos; o la inservible lastima por el desvalido; o la discriminación social que en algunos estratos de la sociedad es práctica habitual, muy útil para ignorar y despreciar lo que les parece desagradable sin generar en el proceso mayores remordimientos.

Pero un día la inocencia de esa niña de 5 años se resquebraja, y no será la única vez. Ese día, cuando al observar por alguna razón -quizás porque ha crecido-, que a su Barney al caminar se le arruga la "piel" en los tobillos, separándose de sus pies de forma extraña y sospechosa, entonces concluye, ¡BARNEY NO ES DE VERDAD!, ¡BARNEY ES UNA PERSONA DISFRAZADA!...

¡Dios mío!, que decepción tan inmensa la de esa niña, aunque no sé si por ser mi hija, es más grande la mía, cuando esa declaraciones anuncian de alguna manera, el instante en el que se comienza a perder la hermosa inocencia con la que nacemos, y que vamos abandonando poco a poco, hasta ser muchas veces tan incrédulos que la vida pierde todo contenido mágico.

Y esa niña de 5 años, con el favor de Dios, crecerá irremediablemente. Luego llegará la adolescencia, los días de colegio, donde las hormonas comienzan a despertar y a segregarse para abonar el terreno de la pasión. Frenesí que surge como respuesta al Instinto básico de permanencia, que se supone nosotros racionalizamos por ser seres inteligentes, capaces de discernir, analizar, discriminar y aprender, pero también de manipular. Cuántas traiciones, cuánta falta de solidaridad ante la competencia por obtener el amor de la chica "Candy-Candy" o del bello, soñado e idealizado príncipe de las niñas.

Así ocurrió, así es aún y así seguirá siendo. Somos seres humanos, y creo decirlo todo con tan sólo hacer esta afirmación. Lo somos cuando ya en etapas superiores del proceso educativo, quiero decir, en la universidad, la necesidad de resaltar, de prevalecer ante aquella masa de iguales, obligaba a algunos, una vez más, a utilizar la intriga, la traición, en fin, todo aquel arsenal de armas para hacer aparecer al otro como incapaz, como un opaco ser inculto, para así brillar en esa oscuridad artificialmente creada, aunque sea siendo un pequeño y tenue rayo de luz sin mérito propio alguno. Parasitismo que absorbe los líquidos vitales del adversario, engaño, manipulación, lamentables prácticas que a la par del conocimiento técnico, algunos también aprendían y desarrollaban. Y repito, aún esto sucede.

Como verán, desde que nacemos e iniciamos nuestro proceso de aprendizaje, tanto en colegios, universidades, como en el diario vivir, estamos expuestos a las malas actitudes y desarrollamos practicas poco solidarias, malsanas y destructivas para con nuestros semejantes. Y es que muchas veces no depende de nosotros ser de una manera o de otra, pues las circunstancias obligan a adoptar algunos comportamientos desleales.

¿Qué nos diferencia entonces del resto?,

¿Cómo es que aún viéndonos en la necesidad de ser unos "Come Mierda", nuestra vida no va a parar al fondo de un inmenso cerro de ese hediondo subproducto?

Pues muy fácil, todo depende de si se nace siéndolo, o tan solo nos vemos obligados a serlo por esas indeseables circunstancias, algunas veces extremas.

Errores cometemos todos, la diferencia está en si primero los reconocemos como tales, luego, si aprendemos de ellos para no seguir fastidiando con su reiteración, y finalmente, si nuestra personalidad ha podido resguardar aunque sea un poco de humildad, que nos sirva para disculparnos antes otros a los que hayamos desgraciado con nuestro errado proceder. De lo contrario, mándela usted a hacer en algún material impermeable y duradero, para luego engrapársela en la frente; me refiero a la etiqueta que lo certifica como el gran y desgraciado "come mierda" que es.

Y todo este desarrollo fastidioso para referirme a algunas de esas condenadas practicas desleales que vamos alimentando y cultivando a lo largo de la vida. Y que ante ellas no somos capaces de auto corregirnos para nuestro propio crecimiento espiritual, que al final de cuentas es lo que importa, sobre todo en aquellos días cuando ya no podamos ni sentarnos en la letrina para excretar eso que tanto hemos comido y hecho comer. En particular es, y será importante para quienes creemos en una vida en un estadio superior; ¡en el paraíso pues!, y entonces lleguemos al cielo y nos toque dar cuenta de nuestro comportamiento. Pobre de aquel que llegue con sus manos embarradas, pretendiendo que San Pedro, o el que esté de guardia ese día, coma un poco para engañarlo como suele hacerse con los incautos en la tierra. Pobre del desgraciado que ahora siendo víctima de su ingenuidad subestime la suspicacia y los infinitos conocimientos de un Apóstol cualquiera, porque irremediablemente le tocará tomar el primer autobús celestial con destino al infierno. Y aunque sea demasiado gráfico en mi relatar, lo cierto es que esos pobres desgraciados, en la misma medida que se van poniendo viejos, se van quedando solos, y eso mis queridos amigos, debe ser peor que cualquier ardiente caldera del infierno.

¿Y cuáles son esa condenadas prácticas desleales y dañinas a las que me quiero referir?, pues existe una muy inoportuna y traicionera... ¡EL CHISME!. Una forma fácil y al alcance de la mano para utilizar a los comunes como herramientas utilices para hacer que la mentira eche raíces en la mente de los desprevenidos. Pero permítanme definirlo de acuerdo al significado que se encuentra en cualquier diccionario:

Chisme: Murmuración, o noticia, cuento o especie con que se mete cizaña.

Y quien dice el chisme tiene la cualidad de CHISMOSO, y quien lo practica está CHISMORREANDO, pero si su afinidad con esta práctica llega a extremos y acostumbra a llevar una relación de los chismes que dice o dirá, de los que dicen o dirán, entonces, el ya no tan chismoso casual ejerce la CHISMOGRAFIA, es decir, cual ingeniero o arquitecto, abogado o medico, se convierte en un "CHISMOLOGO".

Como verán, exceptuando el último término, todos son respaldados por la real academia de la lengua española, es decir, se reconoce su practica y existencia.

Ahora bien, pregunto:

¿Quién es el chismoso?

¿Será el que dice el chisme, o el que le da cabida?. Aceptando que sean ambos, y basándonos en la definición de "Chisme", el que actúa en consecuencia a la información que de éste recibe, debe saber que sus decisiones o acciones estarán impregnadas de esa cizaña que acompaña al chisme, y que por lo general, lo llevarán a equivocarse, a exagerar y a ser injusto. Porque quien da cabida al chisme y actúa de acuerdo a éste, lo está alimentando, y además está propiciando que siga desarrollándose hasta extremos que pudieran resultar en hechos de incalculable daño. Lo vimos en Venezuela en Abril y Diciembre de 2002.

Y es que la antiquísima práctica del chisme le es propia al ser humano, así lo confirma la historia, y entonces vemos como personajes del ayer son injustamente tratados, y al mismo tiempo otros son exaltados hasta endiosarlos sin merecerlo. Porque el chisme se hace acompañar de la intriga, de la traición, de la exageración y del odio para entonces cristalizar en hechos tan concretos como efectivos, la destrucción de aquel o aquellos que son víctimas de esta práctica. Y siendo entonces de tan remoto origen, es ingenuo pensar que algún día se va a acabar, y con éste, los CHISMOSOS, sin embargo, el problema no es que haya personas con este desgraciado atributo, el problema es que existan personas en posición de comandar, dirigir, coordinar, orientar y tomar decisiones, y que entonces sean tan aventurados y poco prudentes como para darle cabida y actuar en consecuencia.

¡Por Dios!, donde está la capacidad para fórmanos nuestra propia opinión respecto a los hechos y las personas, qué tanto se evade la responsabilidad de obtener de primera mano la información con la que formaremos criterio, esa que nos permite actuar de manera acertada. La responsabilidad de realizar observación directa de los hechos, experimentándolos al calor de su ocurrencia para que nadie, encendido por el odio y el deseo perverso de crear cizaña, logre inyectar su veneno.

Tan sólo reflexionemos un poco, y para ello pregunto: ¿Es que acaso no es lo que ha estado ocurriendo en nuestro país los últimos cinco años?. Cuando unos desgraciados, cuyos interés particulares se han visto afectados, porque en su avaricia pretenden vivir como reyes, mientras una mayoría muere de tristeza, han despertado al demonio de la intriga y el chisme, diciendo medias verdades convenientemente ajustadas a sus propósitos o mentiras sin pies ni cabeza, todo para capitalizar la mente de los estúpidos, que dándole cabida a esas falsedades y actuando en consecuencia, no hacen el más mínimo esfuerzo por informarse y crearse su propio criterio. ¿Cuántos hoy son víctima del chismorreo?.

Pero el chismorreo lamentablemente no perdona a los que históricamente se sintieron relegados por una clase política de alta alcurnia y que hoy ocupan posiciones de relevancia o se sienten con derecho a participar porque comparten un sentimiento nacionalista. Entonces ahora parece que quisieran ser como los indignos representantes del pueblo que antes teníamos, que pulcramente vestidos y de un muy buen vivir, ellos o sus testaferros, también resultaban ser los dueños de las principales empresas del país; amos y señores de los medios de producción, con control absoluto sobre los principales rubros alimentarios y de los parlamentarios en el extinto congreso nacional, quienes diligentemente producían leyes acomodaticias a sus interés, cerrando el circulo perfecto de quien se paga y se da el vuelto.

Hoy algunos de esos relegados encuentran en la Revolución Bolivariana la oportunidad histórica para participar y ser protagonistas en conjunto con un colectivo, ¡por supuesto!), sin embargo, se confunden y se sirven de las peores prácticas desleales para con sus semejantes y aliados, utilizándolos como herramientas desechables tan solo para escalar posiciones, muy al estilo del más burdo proceder de la IV República. Y no hablo necesariamente de alta política, pues tales practicas están aún más presentes en niveles que le son asequibles al común de los mortales. Tan cercanos como en el núcleo familiar, en la juntas parroquiales o de condominio, en el trabajo, donde la competencia lleva a algunos a ser unos "COME MIERDAS".

"Come Mierdas" oportunistas que se jactan de ser grandes representantes de cualquier cosa, pero que el fondo solo representan sus intereses. Entonces reeditan una vez más, en su área de influencia, lo que tanto enardeció a un pueblo y que cuando pudo demostró su "arrechera" votando a favor de un proyecto en siete (7) elecciones consecutivas. ¿Y es que van a seguir jodiendo? ¡COÑO!

Hay algunos de esos relegados oportunistas que se sienten y creen superiores, ¡Tamañas estupideces! Como la prepotencia que un día llevo a muchos a creerse con el deber patrio de tumbar a un gobierno nacionalista y humanista, pero que muy por el contrario terminaron sin empleo, frustrados y sin rumbo.

Y hay de los que le restriegan en la cara a los demás su poca capacidad filantrópica, su bajo perfil revolucionario, su poco interés en querer seguir "sacrificándose", mientras que ellos dicen luchar por los demás, valiéndose de los pendejos que aceptan la critica para ponerse a sus servicios. Al tanto que su filantropía, lejos de afectarlos, los lleva a adquirir un mejor modo de vida, al conseguir a través de su falsa lucha, el verdadero objetivo que los motiva: un cargo en alguna empresa, organismo publico o gremio profesional desde donde al tomar decisiones, por supuesto, éstas los beneficien. Después de todo, tanto sacrificio amerita una compensación. ¡Y vaya que se compensan bien!.

Y es que en ese afán misericordioso de sentirse más Dios que el mismo Creador, o más Chavista que el mismo Chavez, critican y critican tan sólo porque al hacerlo logran resaltar disminuyendo al semejante. Y no los estoy inventando, me refiero a los fantasmas, existen y usted puede tener un oportunista 'come mierda" justo a su lado, utilizándolo su figura al criticarlo a sus espaldas para decirles a quienes lo escuchan, lo grandioso que él es al no ser como usted. Y pobre de nosotros, porque el verdadero corazón de algunos "de los muy patriotas" late al mismo ritmo del más escuálido de los escuálidos.

¡No, por Dios!, esa no es la manera de hacer patria y ser tan falso como para darse golpes en el pecho y decir al mismo tiempo, casi con lagrimas en los ojos: "Es que yo quiero a Venezuela". ¿A Venezuela?, y que de los venezolanos, ¿A ellos no hay que quererlos también?.

Pero si es que existen algunos que no son dignos de nuestro aprecio, pues tan sólo hay que recordar al grupo de venezolanos que eligieron un camino que hoy los deja por fuera por atentar contra el corazón de Venezuela, ¡y con justa razón!. Venezolanos, algunos de lo cuales no merecen serlo, otros que se volvieron locos o fueron engañados y que quizás hoy estén arrepentidos, y otros más que por haber decidido abandonar este mundo escaparon de su propia desgracia, dejándosela como legado a su familia.

Salir de ellos, aislarlos por no haber valorado lo que tenían, por el triste papel que representaron, es un ejemplo de los que es actuar acertadamente, aún afectando al semejante, y hacerlo no sobre la base de suposiciones, chismes de pasillo, o cualquier otra práctica desleal, sino sobre realidades que fueron, y aún son evidentes para todo el mundo. A eso se le llama transparencia, y quienes así actúan son transparentes, pues no dan cabida a las especulaciones.

No creo que después de haber superado las distintas etapas de la vida, algunas aún en proceso, aquellas donde la inocencia nos hacia creer en héroes de capa y calzoncillo, o espada y antifaz, a estas alturas vayamos a creerle a cualquiera que animado por razones oscuras, pretenda ir dando pasos apartando con su intriga todo aquello que no le gusta o según su parecer deba ser extirpado.

Pero por suerte, solo son algunos, unos pocos confundidos, demasiado pocos como para aceptar el gran daño que hacen. Ignorantes del papel que les ha tocado jugar, el cual debe estar marcado por la fraternidad, la solidaridad, el entendimiento y la compresión hacia aquel que de nosotros necesita el consejo, la orientación para no seguir errando, y no la intriga que se alimenta en el chisme para destruirlo. Y sobre todo la humildad que debe acompañar al que considerándose un gran guerrero, una especie de encarnación de Simón Bolívar, mezclado con las mejores virtudes de un Chavez, tenga bien definido su rol como venezolano, así como claro el camino que debe seguir para contribuir a hacer grande a Venezuela. Y es que el verdadero enemigo contra el que hay que luchar puede estar muy cerca, y sin embargo, no ser tan visible. Un enemigo que muchas veces se oculta en el interior de nosotros mismos, esperando que alguien con suficiente capacidad lo utilice para ver cumplido sus objetivos. Entonces surgen las grandes corporaciones mundiales, los gobiernos plenipotenciarios y sus subsistemas cuidadosamente infiltrados y engranados en cada rincón de la tierra, luego aprietan un botón e inyectan aberraciones en la mente de los cautivos con propósitos definidos. Son los aparatos ideológicos y sus operarios, técnicos de la psiquis humana que a través de publicidad alienante y esclavizadora nos inculcan la avaricia, el consumismo. Sexo televisado convenientemente sesgado para provocar; relaciones inconcebibles entre el ser y tener, todo para movernos en la dirección que les favorece, embruteciéndonos y haciéndonos cautivos al desear casi con fervor religioso cualquier objeto inanimado que la sociedad de consumo imponga como moda. Lugar donde nos colocan y que una vez allí simplemente nos hacen sus títeres para asegurar sus intereses.

El verdadero enemigo surge entonces desde nuestro interior como arma de destrucción del semejante. Entonces está muy cerca, pues está en nosotros mismos. Y es que esa necia actitud de querer figurar para saberse favorecido, animado quizás por cuanta cosa material e inmaterial nos hacen desear: mujeres esbeltas, hombres hermosos (mosca que no soy raro), carros fabulosos, viajes a sitios exóticos, maravillas tecnológicas; ninguna mala en si misma, pero que al hacernos creer que cualquiera puede disfrutarlas, se genera frustración que invita a practicar la deslealtad y la desunión, desgraciadas fuerzas malignas capaces de destruir la más hermosa de las ideas.

Si es que entonces vemos que el enemigo es poderoso, dueño de grandes riquezas y armado hasta los dientes. Si es que vemos que la amenaza de neocolonialismo está detrás de nuestras puertas y si es que sentimos en algún momento que somos débiles, pues yo tengo una respuesta que no es mía, pero siendo tan sencilla invita a reflexionar sobre su profundo poder: "Solo unidos venceremos...". Acaso el líder de la Revolución Bolivariana no nos los dice a cada rato. Es así que todo aquel que se diga revolucionario debe ser ante todo un ser humano sensible y humilde, de grandes convicciones y luchador, pero sin pretender pujar más que los demás, pues el pujo debe ser al unísono para derribar las fuerzas que se oponen.

Pero pobre de ella, de Venezuela, si ahora también quienes hacemos alarde de ser altamente solidarios y leales, humanistas a toda prueba, comenzamos a practicar el chismorreo, la traición, el egoísmo y la desunión, que por tanto tiempo ha estado dañando las estructuras morales de nuestro país y más allá aún, de Latinoamérica. Porque entonces serán ellos mismos con sus prácticas desleales, quienes diciéndose ser grandes patriotas, activos luchadores por una Revolución sin igual, destruirán el sueño y la esperanza de muchos. Si es que va resultar así, entonces me retrotraeré a los tiempos donde estaba convencido que "Meteoro" era un magnifico ser, al tanto que comiendo galletas untadas con "diablito" el cual mezclaba con mayonesa y salsa de tomate, las engullía acompañadas con una fría "peisicola". ¡Que feliz era en ese entonces!, días aquellos donde a lo mejor una de esas tardes frente al televisor, mientras veía el capitulo del "Supercamión", ese hecho de oro puro; o el capitulo de la "Carrera Alpina", ignoraba, por ser aún un niño inocente, que un Allende estaba siendo acechado y asesinado en el Chile de 1973. Hoy un claro y funesto ejemplo del daño que provoca la traición, el engaño, la mentira, los oportunistas, los prepotentes, los engreídos y los estúpidos que le dan cabida a cuanto cualquier mojigato les dice.



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