Vargas Llosa dijo en Brasil que "Chávez es un ser de otro tiempo, extraviado en un mundo en el que las cosas que hace son caducas". O sea que, para el intelectual peruano las misiones sociales que ofrecen a los venezolanos de menos recurso, salud, educación, alimentación… en fin bienestar, son caducas. O sea que, la UNESCO reconoció una cosa caduca como la Misión Robinson, cuando declaró a Venezuela libre de analfabetismo. Es decir, que los peruanos que han venido a Venezuela a operarse de catarata, en realidad vinieron a curarse de una ceguera caduca. Con razón, Vargas Llosa decidió no volver a ser candidato, porque según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) el pueblo peruano, como la mayoría de los pueblos del hemisferio, adolece precisamente de cosas caducas como una educación accesible y de calidad; como un sistema de salud que atienda a los ciudadanos más pobres; como vías de comunicación; como créditos para trabajar la agricultura; como programas de vivienda; y otro montón de cosas caducas, cuya carencia definen –según el PNUD- la pobreza. En resumen, para Vargas Llosa combatir la pobreza es una cosa caduca.
El descaro de Vargas Llosa es tal que, se atrevió a decir –también en Brasil- que felicitaba a Lula Da Silva por hacer "todo lo contrario de lo que dijo que haría". Agregó que se había "aterrorizado" cuando en campaña Lula expresó las ideas que al final le dieron la presidencia y la reelección. Debemos entender entonces que, para Vargas Llosa, el pueblo brasileño se equivocó y el presidente Da Silva ha defraudado a sus electores haciendo lo contrario de lo que estos votaron. En honor al silogismo debemos deducir también que, según Vargas Llosa, los pueblos de América Latina que han elegido gobiernos de izquierda son absolutamente caducos. Es muy probable que la brillantez de Vargas Llosa lo haya hecho quedarse estancado en su futuro imaginario, en el que descubrió que Asnar, Fox, Sanguinetti, Marcel Granier y Roger Noriega son tan intelectuales como él.