Muchos de ustedes recordarán la alharaca que se formó en el país cuando las trabajadoras sexuales venezolanas decidieron crear una organización sindical que las amparara. Las viejas ricachonas oligarcas de Caracas fueron las primeras en pegar el grito al cielo y hubo incluso diputados, de AD y Copei por supuesto, que se opusieron a la idea de que las mujeres que se dedican al oficio más antiguo del
mundo pudieran unirse para lograr, no que se les reconociera su oficio como una actividad laboral ordinaria, sino que se les permitiera organizarse para librar las duras batallas que a diario les toca pelear a fin de ganarse la vida de una forma que, en la mayoría de los casos, les ha sido impuesta por la sociedad que de noche las "ama" y de día las repudia. Las justas demandas de estas mujeres fueron rechazadas argumentando las más variadas razones. Casi nadie, por no decir nadie, se hizo eco de las peticiones de ese grupo de venezolanas que a diario tienen que vender su dignidad para poder llevarles el sustento a sus hijos y, en muchos casos, a otros miembros de su familia.
Sin embargo, Horacio Medina, el tipejo ese que tiró por el barranco del desempleo a sus muy queridos amigos expetroleros, anda ahora rebuznando porque el Ministerio del Trabajo le negó la constitución de un sindicato para él y sus compinches meritócratas, es decir, para esa elite de crápulas que le ocasionó pérdidas mil millonarias al país, pérdidas que incluso hoy en día siguen contabilizándose. Las pretensiones del "meritócrata" Horacio constituyen, a diferencia de las merecidas demandas de las mujeres que tienen que vender su cuerpo para subsistir, una aberración producto de haber disfrutado de una vida llena de privilegios, privilegios que incluían los "servicios" de "damas de compañía" en las suites de los hoteles más caros del mundo, y todo a expensas de las riquezas que nos pertenecen a TODOS los venezolanos, "damas de compañía" incluidas. Y cuando hablo de aberración me refiero específicamente al hecho de que resulta una INMORALIDAD querer formar un sindicato con un lote de mercenarios que además, y a diferencia de las prostitutas, no poseen trabajo. Y es que Horacio de pendejo no tiene un pelo, ya que él mismo se autoproclamó "Presidente" de ese absurdo disparate; claro, la primera lección que debe haberle dado su maestro Ortega, es como vivir a expensas de los trabajadores sindicalizados durante toda una vida sin hacer otra cosa que no sea aparecer en televisión y hablar zoquetadas del gobierno. ¡Ay de aquellos que se anotaron en esa lista! Volvieron a entregar su firma para una vagabundearía y, lo que es más estúpido, en contra de sí mismos. Bueno, al fin y al cabo los expedeveseros lo que aspiraban era a tener un presidente que SÍ los quisiera y les hablara bonito, como son ellos.
Ya para finalizar, Horacio, y como tú y tus secuaces NO VOLVERÁN, quiero recordarte a ti y a tus meritócratas amigos que la avenida Libertador ofrece oportunidades que quizás alguien de tu "talento" pueda "explorar", para utilizar un término petrolero, claro. Puedes utilizar tus dotes leguleyas para hacer que a las mujeres de la vida fácil; les atiendan sus peticiones de sindicalizarse, esa SÍ que sería una loable y noble labor, Horacio. Sería como resarcir a la sociedad por algo que forajidos como tú y Juan Fernández contribuyeron a crear desde las suites de los hoteles más costosos del mundo.
POSDATA: El salario más otros beneficios -como chofer, tarjeta de crédito corporativa, viajes al exterior, botellas de champán y PROSTITUTAS, entre otras menudencias- de Horacio Medina cuando trabajaba en PDVSA era de 320 MILLONES de bolívares al año, algo así como 888.888,89 Bs. diarios, por una suma como esa vale la pena vender la dignidad; tal como lo hacen las damas de compañía, ¿verdad, Horacio? La avenida Libertador espera por ti, MERITÓCRATA sin oficio.