Medios privados: ¿libertinaje para manipular o libertad para convencer?



MEDIOS PRIVADOS: ¿LIBERTINAJE PARA MANIPULAR

O LIBERTAD PARA CONVENCER?



José Del Grosso

(Psicólogo clínico)



Cuando los medios de información privados de Venezuela reclaman y exigen “libertad de prensa”, ¿qué es lo que están reclamando y exigiendo en verdad? Es imperante preguntárselo sobre todo cuando han sido duramente criticados en ocasiones como el Foro Social Mundial en el que se instaló “un muro de la vergüenza” debido a sus actuaciones (EFE 24/01/2003), han introducido propaganda política subliminal en sus transmisiones (“Propaganda política invisible en emisoras de TV, Aporrea, 26/05/2003) y el Observatorio Global de Medios, Capítulo Venezuela denunció el mes de diciembre del año pasado el hecho de que en particular las televisoras de este país difundieron permanentemente “mensajes de abierta incitación a la intolerancia y a la violencia, buscando crear, mantener o profundizar en los ciudadanos, la predisposición de aceptar y participar activamente en una confrontación de consecuencias impredecibles” (Publicado en Rebelín.org. el día 10/12/2002).

En el caso venezolano, la exigencia de “libertad de prensa” por parte de la mayoría de los miembros de la comunidad informativa, en general, es dudosa. Desde luego, se apegan a las leyes, pero sólo a una parte de las leyes. Aquellas que hablan de sus derechos.

Las leyes hablan de derechos, es cierto, pero exigen responsabilidad y, además, exigen deberes. En el espíritu de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela estos derechos y deberes son explícitos, los deberes no están escondidos ni son sólo para una parte de la población. Más aún, queda implícito en dicho “Contrato Social” que las relaciones sociales de nuestra sociedad se sustentan en “un dar y recibir”.

En nuestra cultura existe un notorio desequilibrio entre el dar y el recibir. Están muy arraigadas las ideas del: “dame, dame, dame” y “mis derechos, mis derechos”; y cuando se le pide a alguien ser responsable, dar o cumplir, la mayoría apela a “sus derechos” o a descalificar, imprecar y abominar a quién exige lo debido. Lamentablemente, desde el punto de vista psicológico, esta situación se ha transformado en una situación patológica, que literalmente puede ser calificada de psicopatía.

De esta situación patológica, “enfermiza”, no escapan los medios privados de Venezuela. Estos piden y exigen, pero, ¿establecen una relación sana con nosotros? ¿Hasta que punto asumen la responsabilidad de sus actos? ¿Hasta qué punto cumplen con sus deberes? ¿Hasta qué punto aportan algo realmente positivo a la sociedad?



¿Están enfermos los miembros de los medios de información privados?



La sola conducta de la mayoría de los miembros de los medios de información privados de Venezuela que exigen y piden libertad de prensa sin compromiso y sin apegarse a sus deberes, es sospechosa.

Veamos. La Declaración de Principios sobre la conducta de los periodistas nos dice textualmente:

La presente declaración internacional puntualiza los deberes esenciales de los periodistas en la búsqueda, la transmisión, la difusión y el comentario de las noticias y de la información, así como en la descripción de los sucesos.

Respetar la verdad y el derecho que tiene el público a conocerla constituye el deber primordial del periodista.
De acuerdo con este deber, el periodista defenderá, en toda ocasión, el doble principio de la libertad de investigar y de publicar con honestidad la información, la libertad del comentario y de la crítica, así como el derecho a comentar equitativamente y a criticar con lealtad.
El periodista no informará sino sobre hechos de los cuales el/ella conoce el origen, no suprimirá informaciones esenciales y no falsificará documentos.
El periodista no recurrirá sino a medidos equitativos para conseguir informaciones, fotografías y documentos.
El periodista se esforzará - con todos los medios - por rectificar cualquier información publicada y revelada inexacta y perjudicial.
El periodista guardará el secreto profesional acerca de la fuente de las informaciones obtenidas confidencialmente.
El periodista se cuidará de los riesgos de una discriminación propagada por los medios de comunicación y hará lo posible para evitar que se facilite tal discriminación, fundamentada especialmente en la raza, el sexo, la moral sexual, la lengua, la religión, las opiniones políticas y demás, así como el origen nacional o social.
El periodista considerará como faltas profesionales gravas: el plagio; la distorsión mal intencionada; la calumnia, la maledicencia, la difamación, las acusaciones sin fundamento; la aceptación de alguna gratificación a consecuencia de la publicación de una información o de su supresión.
Todo periodista digno de llamarse tal se impone el deber de cumplir estrictamente con los principios enunciados arriba. En el marco del derecho vigente en cada país, el periodista sólo aceptará, en materia profesional la jurisdicción de sus iguales, excluyendo cualquier injerencia gubernamental o de otro tipo."
Adoptada por el Congreso mundial de la FIP en 1954. Enmiendada por el Congreso mundial en 1986.

Sobre la base de dicha declaración de Principios, ¿podemos decir que la mayoría de los miembros de los medios de información privados respetan cabalmente los Principios que rigen la conducta de los periodistas?

Por favor, observe usted, por ejemplo, a una Marta Colomina, a un Marcel Graniel o a un Napoleón Bravo y escúchelos con atención y, luego, respóndase con sinceridad: ¿Respetan la verdad? ¿No suprimen total o parcialmente la verdad? ¿Presentan las situaciones en contexto y nos proporcionan los testimonios de las partes involucradas o sólo nos presentan la versión de una de las partes? En sus entrevistas, ¿son imparciales o intentan “poner respuestas en boca de sus invitados? ¿Los medios privados difunden o no constantes imprecaciones, injurias y demonizaciones hacia nuestro Presidente y sus seguidores? ¿No es clara su tendencia a dividir a los venezolanos? ¿No han despertado actitudes xenofóbicas hacia los cubanos y árabes que habitan en nuestro país? Indirectamente, ¿no han incitado a matar al Presidente?

Yo he dicho antes que la mayoría de los miembros de los medios de información privados sufren de psicopatía. Entonces, hay que preguntarse en qué consiste esta y si en realidad hay miembros de los medios privados que exhiben signos y síntomas de tal enfermedad.

Una persona con personalidad psicopática muestra, entre otros rasgos, las siguientes conductas: usualmente son creadores y están inmersos en conflictos con la sociedad, incapaces de ser fieles de manera significativa a individuos, grupos o valores sociales; egoístas, insensibles, irresponsables, impulsivos, incapaces de aprender de la experiencia; tienden a culpar a los demás y a ofrecer justificaciones plausibles de su conducta.

Al ser impulsivos carecen de consciencia sobre las posibles consecuencias de sus actos: “hacen y deshacen, descalifican, mienten, distorsionan la verdad”; al centrarse en sí mismos y reducir la realidad a lo que quieren decir, dejan por fuera lo que sí deberían decir. Si a consecuencia de lo que expresan ocurre algún daño, se acogen a la libertad de prensa, no asumen la responsabilidad de sus actos y en última instancia culpabilizan a los demás. Es impresionante su insensibilidad ante los hechos de violencia, pues los usan como un medio para crear sensacionalismo y vender información.

Las organizaciones defensoras de los derechos de los periodistas nacionales e internacionales suelen sumarse a esta enfermedad. Nos suelen presentar a los pobrecitos periodistas cumplidores de su deber en nuestro país como víctimas del gobierno de Chávez: “Los pobrecitos estaban parados en una esquina comiéndose un helado cuando inesperadamente vinieron las hordas chavistas a agredirlos”; pero nunca toman en cuenta a la supuesta parte agresora, no se plantean ¿por qué un grupo de personas, de civiles, han agredido a tal o cual periodista? La probabilidad de que a un periodista le caigan a piñas en una esquina porque estaba comiendo helado es prácticamente cero. Pero la probabilidad de que a un periodista le caigan a piñas por ofender y difamar a un sector importante de la población puede ser calculada como una probabilidad segura. En la Biblia está muy claro: “Siembra vientos y recogerás tempestades”; y es el caso; los medios de información privados de Venezuela, contrarios a la Declaración de Principios sobre la conducta de los periodistas, han estado agraviando a un sector de la población de forma reiterada, considerándolos como no gente.

En relación a lo anterior, el Observatorio Global de los Medios, Capítulo Venezuela, publicado por Rebelión org. el 27/11/2002, dice textualmente:

Los venezolanos, y en forma especial, los periodistas, vivimos, desde hace más de un año, en condiciones de extrema tensión y de permanente confrontación que amenazan seriamente la normalidad de nuestras vidas, nuestros trabajos y nuestra salud mental.

Reconocemos que los acontecimientos políticos que han tenido lugar en el país constituyen el origen de ese preocupante estado de cosas. Sin embargo, consideramos que la intensidad de comportamientos agresivos en nuestra mutua relación social, su extensión a amplias capas de la población y las manifestaciones de intolerancia fuera de todo control son producto directo de la acción de los medios de comunicación social.

Al llamárseles la atención sobre su comportamiento indebido, los inocentes periodistas recurren al argumento de que ellos no son responsables de su conducta antisocial, sino que la culpa es de Chávez. Y aquí, hay ignorancia, distorsión por generalización y manipulación a través del mal uso de la lógica.

Pertenecer o ser simpatizante de un grupo social cualquiera, no significa necesariamente que quien lo lideriza sea responsable de los actos de sus miembros. Así, si un cura como Monseñor Porras se dedica a mentir en los medios de información diciendo como dijo el 12 de abril del 2002 que Chávez había renunciado a la Presidencia, eso no significa que debamos responzabilizar al Papa por sus actos, sino que corresponde al Papa llamarle la atención, y a la Iglesia tomar las medidas correspondientes según el Derecho Canónico.

Quien ha agredido a un periodista, sea chavista o no chavista, ha cometido un delito y no hay discusión, pero lo que sí es discutible, como es costumbre en este país, es culpar al Presidente de todo y por todo como si se tratara de un ser omnipresente y omnipotente; o escudarse detrás del carnet, la amistad, el compadrazgo o el escudo de ¿político? para eludir responsabilidades civiles y penales.

¿Vamos a seguir cargando con el cuento de eximir de su responsabilidad penal a aquellas personas que cometen crímenes sólo porque alegan que se trata de revancha o persecución política? ¿La política nos hace impunes? ¿Actos políticos? ¿Esos supuestos actos políticos están por encima de la Constitución? ¿Política es sinónimo de corrupción o la corrupción de los que se llaman políticos y usan la política para sus fines egoístas es la que ha corrompido a esta?

¿No sería conveniente que, entre otros, los medios de información venezolanos, nos educaran acerca de lo que es en verdad la política y cómo ejercerla honesta y limpiamente, en vez de defender la corrupción cuando a un Carmona Estanga, un Carlos Andrés Pérez, a un Cisneros o un Carlos Ortega se les va a enjuiciar, argumentando que se trata de revancha o venganza política, toda vez que han incurrido en violaciones de las leyes? ¿No es eso psicopatía, particularmente porque se declaran ser defensores y estar del lado de la justicia y la verdad?

Julio Aray, reconocido psiquiatra venezolano, afirma en su obra “Sadismo en la enseñanza”, del año 1979, que no sólo el sadismo está presente en todas las formas que asume la enseñanza en la vida contemporánea, sino que además, está muy imbricado en los medios de información. Esto puede observarse en las descripciones detalladas de los periódicos en relación a los crímenes más violentos: “Algunas de estas descripciones podrían englobarse dentro de las inclinaciones necrofílicas del periodista” (p. 43). Aray añade más adelante: “El sadismo es también producto de sólidas presiones económicas, que condicionan a los medios de comunicación social e imponen a las instituciones educativas sus fórmulas represoras” (p. 45).

Esta enfermedad de los medios de información también ha sido denunciada por otros reconocidos psiquiatras como Manuel Barroso, quien en su obra de 1990 titulada, “Autoestima del Venezolano”, nos dice lo siguiente: Tenemos radio, prensa, TV, medios de comunicación. Todos comprometidos con ideologías e intereses. Hay amarillismo de mal gusto, hay noticias recortadas, tapadas, distorsionadas, campañas interesadas y programas de opinión, ruedas de prensa donde se dice lo que conviene en la creencia de que los usuarios somos retrasados mentales. La verdad sólo se conoce a través de corresponsales o revistas extranjeras o en los pasillos de las universidades. A través de los medios de comunicación, se enjuicia a la persona, se le expone al escarnio, so pretexto de informar, aún antes de que la justicia actúe. En muchas ocasiones, callan y hasta alardean de sus amistades y contactos políticos poderosos. La prensa ha jugado un papel de celestina tolerante, no formando criterios de los abusos del gobernante, de la exageración del millonario, de componentes que no son justos ni éticos” (p. 7).

Yo pienso que estas dos reflexiones hay que asumirlas con mucha responsabilidad y seriedad. No se trata de dos chavistas fanáticos, pues el uno publicó en 1979 y el otro en 1990. Se trata de algo que viene evolucionando de larga data y que fuera denunciado, entre otros, por Antonio Pasquali, desde la década de los 60.

Mi responsabilidad como promotor de la salud mental que asumo como psicólogo clínico me lleva a preguntarme: “Si bien los periodistas tienen derechos, ¿eso significa que nosotros, la mayoría, el Pueblo venezolano, no los tenemos? ¿Qué clase de enajenación mental puede existir en unos individuos que exigen su derecho a mentirnos y nos imponen como nuestro deber aceptar sus juicios y mentiras? ¿Qué clase de enajenación mental pasa por la mente de los miembros de organizaciones periodísticas como la SIP, la cual miró para los lados, por ejemplo, durante el gobierno de Jaime Lusinchi, momento en que fueron perseguidos, torturados y ajusticiados numerosos miembros de los medios, pero que arman un escándalo cuando el expresidente Rafael Caldera o Chávez tratan de que nosotros los ciudadanos contemos con información oportuna y verás o que no existan mensajes racistas en los medios? Más aún, ¿por qué dichas organizaciones periodísticas ignoran las persecuciones de las que son objeto los trabajadores honestos de los medios cuando no siguen la línea editorial, lo cual es el caso de Andrés Izarra, quien fuera despedido de RCTV el 12/04/2002? (En: Chávez y los medios de comunicación social, Alfadil ediciones).

Mi responsabilidad como promotor de la salud mental me lleva más allá. Yo me pregunto, ¿por qué tanto silencio de parte del gremio de la salud física y mental ante la conducta enferma y antisocial de los medios de información privados de Venezuela? Si no me equivoco, ni la Santa Federación de Psiquiatras ni la Santa Federación de Psicólogos ha realizado una sola campaña significativa a favor de nuestra salud mental denunciando y llevando hasta sus últimas consecuencias las conductas antisociales y antivalores de los medios de información privados de Venezuela.

¿Qué está pasando con la Organización mundial de la Salud? ¿Qué están haciendo por defender nuestros derechos legales a nuestra salud mental supuestamente aprobados por la ONU? ¿Pura paja? ¿Por qué permiten la promoción de la homosexualidad que realizan los medios privados a través de cartoons? ¿Es que los medios privados tienen derecho a exhibir lo que les venga en gana y los niños no tienen derecho a crecer y desarrollar una personalidad sana?

Vivanco en su carta al Presidente de Venezuela con fecha 01/07/2003 argumentó: el dr. Eduardo Bertoni, Relator Especial sobre Libertad de Expresión de la Organización de Estados Americanos (OEA), ha concluido que esta prohibición es incompatible con el artículo 13 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos porque "el derecho a la información abarca toda la información, inclusive aquella que, por oposición a veraz, pueda ser 'errónea', 'no oportuna' o 'incompleta', dado que justamente el debate amplio e intercambio de ideas es el método apropiado para la búsqueda de la veracidad de la información".

¿Cuándo se trata de “negocios” no cuentan los derechos de los niños, no importa que sean violados? Pareciera ser así, pues cuando uno lee, por ejemplo, las declaraciones de Vivanco, representante de Derechos Humanos, este superpone los derechos de los medios privados sobre los firmados en acuerdos como Convención sobre los Derechos del Niño de la ONU.



¿Establecen los medios de información una relación mentalmente sana con el público?



La respuesta es un rotundo no. La primera razón es que desde el punto de vista de la ciencia moderna, los miembros de los medios privados se tienen a sí mismos por sujetos y a nosotros por objetos. Desde el punto de vista profesional, ellos son autoridades y nosotros masa. Desde el punto de vista económico ellos son vendedores y nosotros representamos “mercancía” que puede ser vendida a patrocinadores.

Desde el punto de vista práctico, la situación también es enfermiza, pues con el argumento de llegar a todos, nos convertimos en masa, lo cual significa que perdemos nuestra individualidad al ser un número más del raiting. Tan grave como esto, es que, además, a través de la masificación tienden a generar en nosotros un tipo de pensamiento banal y acrítico, lo que, a su vez, degrada y empobrece nuestra cultura.

El mismo argumento de los medios acerca de que ellos nos ofrecen información objetiva es esquizoide, es enfermizo. Tomado de la ciencia moderna, este argumento implica que el mismo comunicador social deja de ser un ser humano, se escinde, se disocia mental y emocionalmente, para convertirse en una suerte de máquina insensible a la que nada le afecta el prójimo, pues su objetivo, ¿informar?, está por encima de lo que le pueda estar ocurriendo al otro, es decir, el objeto. Con frecuencia, no abandona el micrófono para impedir el crimen, el atropello, la injusticia, el sólo observa, mira...

La supuesta objetividad del comunicador social y su división sujeto-objeto, representa, por una parte, colocarnos en un plano inferior y, por otra, un envilecimiento, pues al dejar de lado nuestra personalidad, individualidad, inteligencia, voluntad y capacidad creativa nos manipulan conforme a sus intereses y nos tratan como “mercancía”.

Es innegable que todos los seres humanos tratamos de influir los unos sobre los otros constantemente. Eso es obvio. Pero hay una clara diferencia entre manipulación, que es ver al otro como si fuese objeto de mi propiedad al que puedo seducir, controlar, arrastrar e incitar, reduciéndolo así a una condición gregaria; y el tratar de convencer al otro con razones válidas.

Cuando uno trata de convencer a otro, psicológicamente, uno se coloca al mismo nivel de la otra persona, no la descalifica, domina o humilla, pues queda sobrenetendido que ambos buscamos y queremos la verdad. Hay respeto y se dignifica al otro; y tanto el otro como yo enriquecemos y perfeccionamos nuestros conocimientos.

Los miembros de los medios privados de Venezuela intentan modelar nuestra mente, voluntad y sentimientos para usarlos como medios al servicio de sus fines, no intentan, como usted mismo puede apreciar, que se informe, sino que tome partido en contra del gobierno porque: “ahora mismo hay que salir de Chávez”, sin importar las consecuencias.

Su golpe mediático ha costado a los venezolanos vidas y heridos, nos ha llevado al punto de una guerra civil, ha profundizado las divisiones sociales ya existentes con anterioridad, ha costado miles de millones de dólares, los cuales han incidido negativamente sobre nuestra economía y calidad de vida y ¿de qué se preocupan las organizaciones internacionales? Obviamente de la “libertad de prensa”, más no de la gente de carne y hueso.

La banalidad y los intereses antes que los seres humanos. El diario el Universal con fecha 10/12/2003, expresa que las Organizaciones de Libertad de Prensa emitieron resoluciones ¿con qué moral?, entre las cuales exhortan a Chávez a respetar la Libertad de prensa, escandalizándoles que en Cuba no haya la tal libertad, pero no les escandaliza el que USA, contra la voluntad de 127 naciones no haya levantado el bloqueo económico a Cuba o que susodicho país masacre niños en Afganistán o Irak.

El Comité Coordinador de Organizaciones de Libertad de Prensa reunido en Ginebra rechaza la supuesta persecución a los medios de comunicación privados en Venezuela, pero esconden sin ninguna vergüenza los cierres de las emisoras alternativas por parte de autoridades de la mal llamada oposición, no han dicho esta boca es mía para llamar la atención a los medios de información privados de Venezuela cuando aprobaron el golpe de estado venezolano el 11/04/2002 o cuando los policías metropolitanos, polipeñas, son dejados en libertad a pesar de las pruebas existentes de haber asesinado a civiles durante el mencionado golpe. Pareciera que tampoco les molesta ni les interesa que CNN y la BBC tengan montada una campaña de descrédito contra nuestro país.

Sin miedo a equivocarme, del análisis anterior, no puedo más que concluir, que la tal libertad de prensa no es más que un subterfugio para encubrir el libertinaje de los medios de información privados de Venezuela para manipular, no asumir sus deberes y responsabilidades y desconocer La Declaración de Principios sobre la conducta de los periodistas. Actúan contra la sociedad y lejos de aportar valores como la solidaridad estimulan la división y la violencia social, lo cual nos habla de una clara psicopatía entre un grupo numeroso de los miembros de los medios de información privados de Venezuela.

dgrosso@cantv.net



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