Es muy sintomático que detrás de las depresiones económicas temporales o
duraderas, detrás de las devaluaciones monetarias y luego de las mejoras
salariales de cualquier tipo, aparezca el fenómeno de la Inflación.
Yendo a la fresca historia de Venezuela, antes del "viernes" aquel, cuando
definitivamente nuestro dinerario perdió todo valor intrínseco y hoy por hoy
hasta se complementa con los obsoletos vales de uso oficial (cesta tickets),
antes de ese viernes copeyano y socialcristiano, decimos, la figura de la
Inflación no se conocía en Venezuela. Oíamos de su ocurrencia y sufrimiento
popular en otras tierras, por ejemplo, en aquella infatuada Argentina, hoy
pedigüeño de la Venezuela, siempre Venezuela, generoso y pendejo.
Es que como en otros países imperializados por las potencias capitalistas,
en Venezuela la Inflación llegó para quedarse. Esto no admite ya
contravención alguna para una Administración Pública muy metida de lleno en
la política económica nacional e internacional, pero manifiestamente incapaz
de frenar ni mucho menos de quebrar este flagelo de tan importante
antipopularidad. Por el contrario, su Poder Ejecutivo la alimenta sin cesar.
Si usted se toma un tiempito y le hace seguimiento al tema inflacionario
podrá leer mil y una insensateces o definiciones, piratas las más de las
veces. No podía ser de otra forma habida cuenta de que los "tiradores de
flechas" en la materia económica son los escritores y analistas más
abundantes de la mediática en general. Súmese a ellos el ejercicio de
Economistas proburgueses, todos ellos incapaces de sincerar el problema
inflacionario. Sus análisis y opiniones giran alrededor de razones
especulativas y de la escasez de algunas mercancías, como si la escasez
inducida no fuera un mecanismo usual del empresariado a fin de reducir
inversiones y seguir obteniendo las mismas ganancias con una misma oferta
constante y con una empobrecida calidad. Estos economistas proburgueses
no pueden hacerlo porque manejan un esquema de costes muy diferente al
concebido por la "teoría marxista", las cuales pasamos a detallar dentro de
lo posible por este medio:
Efectivamente, tomemos el presente ejemplo numérico:
I) Sea 80 + 20 + 20 = 120 = Costo y valor de un PTB cualquiera en una
sociedad capitalista no menos cualquiera. Esos sumandos, respectivamente, y
de izquierda a derecha, representan el capital constante, el c. variable
(salario mínimo), y el plusvalor. Este último es un precapital que al pasar
al mercado de las mercancías se trueca en ganancias para el capitalista. De
estas ganancias el productor toma una parte para su consumo personal y
familiar, y el resto suele capitalizarlo. Este resto se conoce como
"ahorros". Tal es, groso modo, es esquema marxista de costes. La tasa de
ganancia es 20% del capital en juego: (20/ 80 + 20).
II) Para el esquema burgués, ese mismo PTB se descompone de la siguiente
manera:
(80 +20) +20 = 100 + 20, para 100 = capital constante invertido, y 20 =
ganancia de mercado. La tasa de ganancia es también
20% del c. en juego: (20/ 100).
Ahora pensemos en una mejora salarial decretada por el Ejecutivo venezolano
el último Primero de Mayo, montante a 30% del salario mínimo anterior.
Entonces, el esquema I) contable y estadísticamente queda así:
80 + 26 + 14 = 120, Obsérvese que esa mejora salarial (30%/20) va con
cargo al precapital o plusvalor, razón por la cual el valor del PTB
permanecería constante, y la Inflación no debería aflorar.
Pero bajo el esquema II) o esquema burgués, ocurre lo siguiente:
(80 + 26) + 21,2 = 127,2, e = 120 + 7,2. Este último sumando (7,2)
representa la Inflación absoluta, o sea 6%. Tal es la indeclinable e
inevitable Inflación acarreada por esa "mejora" del salario mínimo. Sobra
añadir que una demostración semejante regiría para los efectos
inflacionarios de las devaluaciones monetarias y de las depresiones
económicas evaluadas, contabilizadas y apreciadas por la visión del
Economista no científico o burgués.
marmac@cantv.net