Construyendo la Teología de la Liberación Necesaria (Parte II)

Hablar hoy de la Teología de la Liberación, es hablar de una realidad histórica y profunda que debe ser analizada con la mayor seriedad y con el mayor compromiso con la verdad. Esta es una discusión obligatoria para toda persona que en verdad esté comprometida con su fe desde una perspectiva verdaderamente liberadora.

Ha habido un periodo casi silencioso, de aquellos sectores que hasta pocas décadas hablaban de una manera casi radical de la teología de la liberación. Muchos de ellos ya rompieron lazos con las ideas originales de la Teología de la Liberación y otros están escondidos entre las paredes de las Academias o encumbrados en organizaciones que dejaron de ser populares, para presentarse como los depositarios originarios de lo que una vez ellos y ellas mismos llamaron Teología Latinoamericana de la Liberación y que ahora la limitan a unas reuniones anuales de especialistas muy letrados y de mucho prestigio intelectual.

Sea como sea, la fuerza del despertar político de una nueva izquierda en América latina y en otras partes del mundo, nos obliga a avivar la discusión acerca de lo que es la Teología de la Liberación en nuestro continente, desde la perspectiva del cambio político que se ha dado en las masas, mas allá de sus dirigentes, y a pesar de ellos y ellas.

La teología de la liberación no le pertenece a los círculos de intelectuales, aunque ellos y ellas la hayan querido patentar como propiedad exclusiva de algunos grupos teológicos elites.

Ella nace en el pueblo, y le pertenece al pueblo y por lo tanto debemos reconocer que hoy esta mas viva que nunca, aunque quienes la predican con la verdad, han tenido que asumir un rol casi en secreto de Remanente histórico, ante la persecución y descalificación que hacen algunos círculos que todavía se identifican como liberadores.

Hay que arrebatarles a esos y esas intelectuales de salones a la Teología de la Liberación, y rediseñarla desde la perspectiva de los cambios políticos que se están dando en nuestro continente y en otras partes del mundo. Hay que hacerla pueblo de nuevo y liberarla del simple, estéril y peligroso ejercicio Académico. Hay que hacerla Comunidad, es decir PUEBLO.



De la necesidad a la urgencia de construir una teología de la Liberación pertinente.



Conocimos a la Teología de la Liberación Latinoamericana y militamos en ella por el compromiso con las Comunidades y desde la urgencia de ser pertinentes ante los retos que nos planteaba la realidad social y política de nuestro entorno.

Quizás en un tiempo, carecíamos del conocimiento formal necesario, pero nos sobraba el romanticismo y una especie de activismo revolucionario y cristiano que nos hizo encarnarnos en las comunidades más pobres. Otros y otras mejor formados académica y teológicamente, en ese entonces, se adueñaron de lo "liberador", transformándolo en una acción estrictamente acorralada dentro de los límites de los círculos intelectuales y académicos. Llegaron en cierta forma a domesticar a la Teología de la Liberación por varias décadas, a silenciarla y hacer que perdiera su protagonismo histórico, político y social.

Siempre hubo un remanente fiel, un grupo de personas que se resistió y todavía se resiste a aceptar como una simple Escuela o Tendencia, a la Teología de la Liberación, a la cual muchos de esos círculos de teológicos-intelectuales, definen hoy como pasada de moda o como un anacronismo filosófico o político. Este remanente no estuvo, ni está en la Academia, vive en todas aquellas Comunidades de Fe que han mantenido su compromiso con los pobres.



La Teología de la Liberación tiene múltiples rostros, es polisémica, multicultural y multiétnica.



Dios se presenta frente a la realidad actual, desde variadas relaciones dialógicas. Esto permite percibir al Dios bíblico, como un ser con verdaderas cualidades humanas. En la Biblia percibimos a Dios en claras Teofanías, hablando, creando, caminando, feliz y hasta enojado o entristecido. Vemos en el relato bíblico del Antiguo Testamento, como los diferentes autores nos quieren describir el rostro, las manos, sus ojos, las emociones de Dios.

En el Nuevo testamento, esa presencia de Dios se hace más radical y se expresa en el hecho mismo de la Encarnación de Jesús. Esta encarnación es la plena identificación de Dios con los seres humanos y especialmente, como dice San Pablo en Filipenses, con los más débiles: "Tengan unos con otros la manera de pensar propia de quien está unido a Cristo Jesús, el cual: aunque existía con el mismo ser de Dios, no se aferró a su igualdad con él, sino que renunció a lo que era suyo y tomó Naturaleza de Siervo…"

Es urgente, que en nuestro contexto venezolano tenemos que concebir a Dios, con los rostros que tiene nuestro pueblo. Entonces debemos asumir a Dios como pobre, aborigen, afro descendiente, Como mujer, niño o niña, mestizo, con todos los rostros y colores de piel del venezolano, de la venezolana. Dios se encarna siempre y actúa en la historia desde y con los más débiles.

¿Cuál rostro sería más apropiado en nuestros respectivos contextos? Aquel que más se adapte a nuestras luchas comunales, sociales, culturales, económicas, políticas. En pocas palabras en una sociedad tan pluricultural como la nuestra, Dios asume todos los rostros de los oprimidos, dependiendo el lugar en el cual construimos nuestra propia historia como pueblo. Es por eso que la Teología de la Liberación no puede encerrarse dentro de los límites que por varias décadas le ha impuesto la Academia o los intelectuales.

Dentro de nuestro contexto los pobres tienen varios rostros, estos no son anónimos, son sujetos activos de su propia liberación. Las comunidades han dejado de ser conglomerados pasivos, para se llegar a ser Comunidades de cambios, a través de los procesos dados en esta Revolución Bolivariana. Es la misma Revolución la que ha planteado que para vencer a la pobreza hay que darle poder a los pobres. Ese empoderamiento ya Jesús lo había anunciado en el texto de las Bienaventuranzas y lamentos, de manera clara y precisa:

"Jesús miró a sus discípulos, y les dijo: "Dichosos ustedes los pobres, pues de ustedes es el reino de Dios.

"Dichosos ustedes los que ahora tienen hambre, pues quedarán satisfechos.

"Dichosos ustedes los que ahora lloran, pues después reirán.

"Dichosos ustedes cuando la gente los odie, cuando los expulsen, cuando los insulten y cuando desprecien su nombre como cosa mala, por causa del Hijo del hombre. Alégrense mucho, llénense de gozo en ese día, porque ustedes recibirán un gran premio en el cielo; pues también así maltrataron los antepasados de esa gente a los profetas.

"Pero ¡ay de ustedes los ricos, pues ya han tenido su alegría!

"¡Ay de ustedes los que ahora están satisfechos, pues tendrán hambre!

"¡Ay de ustedes los que ahora ríen, pues van a llorar de tristeza!

"¡Ay de ustedes cuando todo el mundo los alabe, pues así hacían los antepasados de esa gente con los falsos profetas! (Lucas 6: 20 al 26.)



En el texto del Evangelio Jesús transforma a los pobres en los Bienaventurados y propietarios originales del Reino de Dios. Esto nos hace poner énfasis en el tiempo del verbo en versículo en el cual declara a los pobres propietarios del Reino, de la Nueva Sociedad.

En Jesús se declara la presencia del Reino en Medio nuestro: "El reino de Dios ha llegado a ustedes" El reino esta aquí en medio nuestro y nos pertenece legalmente a quienes hemos sido históricamente marginados y olvidados.

El, Cristo, ha hecho realidad la presencia del Reino entre nosotros y nosotras. Este tiene un rostro variado, porque tiene los rasgos de las Comunidades que luchan por su liberación y esos rasgos son de personas mestizas, afro descendientes, criollas.



La Teología de la Liberación tiene Múltiples contextos.



No se puede limitar a la Teología de la Liberación, a un solo contexto, ella nace como latinoamericana, pero a través de décadas se ha trascendido así misma. Es por eso que podemos hablar hoy en día de una Teología Liberadora Africana, asiática, musulmana. Esto tiene su explicación en las propias palabras de Jesús, cuando dice: "Me han concedido plena autoridad en el cielo y en la tierra…"

Rostros diversos y diversos contextos. Lo que hace a esto posible, es la presencia y poder del Espíritu Santo en medio de diversas culturas alrededor del mundo. Ya San Lucas señalaba en el libro de Hechos de los Apóstoles, la trascendencia del Evangelio: "Recibirán la fuerza del Espíritu Santo que vendrá sobre ustedes, y serán testigos míos en Jerusalén, Judea, Samaria y hasta el confín del mundo". Vemos aquí al Evangelio trascendiendo su contexto original étnico, cultural, religioso y geográfico, para llevar a todos los pueblos su mensaje liberador.

Así como los imperios han tenido la pretensión de dominar al mundo, así también la Iglesia tiene el compromiso de transmitir su mensaje liberador y ponerse al lado de los pobres, de los perseguidos y marginados alrededor del mundo. La Iglesia ha sido comisionada a liberar al mundo, ella tiene la responsabilidad de enfrentar cualquier intento de dominación de los poderosos.



La Teología de la Liberación tiene solo una opción.



La opción radical del evangelio es por los pobres, sin esa opción radical no habrá una verdadera Teología Liberadora. Ya no podemos definir esta Opción como preferencial, porque siempre habrá la tentación de favorecer a los grupos de poder, y darle al pueblo una migaja de esa opción que hasta ahora se ha definido como preferencial y no como única. Siempre los poderosos han manipulado el poder, la Iglesia como institución humana no ha escapado a esta manipulación.

Muchas de las primeras Comunidades de Fe del Nuevo Testamento, fueron absorbidas por el poder imperial. El imperio convirtió al cristianismo en una herramienta eficaz para la manipulación y la dominación. Esta es una práctica tiene vigencia el día de hoy.

Prevalece una continuidad imperial en las Jerarquías eclesiales en diferentes credos religiosos cristianos, estas jerarquías utilizan el mismo lenguaje y las mismas prácticas de los imperios de turno, como herencia que les ha dejado el antiguo imperio romano.

La iglesia, para hacer una opción verdadera y sincera por los pobres, debe hacerla desde una perspectiva radical y Jesucristiana.

Esta Opción es verdadera sí y solo sí asume su radicalidad en la identificación plena con los empobrecidos por los sistemas políticos, económicos, sociales y religiosos. Son los empobrecidos los verdaderos herederos de ese Mundo Otro o Reino de Dios. Como lo dice el Apóstol Santiago: "Escuchen hermanos míos queridos ¿Acaso no escogió Dios a los Pobres de este mundo para hacerlos ricos en la Fe y herederos del Reino que prometió a los que lo aman?".

La Iglesia sólo puede ser fiel a Dios, siendo fiel a su opción por los pobres. Para recordar esto miremos lo que dice Jesús en el evangelio: "Les aseguro que lo que han hecho a uno solo de estos, mis hermanos menores, me lo hicieron a mí". La opción por los pobres es una opción por Jesús, por Dios. Por lo tanto no hay Una opción que pueda llamarse verdadera, si esta no nace desde las mismas comunidades y con ellas.

No podemos seguir viendo al pueblo como beneficiario, sino como generador de su propia liberación, otra cosa sería paternalismo, no importa de donde venga.

El intelectualismo teológico de izquierda que impulsó a la Teología de la Liberación en nuestro continente en décadas anteriores, ahora está, en muchos casos, aliado con la derecha y terminó siendo un sector paternalista que dirigió sus últimos pasos hacia posiciones conservadoras, abandonó su pretendida opción preferencial para llegar a tener una opción única por los poderosos.

La teología de la Liberación no puede caer de nuevo en los convenimientos de la Iglesia-Poder-Jerarquía, que domesticó a ciertos sectores de la Teología de la liberación, al hacer de esta una corriente de pensamiento con cabida en los grandes centros académicos religiosos conservadores de prestigio.

En estas Sociedades latinoamericanas que se definen ahora como Democracias Socialistas, Participativas y protagónicas, la Opción de la Teología de la Liberación, será verdadera, si es una Opción radical, única, profundamente bíblica y cristo céntrica.

Una verdadera Teología de la Liberación en la actualidad, tomará críticamente otros paradigmas políticos como métodos de análisis de la realidad, además del Marxismo. Esto implica tomar como referencia la discusión de los elementos del Socialismo del Siglo XXI, la Doctrina Política de nuestros libertadores y libertadoras, para poder estar en sintonía con la gente a la cual le debemos nuestro compromiso y opción.

Maracaibo Venezuela.

Epateo@gmail.com



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Obed Juan Vizcaíno Nájera


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