Haciendo referencia al Estadio Nacional de Santiago de Chile, y sus ochenta y cinco mil aposentadurías bien repletas en aquellos días del Colo-Colo 73, el presidente mártir de la democracia chilena hacía notar que su aspiración era un trabajo deportivo que nos llevara a tener ochenta y cinco mil personas en la cancha y sólo 22 mirones en las tribunas, todo lo contrario que lo que vivíamos en esos llenazos de Copa Libertadores…
Hemos recordado insistentemente esas palabras a propósito de la participación de la delegación de la República Bolivariana de Venezuela en Beijing 2008, tan criticada, satirizada y ridiculizada desde la oposición porque no trajeron tantas medallas como habría que suponer por el entusiasmo con que los despedimos.
Una vez más queda claro que la oposición venezolana ha perdido el toque mínimo que debe tener un político: conocer el terreno que está pisando. El país cambia a diario y ellos, ni bola, no se dan por enterados, creando tal zanja entre la realidad y su desquicio, que es previsible suponer que Chávez siga mandando hasta cuando hagamos las Olimpíadas Barinas 2000 no sé qué.
En primer lugar, todos los entusiasmos, cuñas y discursos al despedir a nuestros muchachos y muchachas, mejor no pudieron ser y a mucha honra. Nunca delegación de estas tierras había llevado tanto cham@ pa´llá. Porque pareciera ser que estos criticones creen que la delegación era grande porque la chequera petrolera de Chávez (como ellos le llaman a la buena situación económica que vive el país) tenía rial como para pagar muchos, muchos pasajes. No. Cada atleta se ganó su viaje “clasificando”, ganando un puesto, a tal punto, que algunos de ellos, mala suerte, qué más, perdieron con competidores a los que ya les habían ganado en torneos internacionales previos.
Así que si tantos ganaron su derecho a ir pa´llá, legalmente, y fueron tantos, ¿no será que en este país está creciendo muchísimo el deporte..? No será que así como tenemos más del triple de estudiantes universitarios que cuando Chávez llegó a Miraflores, también ha aumentado en mucho la cantidad de muchachos/muchachas haciendo deporte y a tal nivel que cumplen con los requisitos para ir a una olimpiada, en una proporción que merece mucho más que una pobre medalla de oro, merece el reconocimiento, la autoestima, la felicidad de un pueblo.
Porque como esos muchachos son como los hijos de todas las familias de este país (eso significa que nos representen, idiotas de la oposición), ellos merecen el mismo tratamiento de cariño y felicidad y bendiciones que en cada familia de ellos sucedió cuando los despidieron y ahora que los reciben. Apuesto, por ejemplo, que las madres están poco preocupadas de que si medallas o no: deben estar felices porque sus hijos viajaron lejísimo, compitieron con los colores nacionales en el pecho y luego volvieron sanos y salvos, sin un hueso roto, ni una lesión, ni mucho menos que un terrorista protegido del amigo de nuestros opositores les pusiera una bomba como ocurrió en 1976 con el avión cubano repleto de deportistas de esa nación hermana.
Tenemos campos deportivos como nunca antes. Por primera vez en 90 años se hizo una Copa América aquí. Nuestras delegaciones roncan en todos los torneos a nivel continental o subcontinental… Las delegaciones de deportistas discapacitados logran sonados triunfos internacionales… Y, con una educación en explosión, es decir, que no se trata de agarrar cinco o seis personas superdotadas puestas a engordar como a un cochinito y a entrenar y a ver si la pegamos, se trata de que si en este país los estudiantes son casi más que la población total (¡!) porque aquí estudian los hijos, estudian los padres, estudian los tíos, los abuelos, los vecinos de al lado y los del frente, porque en este país donde por primera vez subimos en el ranking de educación de las Naciones Unidas, el muchísimo más deporte que estamos viviendo no es sino un resultado natural de lo que para los muchach@s significa la Patria Buena que estamos viviendo. El país que la oposición no ve cambiar ni que le construyan otro viaducto…
Con este crecimiento deportivo las medallas ¡claro que van a llegar! Si no llegaron esta vez hasta por miedo escénico puede haber sido. Cambio climático, distancia, no olvidemos que los nuestros son muy jóvenes… Sin contar con esa movida que huele a CIA, que pareciera ser hecha para embasurar estas olimpíadas chinitas de manera que no pasen a la historia como las más bellas que la humanidad ha conocido, sino por sus malos arbitrajes… que también nos perjudicaron.
No vamos a ganar nunca medallas si no vamos para China o para donde sea que se hagan las olimpiadas. Y menos aún si no hay una gran masa de jóvenes practicando deportes. Y si aún así no ganáramos medallas, ejemplo negado, así y todo tendríamos derecho a celebrar que en nuestra representación nuestros hijos van a PARTICIPAR, porque tampoco es una obligación ganar, es decir, hay países donde nunca han tenido una Miss Universo, y no por eso los hombres andan reprochándole a sus mujeres lo feas que son, porque sin dudas deben haber muchas bonitas, porque sin dudas todas son bonitas aunque no ganen un Miss Universo…! Así que en esta tierra tan bendecida por Dios, quien ande por ahí reclamando que no somos los mejores de los mejores es porque no se ha enterado que vive en el mejor país del mundo y en el mejor momento de su historia. Claro, si no lo sabe, tiene que andar hablando pendejadas para llenarse la vida.
Comenzamos estas líneas recordando el pensamiento de Salvador Allende, que alcanzó a estar tres años con el gobierno más de los jóvenes que ha conocido Chile. El presidente mártir dijo una vez que “ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica…” y en su gobierno, se intentó (el golpe gorila de Pinochet lo impidió ) aplicar un programa de estudios que habría significado poner en práctica en Chile las ideas educacionales de Simón Rodríguez..! Para celebrar, aquí en Venezuela, los 100 años de su nacimiento, las becas de Fundayacucho se llaman hoy Salvador Allende. Así que bien viene su recuerdo a la hora de la presentación de los jóvenes venezolanos en Beijing: su preocupación por tener un deporte de masas, donde tuviéramos más gente en la cancha que en las gradas, se está materializando en el gobierno del Presidente Chávez, con un impresionante crecimiento del músculo deportivo, como bien lo evidencia el aumento de la delegación venezolana.
A la hora de hacer el balance, como en toda actividad, uno, desde fuera, recomendaría que la presión ambiente no sea de manera alguna parte del equipaje de los muchach@s. A lo interno, que todo esto les sirva para madurar y crecer. A nosotros, en tanto, nos queda el grato sabor de ver una gran cantidad de jóvenes venezolanos participando, estando ahí, gracias a que su país se preocupa de ellos y de sus esperanzas y de sus aspiraciones. Por algo estamos hablando de una nación donde el Ministro del Despacho de la Presidencia es un joven abogado de sólo 26 años…
Medalla de Oro para las Revolución Deportiva. Y al que le pique, que se rasque.
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