Definitivamente somos dos grupos de venezolanos

Sin sentimientos xenofóbicos, que reconozco he sentido parcial y puntualmente y ocasionalmente cuando he observado tratos vejatorios, por ejemplo de empresarios de cualquier tipo en contra de obreros y obreras –asunto que rechazo de cualquiera por venezolano que sea– en algunas oportunidades pensé que los hijos, y ahora nietos, de extranjeros que anclaron en Venezuela para hacer la vida digna que no tuvieron en sus países, y lo lograron, se comportarían no muy venezolanamente cuando estuviésemos en situaciones de conflicto internacional. De origen vasco, alemán, croata, etc.

Me basaba en que por más que un extranjero conviva en un país mantiene un vínculo emocional con sus orígenes. Asunto muy lógico. Lo percibimos en menor escala cuando estamos de viaje y nos tocan la fibra nacional. Un italiano no deja de hablar de su Italia, le encanta un Ferrari –a mí también– y antes cuando no había la invasión japonesa, su vehículo era un Fiat. Usar zapatos puntiagudos y ropa característica del diseño a la moda de la “bota italiana”. Su música. Ah, no pelan un espagueti –nosotros tampoco, pero también le metemos a lo criollo. Así han criado s sus hijos, prefiriendo se casen entre compatriotas y comparten su idioma y sus costumbres caseras italianas.

Esta situación la podemos extrapolar a cualquier nacionalidad. Ni se diga la parcialización en un partido de fútbol o en cualquier actividad donde participe un coterráneo.

Menciono italianos, pero busque vincularse a los amigos árabes, o a los chinos. Por hablar de los masivos. Muy pocos árabes se casan con una venezolana y ni pensar en los chinos. Es más, en los árabes prevalece el excesivo respeto a los padres por encima de todo. Hasta en los políticos. Tienen mucho peso.

Por eso nos preocupa cuál será la ubicación de los 4 millones de colombianos, por más identificados y hermanados como vecinos y amigos, a la hora de un hipotético y no deseado, como ninguno otro, conflicto con Colombia que hasta dejaría de ser hermana.

Repito, no existe ningún tipo de xenofobia en estos comentarios. Pero creo que muchos nos lo hemos planteado.

Por ello siempre he considerado una tontería eso de estarse nacionalizando por asuntos de obtener algunos privilegios para desenvolverse. Con mayor razón en países con rigidez en ese concepto, como USA. El corazón y la mente están en los países de origen. Nadie abandona su sentimiento de Patria grande. Estimo que bastarían unos convenios de compartición.

Sin embargo, he propuesto que se impida el voto a los venezolanos que vivan en el extranjero, alejados del devenir cotidiano, y que lo hagan los que están en actividades autorizadas. Educación, actividades diplomáticas, deportivas, enfermedades, etc., etc.


Bien. En definitiva no voy a hacer un análisis de la situación de los extranjeros en el país, parecida a cualquier país. Menos de los “indeseables” como ven en USA a los que inmigran sin “billetes” –contrario a nuestro país, menos civilizado???– Lo describí en un artículo para nuestra Aporrea: “YO UN INMIGRANTE MÁS”. Como, por ejemplo, aquellos que hicieron muchísimo billete y se adueñaron, además, de algunas cámaras empresariales, banqueros inclusive, y que desde el “viernes negro” han sacado de Venezuela 150 millones de dólares. Cuidan su propio peculio sin importarles un carajo el resto de los venezolanos. Capitalismo salvaje, pues. O aquellos trasladados de las transnacionales –mentalmente– a la Industria petrolera de antes, todos agringados, etc.

Claro, dentro de estos vínculos extranjerizantes, que no tienen exclusivamente que ver con ser descendiente de gente de otros países, están algunos personajes de la iglesia católica. Ojo, dije algunos. Nos referimos a los curas españoles, pero también a los jerarcas, de mayor influencia, por depender de un gobierno extranjero como el Vaticano. Con mentalidad etérea. Apátrida y lo más grave, anticristianos, de espaldas al humilde del pueblo.

Prueba del pitiyanquismo es que ciegamente se pliegan a los designios de cualquier Bush. Y lo que es peor, al mayamerismo que exacerban. Léase pitiyanquismo criollo.

Pitiyanquis era el término frecuentemente usado cuando transitamos la universidad de los años 60-70 y que nuestro Presidente, al captarlo, rescató dándole el real sentido para estos momentos cruciales donde ese sentimiento apátrida emerge con fuerza. En Venezuela lo conforman, con sus muchas excepciones, los privilegiados de siempre, extranjeros de otras latitudes y venezolanos de… de otras latitudes.

Mentalmente en otras latitudes. Usaenses, las más.

Cuando el Presidente Chávez dice que son peores a los yanquis, se corresponde al razonamiento más simple y acertado: quieren más a USA y a sus costumbres, al extremo que podemos asegurar que en sus casas hay pocas cosas criollas. Ni música llanera, que de paso no saben bailar. Ni idea de aproximarse a conocer una expresión, una palabra en idioma indígena. Ni una hermosa leyenda de esos sabios pueblos.

Es más, siguen considerando válido el eliminado concepto de Descubrimiento de América, y nada de la Resistencia Indígena –así como por torpes no aceptan la octava estrella de nuestro tricolor– Y siguen llamando indios, conocidos por la historia de Disney o de la MGM que por laborígenes. Y por supuesto, saben más (y contribuyeron a la ignorancia colectiva) de apaches, siouxs y de Toro Sentado, que de los Toromaina, Teques y Tamanaco y de las investigaciones de Julio Febres Cordero y Miguel Acosta Saignes.

Prefieren viajar cada vez a Miami, a shopping comiendo chatarra a las luces del progreso, que a la Gran Sabana y comer pavón. Mil vainas, pues.

Ni pensar en conocer México, Centroamérica y Perú y su hermosa cultura precolombina. Simplemente prefieren pura rumba y compradera.

Cuando vemos que se menciona o se descubre un intento de asesinato, y si es de Chávez mejor, en su egoísta visión política no les importa que muera una persona, un presidente, mucho menos un Líder venezolanito y universal.

Por el contrario el odio es tal que les aterra su supervivencia.

No olviden que lo que sienten por Chávez y por nosotros, y por todo lo que huela a Revolución bonita, roja rojita, es ODIO. Lo de siempre, y lo que mejor hacen, además de enriquecerse, es despreciar a los humildes, al pueblo, a la pobreza que no conocen ni entienden (para ellos es una masa informe, sin piel, sin varices, sin niños abandonados y mal queridos) y a los que sólo se aproximan, a veces con asco, al que huele a tierra mojada (los que llaman tierrúos) pero poseen nobleza en el alma.

En pocas palabras, velan egoístamente por sus intereses económicos. Por sus carros lujosos, sus lanchas, sus viajes, sus propiedades acá y en el extranjero, sus estudio, mientras que los pobres les saben a mierda. Y no estoy inventando nada, los conocemos muy bien a casi todos.

Son los que no mueven ni una pestaña ante los desastres en Haití. Que disfrutan con las muertes y separación en Bolivia. No sólo son apátridas sino antilatinoamericanos. Les duele y ven muy grave que soberanamente estemos creciendo. Que con bolas despidamos a los embajadores de USA. Se asombran con los aviones rusos de visita y por los que compramos, como una audacia para compensar la manipulación estadounidense. Rechazan las maniobras rusas y los ven comunistas.

No entienden nada del proceso cubano. Fidel es un monstruo. Están envenenados. Son unos grandes ignorantes desinformados. ¡Dan lástima!

Sí, lástima por ellos. Debiéramos rezar por sus almas, incluso por las de algunos sacerdotes. Y porque aclaren sus conciencias, para que puedan vivir un poco mejor. Aunque es una cuestión mediática, ahora en guerra de cuarta generación. Quisiéramos ayudarlos para que bajen sus odios y empiecen a amar. Amar al prójimo. Aunque sea un poquitico.

Nosotros somos todo lo contrario. Y no voy exponer nada de eso que sabemos. Solidaridad, equilibrio, humanismo, etc., etc., etc.

Para darle un toque de humor, podemos decir que somos dos grupos de venezolanos. Los integrales, o sea venezolanos. Y Los que han perdido parte de su gentilicio: se les fue el “venezol” y quedaron puros “anos”.

Están vueltos un… sinónimo. Son unos malos sinónimos.


¡Patria, Socialismo o muerte! y si logramos quitamos a los pitiyanquis de encima –masivamente ayudando para que se vayan para Miami– y aclarándoles a los menos envenenados nuestros ideales que son beneficiosos para todos, o sea, enseñándolos a ser humanitarios y a amar ¡VENCEREMOS!


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Eduardo Palacios Sevillano

Ingeniero Civil. Escritor y caricaturista. Productor radial y locutor. Miembro de la directiva de la Orquesta Sinfónica del Estado Anzoátegui. Miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Bolivariana del Edo. Anzoátegui. Coordinador de la Red de Historia, Memoria y Patrimonio de Anzoátegui.

 edopasev@hotmail.com

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