Un 18 de octubre de 1965 es detenido por la policía política del gobierno de Raúl Leoni el dirigente comunista Alberto Lovera, quien fue torturado y asesinado por funcionarios de ese organismo. Su cuerpo apareció días más tarde en la playa de Lecherías, Estado Anzoátegui.
José Vicente Rangel, entonces diputado al Congreso Nacional, llevó adelante una valiente investigación para tratar de dar con los responsables de ese horrendo crimen, que formó parte de una larga lista de asesinatos de militantes y dirigentes de izquierda.
Pese a la censura que afectaba seriamente a los medios en ese período, no se pudo ocultar ante el mundo que en Venezuela nacía la figura del desaparecido político. Sólo que el cuerpo de Lovera apareció flotando en las aguas de Lecherías, atado a una cadena y con evidentes signos de haber sido salvajemente golpeado. No en balde el cantor Alí Primera le escribió una canción muy sentida : “ Saliste del mar encadenado, culpando a los que te mataron”, decía una de sus estrofas.
El libro Expediente Negro, escrito por José Vicente Rangel en esa época, y reeditado hace poco, recoge los elementos fundamentales del “Caso Lovera”, como muestra de lo que fue toda una política destinada a amparar y promover la violación de los derechos humanos, principalmente el derecho a la vida. Los asesinos del profesor Lovera nunca pagaron por el crimen cometido, como tampoco lo hcieron los responsables de cientos de asesinatos políticos y desapariciones cometidos por los organismos de seguridad en las décadas del sesenta, setenta y ochenta.
No deja de ser un hecho curioso que al Partido Comunista de Venezuela se le haya negado la posibilidad de utilizar el Poliedro de Caracas para el acto de homenaje a la memoria del profesor Alberto Lovera.
No se si hubo alguna orden de alto nivel para rechazar la solicitud del PCV, o si se trató de una decisión adoptada por la directiva del Poliedro. En cualquiera de los casos, me parece una decisión que, además de tener todas las características de una retaliación al partido del gallo rojo por su línea electoral , lesiona la memoria de las víctimas
de la represión política y contribuye a restarle trascendencia a un hecho histórico que no pasó por debajo de la mesa gracias a la perseverancia con la cual Rangel llevó a cabo su actividad de denuncia de este y otros casos. Qué piensas de esto, José Vicente?
NELSON YEGUEZ. El pasado viernes fue sepultado Nelson Yeguez, poeta, soñador, luchador social y sobre todo un ser humano de mucha sensibilidad y corazón gigante. No pudo con una insuficiencia renal que finalmente lo derrotó. Y se fue sin recibir respuesta a una solicitud que con todo el empeño hizo su hermana, la profesora jubilada de Trabajo Social de la UCV, Damelys Yeguez, para que la Defensoría del Pueblo intercediera a su favor, a objeto de que se aceptara practicarle un transplante de riñón, donado por un familiar no directo.
Se entiende que la legislación busca impedir el tráfico de órganos, pero hay supuestos que no están contemplados, vacíos que pueden abrir paso a situaciones injustas como la ocurrida con Nelson. Ya él no está entre nosotros, pero eso no implica que este caso, que seguramente es uno entre muchos, sea archivado en una oscura y polvorienta gaveta. Y sería bueno que la Defensoría del Pueblo explique por qué no se atendió la solicitud de audiencia que en tres oportunidades presentó ante ese Despacho la profesora Damelys, para clamar por una salida al drama familiar que les tocó vivir.
Unos días antes de ocurrir el triste fallecimiento de Nelson, la profesora Yeguez narró su drama en una extensa carta publicada por el semanario Quinto Día. Hoy le reiteramos nuestra solidaridad y nos sumamos al dolor, cargado de impotencia, que hoy aflige a la familia de este buen hombre que fue Nelson Yeguez.