Ojeando algún periódico
institucional y alguna página web no menos prestigiosa nos conseguimos
hace días con un texto que nos recordó como por arte de magia un poema
de Aquiles Nazoa leído hace mucho tiempo. El poema del gran Aquiles
se titula “Turistas inspirados” y hace referencia, por allá por
los años sesentas a una cantidad significativa de manifestaciones poéticas
inspiradas por los trágicos acontecimientos donde un grupo de maestros
perdió la vida en el Parque de la Llovizna en Puerdo Ordaz. Con su
extraordinario humor Aquiles enfila contra quienes en un rapto de inspiración
“ramplona” tomaron aquellos dolorosos sucesos para hacer gala de
sus más pavosas frases, de un sentido poético destemplado y lleno
de lugares comunes y de un rapto poético pasajero y sin ninguna gracia.
Volviendo al texto que
estimuló nuestra memoria pudiéramos estar ante la aparición de un
nuevo género literario en Venezuela: El de los burócratas inspirados
(no son pocos) que al más mínimo atisbo de un evento importante o
una coyuntura destacable, sacan a relucir sus galas poéticas (o en
prosa) almidonadas y mortalmente salpicadas de aire acondicionado, sellos
y ganchos de carpeta, para intentar afectar la sensibilidad popular.
Es de suponer que los
resultados son catastróficos, El aire acondicionado no es un buen consejero
poético. Aunque algunos seguramente trajeran a la memoria los poemas
de la oficina de Mario Benedetti o algunos otros textos escritos tras
los escritorios de una empresa de seguros por un empleado que después
se volvió un genio literario.
Ojalá sea éste el caso,
ojalá que estemos equivocados. Pero todo parece indicar que no es así,
aquellos empleados eran jóvenes en desarrollo, mientras que de los
que les estamos hablando están en la cúspide de sus capacidades. ¡Dios
mío, agárranos confesaos¡.
Estos burócratas inspirados
son realmente temerarios, no conocen frontera, citan a sus antecesores
en el cargo, arrancan frases de las campañas del Ministerio de Comunicación,
revelan lo que todo el mundo sabe desde hace tiempo, se roban las frases
acuñadas en la calle, pero lo más impresionante es que todo calza
y justifica su visión gerencial-burocrática.
La poesía es esencialmente
un acto de honestidad, lo que producen estos burócratas inspirados
es a lo máximo un adefesio que será rápidamente pasto del olvido.
Y será pasto del olvido por su falta de honestidad, por su falta de
sensibilidad con el pulso de la calle, por su miopía y falta de humildad.
Cuando la revolución exige acciones contundentes que faciliten los
caminos, estos “iluminados” saltan con sus destemplanzas a llenar
espacios que la ciudadanía menos “culta” llena con más gracia.
Burócratas inspirados, ¡Por favor! ahórrennos tener que leer sus patéticas ocurrencias, el pueblo es un gran creador, si van a tratar de convencernos de que son revolucionarios, demuéstrenlo de una vez por todas desde las responsabilidades que se le han encargado, aunque sea un poquito, aunque sea un sencillo acto de reconocimiento de los poderes creadores del pueblo. Léanse el poema de Aquiles y respiren hondo.