Cuando un maestro se siembra en el jardín de la eternidad, su legado hace que la alegría, a pesar del hasta luego, siga siendo el timonel de la vida.
Fue un privilegio ser su alumno y que nos haya permitido cultivar su amistad; ha sido un orgullo haberle acompañado en sus combates.
No olvidaremos su lucha para que la nacionalización petrolera en 1976 no fuera burlada.
Será imposible comprender la larga historia del nacionalismo petrolero venezolano sin el abordaje de aquellos valientes y rigurosos textos que develaban el entramado de la "apertura petrolera". Pensamiento silenciado en la década de los noventa, pensamiento vivo cuando el pueblo bolivariano desmontó la desnacionalización.
Su impronta permanecerá en la norma constitucional que otorga el derecho inalienable e irrenunciable de este pueblo a manejar, en ejercicio de su soberanía, la propiedad de nuestros yacimientos petrolíferos. Fue su angustia y al final su gran victoria.
Su vida de académico, refrendado y demostrado en la investigación, la reflexión, lo hizo un hombre de ideas que convirtió en ideales para comprometerse en el combate por la igualdad: la utopía no egoísta de la historia humana. Usted siempre será orgullo de La Universidad del Zulia.
Gastón Parra fue maestro en el sentido profundo de su contenido: Aquel que por sabio guía y enseña con la serenidad de un espíritu combatiente inconmovible cuando la tormenta enfurece o la riqueza material se le ofrece. Maestro por ser cátedra viviente: La dictó de honestidad porque era honesto; de investigador porque era un científico social; de humildad porque fue humilde; de valentía porque fue valiente; de tolerancia porque fue tolerante y humanista; de lealtad y solidaridad porque fue leal y solidario.
Maestro, Profesor y Amigo Gastón Parra, de cierto fue un privilegio para los que le conocimos, quisimos y seguimos después de haberle conocido y estar a su lado y de su lado en sus combates. Fue un privilegio que nos dio la vida.
Maestro, ¿si usted sabía que cuando un amigo parte el alma no puede evitar la tristeza? ¿por qué no extendió sus alas un poco más para prolongar su vuelo y regalarnos más vida? Hasta siempre Profesor.
rodrigo1cabeza@yahoo.com