¿Por qué? Acallar al diálogo

Quisiera estar equivocado en mi blanda posición ante la amenaza, con o sin razón de nuestro gobierno revolucionario de pretender apagar a una voz, que para muchos es de vibrato  muy atormentador, pero disidente al fin dentro de la sagrada libertad de expresión, la cual estará siempre presta como escenario propicio para EL DIÁLOGO, instrumento nivelador para dirimir diferencias. 

El diálogo: cordón umbilical entre los seres humanos.  Hermosa melodía musical que ambienta al espíritu combativo y matiza de colores nuestro gris y solitario mundo interior, 

El diálogo: puente colgante que comunica dos mundos, que aun inmersos dentro de las rivalidades, no descartan del todo esa figura comunicacional, que si en el menor de los casos tuviese que ser mímica, debe permanecer incólume en el raciocinio de todos aquellos, que por ocurrencias del destino nos a tocado llevar a cuesta la difícil tarea de una revolución pacífica, cuyo costo quién pudo haber tenido la firme convicción de que iba a ser irrisorio.

 

El diálogo: codiciado fruto del árbol del entendimiento y convivencia mutua, que nos abre los ojos entre las dos caras de la moneda, que se turnan en sortilegio, entre el bien y el mal. 

El dialogo: verbo fecundo que al cesar rompe todo parámetro, que por ende nos conducirían por los caminos del enfrentamiento físico, el caos y la total anarquía, reabriendo y multiplicando a la vez, viejas heridas. 

El diálogo: que le da la más importante originalidad a nuestra revolución pacífica, ya que esta y sus hermanos que la adversan, que  aunque entre dimes y diretes, a diario se cruzan  y saludan por estas calles de Dios y siendo un error garrafal de parte nuestra sumirlos en la mudez, mejor sería  nacionalizarle  su caja sonora. 

El dialogo: mágica y santificada  palabra que cerrará el paso a los indignos y verdaderos actores que se escudan tras bastidores, para encaminarnos por el ancho y tramposo terreno de las arenas movedizas.

Dialoguemos pues con nuestros hermanos adversarios sobre aspectos clave, no permitamos que las indiferencias  se interpongan entre ambos, toquémosle a sus puertas y nosotros conscientes, que con una parte de ellos en lo ideológico no podría haber interacción posible, pero con suprema paciencia e insistencia, podríamos hacerles entender de nuestro propósito, de construir un moderno y amplio sistema de carácter social para sus hijos y si la única repuesta a nuestra apetencia es el improperio, la descalificación y la persistente actitud de sabotear a nuestro proceso revolucionario, del cual ellos de múltiples formas se han visto beneficiados; qué más puedo decir al respecto, allá ellos con su irredimible comportamiento hostil, que poco a poco los convertirá inexorablemente en muertos cargando su propio entierro.

 


julio.cesar.carrillo@hotmail.com



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Julio César Carrillo.


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