La Cota Lil

Caracentrismo

Caracentrismo

Lil Rodríguez

Uno vive de sorpresa en sorpresa de la mano del pueblo lego. Haga, por ejemplo, el ejercicio de, en una estación de gasolina de cualquier encrucijada o carretera nacional, conversar con un vendedor de discos de los mal llamados piratas (Piratas son los que explotan a través de la industria). El vendedor le va a presentar CD’s de músicos que usted ni se imagina. Si conversa con él y le pregunta por los músicos o intérpretes que vende y que usted no conoce el rostro se le iluminará (no a todos, pero sí a la mayoría) y le dirá que ese ó esa artista es fulano de tal, que le costó mucho grabar, y que vive en tal parte y se presenta en tal sitio los fines de semana… Y el asunto incluye a la música tradicional de nuestras regiones culturales, a los guaracheros, baladistas, y hasta reggaetoneros que hacen vida en ciudades que no son Caracas. Al fin y al cabo Caracas no es la única urbe del país y por tanto hay músicas urbanas que no caraqueñas.

¿A qué viene esta recomendación? A que nos sirve para reflexionar (si queremos hacerlo) acerca del Caracentrismo palpado en todos los ámbitos de la vida de la nación.

En el medio

Nunca fue mejor la acepción, porque han venido a quedar precisamente como medio, es decir, no entero.

Poco a poco y en medio de la cotidianidad política, (que pareciera ser la única), la exclusión de la venezolanía se ha venido convirtiendo en una norma. Es y está invisibilizada en esta época de lo audiovisual. El hombre llegó a La Luna mañana 20 de julio hará 40 años. Si no hubiera sido por la imagen a lo mejor el impacto de ese hecho no hubiera sido tan masivo como fue.

La imagen y el audio que entran en los hogares fijan valores. Es acá donde comienza a verse la contradicción entre lo que deseamos apuntalar como referencia social, y lo que ocupa la pantalla y la emisión radial.

Nuestro ser nacional, nuestra manera identitaria de ser está ahora proclamada hasta en la Constitución Nacional. Somos multiétnicos y pluriculturales. Ella es inclusiva, pero su mandato de inclusión se- medio- cumple, porque parece que lo nacional es sólo lo caraqueño.

Nuestra primera percepción de país es nuestro hogar, nuestra cuadra, nuestro barrio, nuestro estado, con toda la carga de tradición, usos, costumbres, afectos y maneras de decir. Cuesta que eso se exprese en nuestros medios si la referencia no es Caracas. Como si Caracas fuera Venezuela. La parte por el todo. Mientras tanto la multiplicidad que somos queda invisibilizada, a menos que el Presidente (que menos mal que lo hace bastante) vaya a algún sitio de nuestra geografía. Entonces la región asoma por un rato.

Cierto es que Caracas es la Capital de la nación, y en ella están centralizados los poderes. (Recuerdo que una vez el ministro Rafael Ramírez se preguntaba por qué PDVSA funcionaba en una ciudad que no producía petróleo), pero Caracas no es la única ciudad ni el distrito capital la única entidad. Los medios refuerzan el Caracentrismo, y las formas y actividades que se desarrollan en Caracas acaban ocultando lo que acontece en las regiones. La omisión audiovisual de las regiones nos quita la posibilidad de conocernos mas y mejor, y de valorar lo que en ellas pasa.

En los noticieros nacionales vemos y escuchamos la información relacionada con el poder central, notas internacionales, algo de deportes, si acaso algún anuncio cultural (casi siempre de Caracas) y, redadas en Propatria y Petare (Caracas), actividades en la Plaza Bolívar (de Caracas), limpieza de quebradas en San Bernardino, Caricuao, El Valle, etc. (de Caracas) y si algún ministro está en una región, bueno, un pase ó una reseña ( casi siempre con el ministro como protagonista ), sin ningún tipo de humanidad identitaria ni de contexto en el abordaje. Y como casi todo se refiere a Caracas el resto de los pobladores de nuestro país se queda fuera de la oferta noticiosa ( y hasta de los conciertos que se anuncian) por razones obvias: no están en Caracas.

A veces se hacen programas especiales desde una región. Llegan los caraqueños al pueblo tal con sus equipos tales, se monta el evento tal y es posible que salga entonces un artista del pueblo tal, quien le dará gracias a Dios porque por lo menos “salió en televisión”. Si hay un programa enteramente dedicado a una región del país entonces queda como una curiosidad posiblemente “no interesante”. No suelen aparecer ó escucharse porque en Caracas no se les conoce, y como no se les conoce no se les busca. Vaya círculo.

Es como si desde Caracas se mirara al resto del país con la nariz respingada, y con esa visión van surgiendo estereotipos a los que conviene detener. Por ejemplo, el oriental parece ser sólo el pescador, el llanero parece ser sólo el hombre de a caballo, el andino parece ser sólo el sembrador, el zuliano parece ser sólo el petrolero, el guayanés parece ser sólo el minero porque es así como se reflejan en nuestros medios, como si no hubiera seres citadinos, urbanos, en las regiones. Sobre esos estereotipos cae lo mas bastardo del humor, transformando la humorística en tragedia de identidad.

Habría que repensarse la relación total de la venezolanía pues estamos reproduciendo a nuestra manera el eurocentrismo que decimos combatir. Y aquí no es conveniente “seguir el ejemplo que Caracas dio”. El prejuicio y los estereotipos no son constitucionales. No deben constituir rasgos de nuestra manera de ser venezolanos. Y queda constancia de que en las regiones hay personas probas para hablar, para declarar, para mostrar, para producir, para conducir, para investigar, para cantar, y escenarios que nada envidian a Caracas ni a sus estudios de producción.

Hay que ampliar nuestra visual y sonoridad. Y lo regional ha de esmerarse en no ser repetitivo al copiar la fórmula que le dictó Caracas con los estereotipos. Si se hacen viajes por el país para cubrir la agenda presidencial y la deportiva nacional ¿por qué no aprovechar las pautas para conocer y reconocer nuestros talentos en sus lugares de origen?

Las preguntas: ¿Cuándo comenzó el Caracentrismo en nuestra cultura? (Bolívar no lo entronizó, ni Gómez tampoco) ¿Cuáles son sus consecuencias?, ¿Cómo incide en la autoestima colectiva?, ¿Cómo se sienten las personas “regionales” que viven en esta diáspora diversa que es Caracas?, ¿Cómo inciden los medios de comunicación en ello?

Hay mucho trabajo por hacer en el periodismo necesario.

La Cota Lil

lilrodriguez@cantv.net


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Lil Rodríguez

Periodista. Defensora de los valores culturales venezolanos y latinoamericanos.

 lilrodriguez@cantv.net      @lildelvalle

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