Pudiera ser que dentro de cien, años cuando los arqueólogos de la política
social excaven entre las ruinas y la miseria de un pueblo inmerso en la
ruina y la desesperación, tal cual hizo el investigador Schlimann cuando
desenterró la mítica ciudad de Troya, descubrirán con tristeza, que a
principios del milenio, existió un gobierno que estuvo dispuesto a rescatar
la identidad nacional e imponer la justicia social para la mayoría del
pueblo venezolano. Troya era la envidia del mundo griego: era una ciudad
pujante en todos los órdenes de la economía, la oligarquía trabajaba a
favor de la mayoría de sus habitantes, y con un rey que gobernaba para las
clases más desposeídas.
Destruir Troya se convirtió en una obsesión..! ante el temor que su imperio se extendiera a otras ciudades griegas… Fue asediada por una oligarquía que utilizó todo su poder para derribar las murallas impenetrables de la ciudad gobernada por Priamo; y al final, la argucia de un inmenso caballo que contenía en su interior a los enemigos de Troya, terminó con una de las civilizaciones más impactantes del año 1200 antes de Cristo… Si la revolución bolivariana algo debe aprender de la historia, es precisamente de Troya.
Hoy al igual lo hizo Menelao cuando asedió Troya, Venezuela tiene una
inmensa muralla de ideales sustentadas en el ideal de Simón Bolívar…
Aquiles descrito por Homero como un ser inmortal omnipotente e invencible
en la guerra quien no pudo destruir Troya, hoy lo encontramos representado
en los Estados Unidos con sus armas de destrucción masiva, quines hacen lo
imposible por derribar la inmensa muralla de ideales bolivarianos… Pero
poco hemos aprendido de la historia… PDVSA tuvo su caballo de Troya con
enemigos infiltrados que amenazaron con destruir la economía del país…
Caballos de Troya tenemos en muchas gobernaciones que conspiran a favor de
la oposición… Otro caballo de Troya ha sido introducido en Venezuela: son
los observadores internacionales, que han traído al país sus equipos de
espionaje, sofisticados aparatos capaces de intervenir las comunicaciones,
y un poderoso armamento que se esconde en sus embajadas…
Cuando el presidente anunció al país la aceptación del referéndum, no porque la
oposición logró la firmas en buena lid, sino porque estaba conciente de que
ellos representaban las firmas requeridas, de inmediato la OEA y la
Fundación Carter fueron a felicitar al CNE y anunciaron la actitud
democrática del presidente Chávez… en un gesto que demostraba, que si los
verdaderos resultados hubieran sido anunciados, es decir, que la oposición
no recogió las firmas, con toda seguridad ya tenía preparada la Carta
Democrática en contra de Venezuela y la justificación para una invasión
internacional… Recordemos, que cuando Carmona se proclamó dictador de
Venezuela, la mayoría de los países se hicieron de la vista gorda… Cuando
el paro petrolero que le causó al país pérdidas por más de 10 mil millones
de dólares, ni siquiera la OPEP ejerció su presión en los mercados
internacionales… Cuando FEDECAMARAS paralizó al país, nadie se pronunció a
favor del pueblo que sufría las consecuencia… pero sin embargo, cuando el
presidente acepta el reto de contarse en un referéndum, de inmediato todos
los países apoyan la decisión… es decir, que para el próximo proceso
electoral, que por cierto será el octavo para medir la popularidad del
presidente, el resultado sólo será aceptado por la comunidad internacional,
si la decisión es en contra de la mayoría del pueblo venezolano.
Haciendo un símil de la historia del caballo de Troya, que bien podemos
identificar con Venezuela, cuando París, hijo de Troya, que representa al
pueblo venezolano, se enamoró de la bella Helena, que bien podría ser
nuestra Constitución, al ver el caballo que dejaron los invasores en la
playa, le dijo a su padre, el rey Priamo: “No aceptemos dádivas de nuestros
enemigos… quema el caballo si no quieres que nuestra patria sea reducida a
las cenizas de la destrucción”… Si somos hijos de la libertad, debemos
quemar todos los caballos de Troya que han sido infiltrados en la Patria de
Bolívar, para que nuestro futuro no sea desenterrado entre las ruinas y la
miseria.