Unidad es integración. Integración corresponde a la soberana acción de integrarse. Integrarse es incorporarse para restituir la equidad, la justicia, la democracia, la libertad y el progreso de los pueblos. Es unirse. Juntar. Sumar(se). Participar. Afiliar(se). Completar. Añadir. Incluir(se). La integración es la refundación del proceso participativo y protagónico de la gente común y cotidiana de todos los días. Muy bien lo plantea el presidente Chávez en la mera médula de su verbo liberador y fuente de esperanza: “El centro de la unidad tiene que ser el hombre. El núcleo y corazón de la integración tiene que ser el supremo beneficio espiritual y material de nuestra gente. La economía no es lo más importante, lo trascendental es la plenitud humana. Lo que engalana la melodía del placer no es la canción del dinero, es la canción del pueblo”.
En la pantalla de nuestros televisores ahora aparece un rostro que siempre había estado oculto, allí, en la penumbra del olvido. Desfigurado por implacables y ancestrales prácticas de exclusión y discriminación. Desdibujado por las feroces y aniquilantes manoplas de la injusticia social. Alterado de tanto abandono. Calcinado de tanta ignominia. Se le había aplicado un torniquete político en la vena aorta de su existencia.
Ahora, ese rostro florece en las caricias de la participación. En su mirada hay luz, sol y un cielo limpio y claro en el horizonte de sus ojos. Son mujeres y hombre morenos, catires, negros, indios, pardos, mulatos y zambos. Niños, adolescentes y ancianos. Son patriotas que ahora vienen a juntarse para conformar la hermosa imagen de la Venezuela profunda y emancipadora. Se les ve alegres y decididos. No les temen a las cámaras. Es el pueblo que ahora y para siempre, viene a conformar su propio conglomerado. A cantar sus propias canciones. A lanzar sus propias consignas. A conquistar terrenos perdidos. A coronarse en la victoria. A vencer las injusticias. Y ellos saben que andan juntos ¡Unidos! Todos y cada uno de ellos sabe que su más preciada joya, su estandarte, es la unidad. Practican a plenitud el viejo adagio popular de que el hermano es el vecino de al lado, el que está más cerca. Saben esperar su preciso y crucial momento. Forman cooperativas, asociaciones de pequeñas y medianas empresas y andan a paso redoblado por los afectuosos senderos de la solidaridad. En las marchas, encuentros, manifestaciones y congregaciones de mucha, muchísima gente, ese gentío se convierte en una marea roja que baila, que festeja y que celebra su libertad y la solemnidad de su protagonismo colectivo. Y cuando la cámara se acerca para auscultar la corriente escarlata, entonces aparece el rostro de la patria: nuestras hermosas mujeres fragantes de morenitud. Nuestros hombres bondadosos y trabajadores. Nuestros jóvenes estudiosos y aplicados, porque ahora, ¡ojo! en Venezuela, todo el mundo estudia. También nuestros ancianos que hoy, con mucho orgullo y dignidad, pueden asegurar a todos los vientos, con los ojos encendidos por la luz de la palabra, que saben leer y escribir y pueden contar con una casa propia y vivificante para el resto de sus días.
La unidad es integración. Es soberanía de la más fortificada estirpe libertaria. Y ese pueblo así, unido e integrado en fuerza indómita e inquebrantable, es un ser virtuoso y cabal, que jamás dejará que le arrebaten sus conquistas. Ese pueblo que ustedes ven allí, en la pantalla de sus televisores, es un pueblo recto y justo ¡Unido!
Un pueblo entero. Intacto. Indivisible. Incólume. Junto. Congregador ¡Unido!
Por eso, todos, estamos obligados a mancomunar esfuerzos para alcanzar la victoria el próximo 15 de Agosto, porque como lo dijera recientemente el Presidente Chávez: “Quien siembre cizaña y conspire contra la unidad, es un traidor a la patria”.