Todo se veía marrón y llanto en esa línea litoral devastada por el agua y la guadaña. Desde los techos de lo que quedaba en pie todos tratábamos de calmar al otro, de llorar en silencio para no hacer mas dura la espera colectiva y de rezar pidiendo que no viniera otro “golpe” de piedra y lodo.
Los radiecitos de pilas nos permitían saber que nos estaban buscando, que trataban de auxiliarnos, que nada era fácil, y a pesar de eso había un inmenso manto de soledad multitudinaria cubriendo la desnudez varguense.
Lo mejor y lo peor salía a flote. Olvidados del mundo hasta ese entonces muchos optaron por tener bienes y comida por encima del propio resguardo. Otros optaron por ayudar, necesitados todos, a quienes en peores condiciones estaban. Agua, teteros, calmantes, agua, mantas para el frío de huesos, agua…
En los techos se desarrolló una forma visual de dar noticias. Uno dirigía la mirada a sitios cotidianos y no reconocía nada. Y afinando la pupila se veían restos…
El gobierno también corría. Nadie celebró la llegada de la nueva era. Había que hacer ejercicio de ayuda solidaria pasando a empujones por encima de la gloria.
Difícil, muy difícil recibir ayuda: vías destrozadas, teléfonos sin batería, acueductos rotos, ausencia de energía eléctrica, ríos marrones y gigantescas piedras por todas partes, el mar henchido de muerte, miles de heridos reclamando atención. Y además el alma también rota buscando sutura en la esperanza.
…Y entonces llegaron ellos. Sin batas blancas ni zapatos pulidos, sin maletín oficial ni acto de protocolo. Llegaron como siempre el mundo les ha visto llegar donde quiera la humanidad sufre. Llegaron como con espasmos de ayuda de tan frenéticas que eran la escalada y el despliegue.
No sabíamos que en ese momento se iniciaba Misioneramente la mas amorosa relación humana: la que descansa en la solidaridad sin interés y en el auxilio a costa de la propia vida.
Así, en medio del deslave en el que estrenábamos Nueva República decidiendo ratificarnos Bolivarianos, llegaron los médicos cubanos a Vargas. En sus rostros transfigurados se notaba la imagen de cierto médico argentino…
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