Bolívar está en el corazón del venezolano. Del latinoamericano en general. Es el huracán que recorrió los pueblos americanos para su liberación del imperio español. Uno de los hombres más ricos de América del Sur, lo entregó todo para la causa libertaria. Rousseau y Rodríguez, entre otros, contribuyeron a formar su manera profunda de visionario. Se dedicó a la creación de naciones libres. Su vida fue dedicación constante a la causa de la libertad. Decían nuestros ancestros, nuestros padres aborígenes, que el hombre es tierra que anda. Celebraban el encuentro con la Pachamama, la tierra, la diosa de la fertilidad, la naturaleza que pare hombres y mujeres. Ancestros a los que el imperio español subyugó, esclavizó, asesinó.
En Mérida, la lucha de nuestros ancestros la continuaron sus descendientes, negros y pardos. Hombres explotados que organizados estallaron en rebeldía para 1781, con el movimiento de Los Comuneros. El 16 de septiembre de 1810, Mérida erigió una Junta Soberana de Gobierno y desconoció a las autoridades coloniales. Vino Luis María Rivas Dávila como enviado de la Suprema Junta de Caracas a traer el mensaje de liberación. Doce fueron los miembros de la Junta de Mérida: Antonio Ignacio Rodríguez Picón, Mariano Talavera, Francisco Antonio Uzcátegui, Buenaventura Arias, Juan Antonio Paredes, Vicente Campo Elías, Antonio María Briceño, Blas Ignacio Dávila, Fermín Ruiz Valero, Lorenzo Aranguren, Henrique Manzaneda Salas y Agustín Ortiz.
Posteriormente para 1813, en Mérida, Bolívar fue aclamado como Libertador. Para 1842 se erigió el primer monumento a su pensamiento y grandiosa obra, La Columna. En 1927 en el Páramo de Mucuchíes, hoy Collado del Cóndor, se levantó un monumento consistente en un cóndor que sostiene entre pico y garras un medallón con su efigie. Ya la cumbre máxima de Venezuela fue conocida como Pico Bolívar.
El 19 de abril de 1951 la juventud excursionista colocó en el Pico Bolívar, un busto que tiene una historia, la cual parte desde un poco antes que Domingo Peña fuese el primer ser humano reconocido en llegar a tales alturas.
Todo se inicia en febrero de 1931 con la inquietud de Enrique Burgoin de constituir una “Junta Pro-Monumento al Libertador en el Pico Bolívar”. Dos propósitos tenía la Junta: conquistar el Pico y colocar allí un busto de Bolívar. Antes, en 1922 y 1931, hubo otros intentos con excursionistas extranjeros pero sin éxito. Burgoin solicitó al escultor Marcos León Mariño que elaborara un busto de Bolívar, liviano, conformado por dos partes, cabeza y tórax. En la base llevaría una inscripción, redactada por Eloi Chalbaud Cardona, cuyo texto señala: “Libertador: la cumbre más alta de Los Andes, es aún pequeño pedestal para tu Gloria.” En 1935 Domingo Peña y Enrique Burgoin alcanzaron la cima. El busto del Libertador permanecía en casa de Burgoin. Finalmente, el 19 de abril de 1951 un grupo encabezado por Rodolfo Santiago llegó a la cumbre máxima y allí lo colocaron.
¿Qué se colocó en la cima? ¿Acaso un busto y ya? NO. Se colocó un ícono, un símbolo, una obra que significa el pensamiento y la acción, la obra, de uno de los hombres más grandes en la Historia de la Humanidad. El visionario precursor del anti-imperialismo, como lo afirmó Francisco Pibidal, el creador de varias naciones, el forjador de libertades, quien siguiendo a Simón Rodríguez dijera: “La mayor fatalidad del hombre en el estado social es no tener con sus semejantes un común sentir de lo que conviene a todos.” Profunda proyección de análisis, pues aludía al hombre aislado, solitario, alienado, máxima aspiración del capitalismo para hundirlo en la concepción consumista. Principios y valores socialistas, que se expresan en una conveniencia colectiva como manifestación de un común sentir. Formas conceptuales de lucha de clases, de sistemas socio-económicos. Todo ello lo representa Bolívar.
El 11 de diciembre recibimos la denuncia de un grupo de excursionistas quienes nos informaron acerca del deterioro en que se hallaba el busto del Libertador en el Pico. Ante tales informaciones el Gobernador de Mérida, Marcos Díaz Orellana, solicitó a Fundecem, (Fundación para el Desarrollo Cultural del Estado Mérida), la organización de un grupo excursionista para recuperar el busto y trasladarlo a Mérida, para su correspondiente restauración. En efecto, el 17 de diciembre, cuando Bolívar cumplía el 179 aniversario de su fallecimiento, su busto, deteriorado por manos inescrupulosas en las cimas andinas, entraba al vestíbulo de la Gobernación del Estado. Se iniciaban los actos de desagravio, con palabras del Gobernador y del presidente de Fundecem, en relación a la significación de dicho Acto. Previo a los actos oficiales correspondientes. Fue sin duda, una expresión extraordinaria, Bolívar entraba simbólicamente a espacios en donde es luz, faro, guía del Proceso, de la liberación de los pueblos.
Y mientras centenares de personas desfilaban para contemplar una obra que sólo es apreciada por excursionistas, por quienes pueden ascender a 4.980 metros, nos abocábamos a desagraviar su pensamiento y obra, que son los fines por los que se ataca al busto. Ataques cobardes como los efectuados contra el monumento al Che Guevara, en El Collado del Cóndor, hace unos años atrás, en noche oscura. Ataques a monumentos, a símbolos, como si con ello pudiesen destruir el pensamiento y obra, el sacrificio de una vida, las luchas actuales para que otros tengamos Patria y podamos vivir mejor, en armonía con la Pachamama.
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