Una zorra que se moría de hambre vio unos racimos que colgaban de lo alto de una parra. Estaban maduros, y la zorra se moría de ganas de comérselos, pero por más que saltó y saltó, la parra era tan alta que no los pudo alcanzar. Mientras se iba, sin poder comérselos, pensaba: Si hubiera querido, habría podido comerme estas uvas, pero están tan verdes que no vale la pena que me esfuerce.
Esopo. La zorra y las uvas
La actitud hacia la revolución es la prueba decisiva para los revolucionarios. Pero sorprendentemente muchos de los que se llaman a sí mismos marxistas, han demostrado ser orgánicamente incapaces de comprender la revolución venezolana o intervenir en ella. Hace dos años, cuando el intento de golpe de estado contra el gobierno de Chávez fue derrotado por el movimiento revolucionario de las masas, la respuesta de la izquierda, internacionalmente, fue un silencio ensordecedor. No tenían nada que decir. Aparentemente ni siquiera podían encontrar en el mapa a Venezuela.
Esto no debería sorprendernos. Los grupos sectarios que siempre están haciendo escándalo en los márgenes del movimiento obrero en todos los países, están demasiado ocupados construyendo partidos revolucionarios de masas de dos hombres y un perro, no preocupándose por el movimiento real de la clase obrera, ya sea en Venezuela o en cualquier otra parte.
Así que causa cierta sorpresa cuando de repente todas estas damas y caballeros se dan cuenta y comienzan a vociferar sobre la revolución venezolana. Bueno, no exactamente sobre la revolución venezolana, sino más bien sobre los terribles crímenes de Alan Woods y www.marxist.com con relación a la revolución venezolana. Para estos grupos el movimiento real de la clase obrera no es muy interesante. En su lugar, pasan cada minuto de su vida examinando las páginas web de los otros grupos de izquierda para ver donde pueden atacarlos.
En lugar de atacar a los reaccionarios, a los capitalistas e imperialistas, para ellos es más interesante gastar el tiempo atacando no al enemigo real, sino a otros grupos de la izquierda. Nos recuerdan a la famosa escena de la película La vida de Brian, donde un pequeño grupo estaba obsesionado en luchar contra otro. Estos grupos en realidad sólo pueden provocar risa, pero sus publicaciones son muy inferiores al guión de Monty Python. Por sí mismos no son interesantes. Pero desgraciadamente le dan al marxismo y es triste, pero particularmente al trotskismo, un mal nombre entre los trabajadores y jóvenes honestos de todas partes.
La tendencia marxista tiene muchos enemigos: los lobos hambrientos del imperialismo y el capitalismo, y sus aliados reformistas en el movimiento obrero. Estos son enemigos serios y la mayor parte de nuestro tiempo la dedicamos a luchar contra ellos. Después están las sectas, que corren detrás de nosotros ladrando y mordiendo en nuestros talones como un perro pequeño. Normalmente las ignoramos. Pero ocasionalmente -muy ocasionalmente- nos vemos obligados a dar un pequeño puntapié para deshacernos (al menos durante un tiempo) de ese pequeño fastidio.
En las últimas semanas ciertos sectores de la fraternidad sectaria han estado agitándose furiosos (siempre deben estar furiosos por algo) por la visita de Alan Woods a Caracas y su reunión con el presidente Chávez. Esto les ha provocado un ataque de rabia. Para ellos estas acciones representan una traición a la clase obrera, el socialismo y la revolución. Sobre este incidente han creado toda una mitología. Por supuesto, han gastado mucho tiempo en estas actividades que sirven como sustituto del trabajo serio.
¿Cuáles son los hechos? Alan Woods, el editor de la revista marxista británica Socialist Appeal y www.marxist.com fue invitado para asistir a la reunión internacional de solidaridad con la revolución venezolana de abril. No se pusieron ningún tipo de condiciones a esta invitación. El autor de estas líneas tuvo total libertad para defender su punto de vista -las idea del marxismo revolucionario- ante una amplia audiencia que incluía trabajadores, sindicalistas y revolucionarios de toda América Latina.
No dudé en aceptar. No tengo razón para arrepentirme de esta decisión que abría muchas posibilidades para la tendencia marxista revolucionaria a través de América Latina. En realidad, creo que no tenía ningún derecho a rechazar este ofrecimiento. Ninguno de los grupos que ahora están echando espuma por la boca por esta visita fueron invitados a esta reunión. Esta es la principal razón para su indignación. En el caso hipotético de que hubieran recibido tal invitación ¿habrían aceptado? Nunca lo sabremos. Pero no importa porque, de cualquier forma, todos sabemos que las uvas de Esopo estaban verdes.
La pregunta que surge ahora es la siguiente: ¿por qué Alan Woods fue invitado y sus críticos no? La razón no es difícil de encontrar. Fuimos invitados porque, a diferencia de nuestros amigos sectarios, hemos intervenido activamente en la revolución venezolana desde el principio. Nuestros artículos, que contienen un punto de vista marxista y revolucionario consistente, han circulado ampliamente dentro de Venezuela. Nuestras ideas son muy conocidas en los círculos revolucionarios y han tenido cierto impacto. ¿Qué eco han tenido las ideas de nuestros críticos en Venezuela? Ninguna en absoluto. Es difícil que un silencio ensordecedor encuentre eco de cualquier tipo.
Ahora, mucho después, han encontrado algo que decir. Han buscado en un atlas escolar y han encontrado que existe un país llamado Venezuela. ¡Más vale tarde que nunca! Pero el propósito de este repentino interés en la geografía no es intervenir en la revolución venezolana. ¡No! El propósito es atacar a Alan Woods y a los compañeros de la Corriente Marxista Revolucionaria que están luchando activamente para construir una tendencia marxista en Venezuela.
¿De qué se nos acusa? De que In Defence of Marxism y Socialist Appeal estemos enamorados hasta tal punto de la revolución venezolana que hemos proporcionado una pintura “marxista” a la política pro-Chávez. El hecho de que nuestros amigos pongan entre comillas la palabra revolución nos dice mucho de donde provienen. En coincidencia con todas las demás sectas, se niegan a tener conocimiento de la existencia de una revolución en Venezuela. Ese es su punto de partida.
En el artículo ¨Los marxistas y la revolución venezolana¨ ya tratamos esta cuestión en detalle. En ese artículo señalábamos que, como explicaba Trotsky, la característica esencial de cualquier revolución es la participación activa de las masas, que toman el camino de la revolución buscando una salida a la crisis. Esta es la característica decisiva de la revolución venezolana y ninguna de las sectas lo ha entendido. El magnífico movimiento de los trabajadores, campesinos y pobres urbanos venezolanos es una inspiración para los trabajadores y jóvenes de todo el mundo. Salvaron hace dos años la revolución y desde entonces han sido la principal fuerza motriz.
Impotencia sectaria
El deber elemental de los marxistas es estar junto a las masas contra el imperialismo y la contrarrevolución. ¿Sí o no? A esto el sectario no tiene respuesta. Está demasiado ocupados buscando los palos y las piedras para arrojárselos a los marxistas revolucionarios como para observar algo tan trivial como el movimiento de masas. En cambio, los verdaderos marxistas toman como punto de partida el movimiento de masas, se orientan hacia él, entablan un diálogo con sus elementos más avanzados e intentan ganarlos para una línea de clase revolucionaria consistente.
El sectario es como un hombre que quiere aprender a nadar leyendo libros de natación. Aprende de memoria todo sobre el estilo y puede dar una lección completa sobre el arte de la natación, con diagramas sobre anatomía, ecuaciones sobre la resistencia al agua, un termómetro para medir la temperatura correcta del agua, etc. Pero cuando llega el momento de sumergirse de repente siente un rechazo, se queja de que el agua está demasiado fría, las condiciones no son las correctas y cientos de otras razones que le impiden nadar.
Sin embargo, cuando este hombre ve a otro que realmente está nadando en el agua su indignación no conoce límites: “¡Esto es intolerable!” Ese hombre está utilizando un estilo equivocado, él no debería nadar en absoluto. Yo debería estar en su lugar. Estoy seguro de que yo lo podría hacer mucho mejor -¡si sólo pudiera mantenerme en el agua!-. Por supuesto, estas personas nunca aprenderán realmente a nadar. Pero siempre darán el mejor consejo posible sobre cómo se debería hacer y criticarán despiadadamente cualquier desviación del estilo correcto.
En un esfuerzo por desacreditar a los marxistas, las sectas han pasado mucho tiempo leyendo cada línea de nuestros artículos sobre Venezuela. Estamos encantados al ver tal grado de atención y esperamos que nuestros amigos hayan aprendido algo útil de esta lectura. Pero, teniendo en cuenta la experiencia pasada, no tenemos demasiada confianza en este aspecto.
Es necesaria la intervención activa
Si se escriben artículos que difícilmente alguien vaya a leer -que siempre es el caso de las sectas- se puede correr el riesgo de escribir algo que sólo quede en la cabeza de su autor. Realmente no hay diferencia, al igual que con los artículos de nuestros críticos. Pero la tendencia marxista revolucionaria, a la que tengo el honor de representar, ha estado interviniendo activamente en el movimiento de masas en Venezuela, ganando a trabajadores y jóvenes, construyendo una Corriente Marxista Revolucionaria. Nuestros artículos los leen cada semana un gran número de activistas. Esto significa que debemos pensar cuidadosamente qué escribimos. Nuestros críticos, por otro lado, no tienen ninguna cohibición y pueden ser tan irresponsables como quieran.
Desde el principio siempre hemos mantenido una posición firme y de principios con relación a la revolución venezolana. Nunca nos hemos desviado ni un solo milímetro de una firme postura revolucionaria de clase. Nuestros críticos no pueden citar una sola línea que demuestre lo contrario. Desde el principio dijimos que la revolución venezolana había comenzado y que no se podía terminar hasta que se acabara con el poder de la oligarquía venezolana.
Esto significa la expropiación de la tierra, los bancos y la gran industria bajo el control y gestión de los trabajadores. Eso significa el armamento del pueblo. Significa la creación de comités de acción coordinados local, regional y nacionalmente. Eso significa que la clase obrera debe organizarse independientemente y luchar para situarse a la cabeza de la nación. Y eso significa que la tendencia marxista debe luchar para ganar a la mayoría del movimiento revolucionario.
Hemos explicado esto mil veces. Lo hemos escrito en artículos y documentos. Yo personalmente he defendido estas ideas ante grandes audiencias en Venezuela, en una reunión con 200 activistas de los Círculos Bolivarianos en Caracas, en la radio y la televisión venezolanas. Nuestras ideas son ampliamente conocidas en Venezuela e internacionalmente. Están puestas en nuestra página web que recibe una media de 20.000 visitas cada día procedentes de todo el mundo.
Francamente, es difícil saber qué más podemos hacer para explicar nuestra posición. Aún así nuestros críticos no están satisfechos. ¿Por qué no están satisfechos? Porque, dicen, tenemos una actitud demasiado amistosa hacia Chávez. Hacen referencia desdeñosamente a la entrevista que mantuve con Hugo Chávez que triunfalmente señalan como una prueba incuestionable de “traición”.
Nos gustaría satisfacer a todo el mundo, por supuesto. Pero no siempre es posible. ¿Cómo podemos satisfacer a nuestros críticos? ¿Qué posición defienden ellos? ¡Les gustaría denunciar a Chávez como un bonapartista burgués! Esta propuesta demuestra lo alejados que están de la realidad estas personas. Eso los aislaría inmediatamente, no sólo de las masas que están firmemente detrás de Chávez, sino también de los activistas, la mayoría de los cuales permanecen leales a Chávez, incluso aunque cada vez tengan más críticas y dudas.
Las sectas imaginan que criticar siempre significa denunciar. Por eso sus artículos y documentos están siempre llenos de denuncias histéricas contra todo el mundo, excepto contra sí mismos. Todo dirigente obrero es descrito como un traidor. Toda huelga será traicionada antes de que ni siquiera comience y así sucesivamente. Hugo Chávez es un traidor (y hay que gritarlo a los cuatro vientos). Alan Woods es un traidor. En realidad, todo el mundo es un traidor, excepto yo mismo y la pequeña secta a la que pertenezco.
No hace mucho tuve una conversación con un fanático religioso que me aseguraba que el día del juicio final sólo los miembros de su grupo (no puedo recordar la secta a la que pertenecía) tendrían garantizado el paraíso. Le dije que por lo tanto el resto del mundo iría al infierno y que, si este era el caso, la visión sería de miles de millones de hombres, mujeres y niños desolados. Ante esto simplemente se encogió de hombre. Me dio la impresión de que ni siquiera comprendía lo que yo estaba diciendo.
Uno tiene un sentimiento similar cuando leemos el material de las sectas políticas. Tienen una psicología similar. Sin duda se sienten mucho mejor después de haber abusado verbalmente de todos los demás. Pueden después retirarse con un espléndido sentimiento de superioridad sin importarles el mundo. Sin embargo, este de tipo de cosas aleja a los trabajadores honestos y les produce repugnancia. Ese no es el método del marxismo sino sólo una burda caricatura que sirve para desacreditar el marxismo. Es totalmente contraproducente. Los trabajadores se sienten alejados de estas tácticas que en realidad sirven para echarlos en brazos de los mismos dirigentes a los que ellos han denunciado.
No lo hemos hecho ni adoptaremos estas tácticas. Es necesario distinguir el marxismo de las otras tendencias en el movimiento de masas, pero esto no se consigue con gritos e insultos. Nuestra crítica tiene un carácter político y se plantea de una forma positiva. Seguimos el consejo de Carlos Marx que, cuando tenían que tratar con los dirigentes sindicales reformistas ingleses del Consejo General de la Primera Internacional, decía que él siempre era “suave en los modos pero valiente en el contenido”.
Nuestro método no es denunciar a los gritos como las sectas sino lo que Lenin defendía en 1917: ¡explicar pacientemente! Ese es el verdadero método del bolchevismo. Esa es la única forma de proceder, ya sea en Venezuela o en cualquier otra parte.
Las tácticas en los países ex – coloniales
Nuestros críticos protestan, en principio, por mi reunión con Chávez y nuestra actitud amistosa hacia el movimiento chavista. Para un marxista serio sería imposible plantear de esta forma la cuestión. Esta actitud sería una completa violación de todo lo que Lenin y Trotsky escribieron sobre la revolución colonial. Lenin y Trotsky explicaron que en los países coloniales y ex – coloniales los marxistas tenían una obligación absoluta de apoyar los movimientos antiimperialistas, entrar en contacto con ellos, establecer acuerdos militantes con ellos e intentar llevarlos hacia la izquierda, mientras que al mismo tiempo trabajamos por construir la fuerzas independientes del proletariado.
Por supuesto que para participar en un frente único la condición previa es que la tendencia proletaria en todo momento mantenga su total independencia política y organizativa. Debe tener libertad de crítica. Lenin explicó que cuando uno está luchando con aliados, es necesario siempre mantener un ojo en el enemigo y el otro en el aliado, que en cualquier momento puede romper filas y dejarte plantado. Todo es correcto y es realmente el ABC para los marxistas.
En general, las relaciones de clase en los países semicoloniales son más complejas que en los países capitalistas desarrollados. Al lado del proletariado hay un gran número de capas pequeño burguesas y semiproletarias, campesinos, desocupados, vendedores callejeros, marginados, etc. Para preparar las condiciones para la revolución socialista es necesario que el proletariado no sólo desarrolle sus propias organizaciones independientes, sino también establecer vínculos firmes con estas capas e impulsarlas en una dirección revolucionaria. Sin este trabajo la revolución proletaria sólo sería una frase vacía.
En Venezuela la aplastante mayoría de estas capas (y la gran mayoría de la clase obrera) son chavistas. Si los marxistas venezolanos no quieren verse condenados al total aislamiento y la impotencia, deben trabajar para crear lazos con el movimiento bolivariano, empujarlo hacia la izquierda e intentar ganarlo para la política y el programa del marxismo.
“¡Pero esto significa ganar a la base y no a los dirigentes!” Este argumento de las sectas está tan equivocado como todo lo que escriben. Las masas en Venezuela siguen a sus dirigentes y tienen fe en ellos. No están todavía convencidos de las ideas de los marxistas. Aprenderán de la experiencia y debemos ser pacientes para pasar estas experiencias con ellos, explicar pacientemente lo que es necesario en cada momento.
La idea de que es posible separar a las masas de sus dirigentes con simples denuncias y ultimátums es una verdadera locura. Es la famosa “teoría” defendida por los estalinistas alemanes en su fase ultraizquierdista a principios de los años treinta, el llamado “frente único desde abajo” y que Trotsky rechazó firmemente. Ellos decían a los trabajadores socialdemócratas: “Los invitamos a unirse con nosotros en un frente unido, pero vuestros dirigentes son todos traidores burgueses, deben abandonarlos”. No hace falta demasiada imaginación para saber como reaccionaron los trabajadores socialdemócratas ante esta oferta.
Cuando nuestros críticos ponen objeciones a mi reunión con Chávez y a nuestro trabajo conjunto con los chavistas ¿qué intentan decir? ¿Están diciendo que en principio no está permitido a los marxistas entablar un diálogo con los dirigentes del movimiento democrático revolucionario en un país semicolonial, que está al frente de millones de trabajadores, campesinos y pobres? ¿Están diciendo que en un país semicolonial no está permitido a los marxistas formar un frente único con estas personas, llegar a un acuerdo militante con el objetivo de luchar contra el imperialismo y la oligarquía? Esto realmente es la cima de la puerilidad.
Los marxistas no participan en el frente único como una maniobra o truco para engañar a las masas, sino como una propuesta honrada con que unir actividades para conseguir un objetivo acordado, como la lucha contra el imperialismo. Estamos de acuerdo en que esto es necesario y participaremos en todas y cada una de las actividades que contribuyan al éxito de la lucha antiimperialista. Pero decimos que la única forma de derrotar al imperialismo y consolidar las conquistas de la revolución bolivariana (democrático burguesa) es expropiando a la oligarquía. Es decir, mantenemos que la única forma de llevar a cabo las tareas de la revolución democrático burguesa en Venezuela es transfiriendo el poder a la clase obrera, formando una alianza con los campesinos y pobres urbanos.
Hemos defendido firmemente esta cuestión desde el principio y la hemos defendido desde cualquier plataforma que hemos tenido a nuestra disposición. Sobra decir que la mayor parte del trabajo de los marxistas venezolanos se realiza en la base. Pero donde sea posible defender nuestras ideas ante los dirigentes del movimiento bolivariano -incluido Hugo Chávez- no dudaremos en hacerlo.
Nuestra actitud hacia Chávez
Trotsky dijo que la revolución colonial puede generar los dirigentes más excepcionales, y Hugo Chávez es uno de estos dirigentes. Por eso los imperialistas han puesto todas sus energías en echarlo. En la campaña del referéndum, los marxistas venezolanos están luchando hombro con hombre con nuestros compañeros bolivarianos para derrotar a la oposición contrarrevolucionaria. Defendemos a Hugo Chávez porque si los reaccionarios consiguen su destitución sería un golpe devastador contra las fuerzas revolucionarias en Venezuela y en toda América Latina. Este es un ejemplo concreto de frente único en acción.
¿Pero esto significa que no hay diferencias entre Hugo Chávez y los marxistas? En absoluto, nosotros nunca hemos dicho tal cosa. En el transcurso de nuestra conversación, Chávez me dijo que él no era un marxista. Y le dije que yo sí lo era. El punto de vista de Hugo Chávez es el de la democracia pequeño burguesa revolucionaria mientras que el del marxismo es la revolución proletaria.
En las condiciones específicas de la revolución venezolana, el punto de partida es la lucha contra el imperialismo, por la autodeterminación nacional, por el derecho del pueblo venezolano a tener el control de sus propios recursos naturales y a decidir su propio destino sin ingerencia externa, por eso es posible y necesario que estas dos tendencias colaboren. Pero las diferencias siguen ahí y deben ser resueltas de una forma u otra en el futuro.
En la medida que la democracia revolucionaria lucha contra el imperialismo, podemos y debemos trabajar con ella e intentar llevarla hacia la izquierda, mientras construimos una corriente revolucionaria proletaria independiente. Pero por su propia naturaleza, incluso los mejores demócratas revolucionarios tienden al compromiso y a detenerse a medio camino. No tienen una visión de clase clara de la lucha antiimperialista e intentan unir “la nación” basándose en un programa que, a pesar de sus aspectos radicales, no va más allá de los límites del sistema capitalista.
Esta es la debilidad de la democracia pequeño burguesa revolucionaria, y lo que en última instancia la lleva a rendirse ante la oligarquía y el imperialismo. Ese peligro está presente ahora. Sin embargo, este resultado no está establecido de antemano. La dinámica de la revolución venezolana está determinada sobre todo por la correlación de fuerzas de clase. El magnífico movimiento de las masas han intervenido en cada una de las etapas decisivas para derrotar la contrarrevolución e impulsar la revolución hacia adelante. Debemos basarnos en el movimiento de masas, en los infalibles instintos revolucionarios de los trabajadores, campesinos y pobres urbanos, e intentar dar una forma organizativa y política clara a estos instintos.
Mi encuentro con Chávez
“Woods fue recibido por el presidente Chávez en una audiencia privada que duró más de una hora” dicen mis críticos. Sí, es verdad, ¿y este hecho revela algo? Demuestra que a la tendencia marxista en Venezuela se la toma en serio y a otros grupos no. Demuestra que con la campaña Manos Fuera de Venezuela nos hemos ganado un respeto que los otros no han conseguido y no se merecen.
Debemos ser claros. La tarea de construir las fuerzas del marxismo no se produce por arriba sino en la base, y es donde la Corriente Marxista Revolucionaria está trabajando con éxito. Pero eso no significa que sea incorrecto entrar en contacto con los dirigentes del movimiento bolivariano, abrir un diálogo con ellos y, en la medida que sea posible, intentar influenciarlos. Hasta qué punto estas discusiones tendrán un efecto es imposible de decir. Eso dependerá, no de las conversaciones, sino de la correlación de fuerzas de clase y la forma en que se desarrolle la revolución.
Se ha armado mucho alboroto con lo que realmente fue un contacto limitado entre el líder de la revolución bolivariana y el editor de www.marxist.com. Incluso se ha llegado a sugerir que me he convertido (o que aspiro a serlo) en uno de los asesores del presidente. Creo que el presidente tiene muchos asesores –y no todos le dan buenos consejos-. No he recibido ninguna invitación para unirme a su equipo y espero no recibirla. No creo que mi influencia sobre las acciones del presidente cuenten demasiado. Ciertamente algunos de sus últimos discursos reflejan influencias muy alejadas de cualquiera de mis opiniones.
Dejando eso claro emprendo la tarea de considerar si es un error de principios intentar influir en los dirigentes de un movimiento revolucionario que implica a millones de trabajadores y campesinos pobres. Si es así discrepo. Si es posible influir en Chávez o en cualquier otro dirigente de la revolución bolivariana, ciertamente debemos intentar hacerlo, como hicieron Lenin y Trotsky en muchas ocasiones. Sin embargo, esa no es nuestra tarea principal. Nuestra tarea principal es trabajar pacientemente en la base, construir una tendencia marxista. Eso es lo que siempre debemos tener firmemente en nuestra mente.
En el movimiento hay diferentes tendencias que están muy lejos de ser homogéneas. En última instancia, estas tendencias reflejan intereses de clase antagónicos. Es necesario adoptar una actitud cuidadosa ante las diferentes tendencias del movimiento bolivariano. La dirección sufre la presión del imperialismo y la oposición, y uno de los sectores -el reformista- refleja esta presión. Pero también hay una poderosa presión de la base del movimiento, de los trabajadores y campesinos, y esta encuentra su reflejo en el sector de izquierda.
Hay un profundo conflicto en la cúpula del movimiento bolivariano entre las alas de derecha y de izquierda. La tendencia socialdemócrata, reformista, está intentando frenar la revolución y llegar a un acuerdo con la oligarquía y el imperialismo, en cambio, el ala de izquierda chavista quiere llevar la revolución hasta el final. Hugo Chávez algunas veces ha reflejado las presiones del ala de izquierda y de las masas. Pero en otras, ha cedido a la presión del ala reformista. Todo el mundo sabe que no es una tarea fácil conseguir ver al presidente y que una audiencia de casi una hora y media es algo que prácticamente no tiene precedentes. Tampoco es un secreto que la burocracia reformista de palacio no estaba demasiado contenta con esta reunión e intentó impedir que se realizara.
¿Cuál es la razón de principios para no poder hacer la reunión con el presidente? Ninguna en absoluto. No había condiciones ni restricciones en lo que podía decir. Me dio la oportunidad de formarme mi propia opinión sobre el hombre y sus ideas. Más tarde escribí mis impresiones en Mi encuentro con Hugo Chávez. Este artículo fue tomado por las “sectas” como una prueba de que yo había dado un “apoyo incondicional” a Chávez.
El artículo que provoca esta explosión de indignación no es un análisis de Chávez o el chavismo, más bien se trata de un artículo, más o menos periodístico, sobre mi reunión con el presidente. Es más literario y descriptivo que teórico. En el marxismo también hay lugar para esta literatura, pero ese no es el lugar para buscar nuestra posición rigurosa sobre Chávez y Venezuela. Eso se puede encontrar en otros muchos escritos como las Tesis sobre la revolución y la contrarrevolución.
Sin embargo, si nuestros críticos se hubieran tomado la molestia de citar adecuadamente este artículo, en lugar de sacar frases aisladas, fuera de contexto y presentadas de una forma que tiene la intención de dar una impresión distorsionada y deshonesta de nuestras ideas, se habría podido ver que nosotros planteamos muy claramente una política marxista revolucionaria. Al principio de este artículo escribía las siguientes líneas que si se citan completas no dan margen a la ambigüedad:
“También tuve la oportunidad de reunirme y conversar con el presidente de la República Bolivariana, Hugo Chávez. Como escritor e historiador marxista suelo escribir sobre hombres y mujeres que han hecho historia. Pero no es algo habitual tener la oportunidad de observar de cerca a un protagonista del proceso histórico, hacerle preguntas y poder formarme una impresión no a partir de los artículos aparecidos en los periódicos, sino a partir de mi experiencia personal.
Me gustaría dejar algunas cosas claras antes de entrar en materia. Abordo la revolución venezolana como un revolucionario y no como un observador externo, y por supuesto no como un adulador o un sicofante. La adulación es la enemiga de las revoluciones porque es enemiga de la verdad y las revoluciones por encima de todo necesitan conocer la verdad. El fenómeno del “turismo revolucionario” lo encuentro profundamente detestable. En el caso de Venezuela está particularmente fuera de lugar porque aquí la revolución se encuentra en un gran peligro. La gente que hace discursos estúpidos que constantemente hablan de las maravillas de la revolución bolivariana pero que ignoran, convenientemente, los peligros a los que aún se enfrenta, son falsos amigos de la revolución y no se puede confiar en ellos.
Una revolución triunfante siempre tiene muchos “amigos”. Esos elementos de clase media que se sienten atraídos por el poder, como ocurre con las moscas y la miel, que están dispuestos a alabar la revolución en la medida que ésta siga en el poder, que no hacen nada útil para salvarla de sus enemigos, que derraman lágrimas de cocodrilo cuando es derrocada y al día siguiente pasan a la siguiente cuestión que tienen anotada en su agenda, estos “amigos” no merecen la pena. Un verdadero amigo es alguien que siempre te dice lo que haces bien, pero también es aquel que no teme mirarte directamente a los ojos para decirte en que te has equivocado
.
Los mejores amigos de la revolución venezolana -en realidad los únicos amigos verdaderos son la clase obrera mundial y sus representantes más conscientes- son los marxistas revolucionarios. Estas son las personas que mueven cielo y tierra para defender la revolución venezolana contra sus enemigos. Al mismo tiempo, los verdaderos amigos de la revolución -amigos leales y honestos- siempre hablan sin temor. Si consideramos que está siguiendo el camino correcto lo elogiaremos, si pensamos que está cometiendo errores realizaremos una crítica amistosa pero firme. ¿Qué otro tipo de comportamiento se puede esperar de los verdaderos revolucionarios e internacionalistas?
En un discurso tras otro en Venezuela -incluidas varias entrevistas en televisión- me preguntaron mi opinión sobre la revolución venezolana y respondí en el siguiente sentido: “Vuestra revolución es una inspiración para los trabajadores de todo el mundo; habéis conseguido milagros; sin embargo, la fuerza motriz de la revolución es la clase obrera y las masas, ahí está el secreto de su futuro triunfo. La revolución no ha terminado aún y no terminará hasta que destruya el poder económico de los banqueros y los capitalistas. Para conseguirlo, las masas deben armarse y organizar comités de acción en cada uno de los niveles. Los trabajadores deben tener sus propias organizaciones independientes y deben construir la Tendencia Marxista Revolucionaria”.
En estas líneas, publicadas en inglés y castellano en todo el mundo, no hay un ápice de oportunismo. Reflejan con certeza el contenido y espíritu real del programa del marxismo revolucionario que hemos defendido consistentemente. Afirmar que de alguna forma mi encuentro con Chávez representaba un abandono de estas ideas y principios es una total invención de personas malintencionadas.
Desgraciadamente algunas personas nunca están satisfechas. Una vez iniciada la queja ésta no tiene final. Es su privilegio. Quejarse no cuesta nada y es uno de los pocos placeres de la vida cuando no tienes otra cosa que hacer. No les gusta lo que escribo sobre Chávez en mi artículo, donde escribo que “Hugo Chávez por primera vez dio a los pobres y oprimidos una voz y alguna esperanza”. Y “de mis limitados contactos con Hugo Chávez estoy firmemente convencido de su honestidad personal, valor y dedicación a la causa de las masas, los oprimidos y explotados”.
Estas son mis impresiones personales de Hugo Chávez que, como hombre, encontré que era honesto y valiente. No veo razón para cambiar estas ideas. ¿Estas líneas significan realmente un apoyo incondicional a Chávez? No significan tal cosa. Nuestra actitud hacia Chávez en todo momento ha sido un apoyo crítico. Es decir, apoyaremos a Chávez en la medida que golpee al imperialismo y la oligarquía, pero lo criticaremos cuando vacile o haga concesiones al imperialismo y la oligarquía.
Nuestra política sigue firmemente la línea de la política leninista del frente único: marchar separados y golpear juntos. No damos a nadie un cheque en blanco. Siguiendo el consejo de Lenin mantenemos un ojo en nuestros aliados. En ningún momento olvidamos que representamos dos tendencias diferentes que pueden y deben colaborar pero que en determinado momento divergirán.
La fuerza de las ideas marxistas
Nuestros críticos están aún menos contentos con la actitud favorable que mostró Hugo Chávez hacia ciertos libros. Me dijo que era un ávido lector y dijo en varias ocasiones que le había impresionado mi libro Razón y revolución. Se menciona el hecho de que el presidente haya dado su apoyo personal a la publicación de una edición venezolana de Razón y revolución, y parece como si fuera algo sospechoso o censurable. Todo lo contrario, es un acontecimiento muy positivo y sólo un sectario empedernido puede quejarse de ello.
¿Por qué el presidente Chávez no habla favorablemente de cualquier otro grupo marxista? No por su “intransigencia revolucionaria”, sino simplemente porque ninguno de ellos ha movido un dedo para apoyar la revolución venezolana contra el imperialismo o se ha tomado la más mínima molestia en ello hasta ahora. Dicen que Chávez me “aduló” en su programa Aló Presidente, cuando hizo menciones favorables de Razón y revolución y Bolchevismo, el camino a la revolución.
Es verdad que el presidente hizo algunos comentarios complementarios sobre mi libro Razón y revolución y también citó con aprobación estos libros en el programa. Si esto constituye o no una adulación no lo sé. Lo que sí se es que estos libros han sido muy bien recibidos por muchas personas. Yo no tomo esto como una alabanza a mí mismo, sino como una confirmación del poder de las maravillosas ideas del marxismo. En cuanto a mí, los insultos y las adulaciones realmente me dan igual. La causa de la revolución socialista es muy importante para nosotros como para preocuparnos de cosas tan triviales.
Lo que aquí tenemos es el método absolutamente típico de la sectas. No es el método científico serio. No tiene nada que ver con el marxismo. Es trivial y superficial. Se basa en una serie de anécdotas y chismes que pretenden ser un sustituto del argumento y el análisis serio. Eso no supone clarificar o elevar el nivel político del lector. Sólo supone denigrar, insultar y ridiculizar, aunque ni siquiera saben hacer esto de una manera eficaz. Al final de esto no se puede aprender absolutamente nada. Sólo es una lección horrorosa de cómo no trabajar, hablar o escribir.
Como autor de varios libros marxistas me gustaría decir lo siguiente. El hecho de que el presidente de Venezuela citara en televisión libros marxistas ante millones de personas en realidad debería ser una satisfacción para cualquier activista de la izquierda que no esté cegado por el prejuicio sectario. Independientemente de la opinión que uno tiene de Hugo Chávez, la propagación de la literatura marxista ante una audiencia de millones -principalmente trabajadores y campesinos- es un hecho muy progresista que sólo puede beneficiar, a los marxistas venezolanos que están trabajando para ganar a la mayoría del movimiento revolucionario.
Debería añadir que muchos trabajadores, sindicalistas y activistas que vieron el programa más tarde me hicieron comentarios favorables y me expresaron sus felicitaciones. Eso es importante. El gemido de las sectas no.
La campaña Manos Fuera de Venezuela
Nuestros amistosos críticos también atacan la campaña Manos Fuera de Venezuela (MFV), dicen que proporciona una cobertura de izquierda a Hugo Chávez. Se quejan de que la campaña MFV pide firmar que estás de acuerdo con la “defensa del proceso revolucionario” en Venezuela y su página web se subtitula “en solidaridad con la revolución venezolana”.
¡Un momento! Todo el mundo sabe que la intervención estadounidense en Venezuela está dirigida contra el gobierno de Hugo Chávez. La lucha en Venezuela es la lucha entre dos bandos. Por un lado están las fuerzas contrarrevolucionarias (la “oposición”) dirigidas por los banqueros, capitalistas y terratenientes, con el apoyo de la prensa millonaria, la Iglesia y todas las demás fuerzas reaccionarias. Por otro lado está la clase obrera, los campesinos y los pobres urbanos que apoyan a Chávez y al movimiento bolivariano.
La cuestión por lo tanto no es abstracta sino muy concreta. Y a una cuestión concreta siempre hay que dar una respuesta concreta. Hacemos a nuestros críticos algunas preguntas directas: ¿En la lucha entre los chavistas y la oposición contrarrevolucionaria es lícito ser neutral para la tendencia marxista? ¿Sí o no? ¿En la actual campaña del referéndum que consejo deberían dar los marxistas a la clase obrera?
Vamos a responder en términos muy simples para que incluso un sectario pueda entenderlo: ser neutral en esta lucha sería una traición a la revolución, a la clase obrera y al socialismo. Sería un descrédito absoluto para los marxistas ante los ojos de las masas y haría imposible la tarea de construir un partido revolucionario en Venezuela. Y aunque nuestros críticos siempre estén hablando del partido revolucionario (esto lo hacen muy bien), sólo son buenos en la construcción de partidos revolucionarios en las nubes. En esta tierra pecaminosa demuestran que no tienen ni la más mínima idea de cómo se puede construir el partido.
Como marxistas no limitamos nuestras actividades a discusiones infinitas ante una taza de café, sino que luchamos para intervenir en el movimiento real. Por eso iniciamos la campaña Manos Fuera de Venezuela. ¿Por qué iniciamos esta campaña y por qué motivo? Se creó en respuesta al cierre patronal contrarrevolucionario (descrito incorrectamente como una “huelga” en los medios de comunicación) para movilizar al movimiento obrero mundial en apoyo de la revolución venezolana.
Esta campaña ha tenido un eco importante internacionalmente en el movimiento obrero, sólo hacer falta echar un vistazo a la página web para verlo. Creo que fue, al menos hasta hace poco, el único intento significativo de la izquierda internacional para movilizar la solidaridad con la revolución venezolana. ¿Cuál fue la respuesta de nuestros críticos a esto? Ninguna, sólo el mismo silencio ensordecedor. No movieron un dedo para ayudar a la población venezolana y se limitaron a pontificar a Chávez, como todavía hacen hoy.
Las sectas nos acusan de disolver la política de la clase obrera de Venezuela en el “chavismo”, o al menos dar una justificación marxista a esto. Esto resulta increíble. Nuestros amigos tienen una capacidad asombrosa para leer y leer, y no comprender ni una sola palabra de lo que han leído. En todos nuestros artículos, documentos y discursos hemos insistido en la necesidad de mantener la independencia política y organizativa del proletariado en la revolución venezolana.
No hay ni un solo átomo de verdad en la afirmación de que sostenemos la “disolución de la política de la clase obrera de Venezuela en el chavismo”. Para construir una tendencia marxista es necesario ganar el oído de los trabajadores, comenzando con la capa más activa. Es necesario expresar nuestras ideas de forma tal que encuentren un eco. La aplastante mayoría de los trabajadores venezolanos apoyan el movimiento bolivariano y además están activos en él y en lo que le rodea. Para un sectario, por supuesto, lo que piensan los trabajadores es irrelevante. Ellos no escriben para los trabajadores sino sólo para sí mismos y otros grupos similares. Precisamente por esa razón nunca construirán nada.
Para llegar los trabajadores y jóvenes revolucionarios de Venezuela es absolutamente necesario participar en el movimiento de masas, y en Venezuela éste es el movimiento bolivariano. Fuera de este movimiento no hay nada y como dijeron los antiguos griegos: “De la nada no sale nada”. Si lo que quieren decir las sectas con “no disolver a la clase obrera en el chavismo” significa construir el movimiento revolucionario fuera del movimiento de masas, sólo podemos encogernos de hombros y decir: “¡Después de ustedes caballeros!”
Las sectas y el referéndum
Aparte de sus exquisitos métodos de polemizar, lo de estas personas es realmente tremendo. Piden que denunciemos a Chávez en medio del referéndum revocatorio, cuando todas las fuerzas de la reacción están unidas para derribar al gobierno e instalar un régimen contrarrevolucionario por medios constitucionales. Eso supondría un duro revés no sólo para la revolución venezolana sino también para la revolución en toda América Latina. Sólo un ciego puede no comprender esto. Y no hay más ciego que el que no quiere ver.
La construcción de un partido revolucionario es un arte que no se puede aprender en un libro de recetas. Requiere no sólo una línea firme y de principios, sino también una tremenda flexibilidad táctica y organizativa, además de un sentido del tiempo: cada verdura tiene su estación, como le gusta decir a mi buen amigo y camarada Ted Grant. Es necesario comprender en cada momento las tareas que hay en el orden del día. En este momento es necesario movilizar todas las fuerzas del movimiento de masas para estirar cada músculo y derrotar a los contrarrevolucionarios en el referéndum. Los futuros acontecimientos dependen de esto.
¿Qué dicen nuestros críticos sobre el referéndum? No demasiado. Ellos falsifican y arman bulla por esta o aquella cita de Alan Woods, pero sobre las tareas urgentes de la revolución venezolana, como es habitual, no tienen nada que decir. No pueden (se presume) apoyar a la oposición. Por otro lado, si apoyan a Chávez estarán cometiendo el pecado imperdonable de “dar a Chávez un apoyo incondicional” y proporcionar una “cobertura marxista para disolver a la clase obrera en el chavismo”. Al final acaban en el caos absoluto.
La charlatanería de los ultraizquierdistas, que suena muy bien en los cafés y bares de Londres y París, no suena tan bien en Caracas. ¿Dónde está la “política proletaria independiente” en la campaña del referéndum? Un referéndum no son las elecciones. No puedes defender a un candidato obrero independiente. Sólo puedes votar sí o no. ¿Qué debemos hacer? ¿Quizá debemos defender la abstención ante los trabajadores? La abstención no es un posición y los trabajadores lo ven (muy correctamente) como una ayuda a la reacción.
La única política correcta es participar activamente en el movimiento para derrotar a la oposición, mientras que al mismo tiempo nos oponemos a todos los intentos de los reformistas de derecha de llegar a un acuerdo con la oposición, y exigimos que la revolución no se detenga a medio camino sino que aseste un golpe decisivo contra el imperialismo y la oligarquía.
Intrigas reformistas
Lo que hace falta es una línea política que abandone claramente el ultraizquierdismo y el oportunismo. En las condiciones existentes en Venezuela la única política revolucionaria correcta, la única línea de acción lícita, es el apoyo crítico a Chávez. Nuestros críticos se quejan porque describo a Hugo Chávez como un hombre honesto y valiente, pero ya he dicho muchas veces que, aunque el presidente Chávez es un hombre honesto y valiente, el valor y la honestidad no bastan para garantizar el éxito de la revolución. Lo que hace falta es una política correcta. Y nuestra política difiere en aspectos importantes de la que defiende actualmente Hugo Chávez.
Como Chávez no es un marxista piensa que es posible desarrollar el país y librarse del dominio imperialista manteniéndose dentro de los límites del capitalismo. Esto no es posible. Esa es la debilidad fatal de su programa, política y perspectivas, esa es la línea que nos divide. A pesar de todo su coraje él puede ser empujado, y está siendo empujado en diferentes direcciones según las presiones ejercidas.
Cuando hablé con él en abril, había algunos síntomas de que él estaba girando a la izquierda, sus discursos antiimperialistas estaban provocando alarma entre el ala reformista de la dirección. Pero en las últimas semanas las presiones del imperialismo y la oligarquía se han intensificado enormemente. Éstas se reflejan en la fracción reformista de derecha que ahora ha conseguido el control del palacio de Miraflores y está ejerciendo presión sobre Chávez para que modifique su postura antiimperialista. Estas son indicaciones de que están teniendo éxito.
Hay síntomas claros de que el ala de derechas de la dirección ha pasado a la ofensiva durante los últimos dos meses y que ahora está en ascenso. La aceptación del referéndum -a pesar de ser un hecho conocido el que la oposición no había conseguido las firmas necesarias- es una prueba de esto. La vanguardia del movimiento bolivariano tenía razón para sospechar del referéndum. Durante generaciones, Washington ha desarrollado un formidable arsenal para mantener y extender su poder en todo el mundo. Parte de este arsenal -pero sólo parte- está formado por cohetes, tanques y bombas. Pero posee otro, con armas no menos letales. Después de haber fracasado reiteradamente en echar a Chávez con un ataque frontal, ahora están recurriendo a maniobras e intrigas entre bastidores.
Un papel pernicioso lo están jugando la Organización de Estados Americanos y Jimmy Carter, el ex-presidente de EEUU que pretende “mediar” entre Chávez y la oposición. Carter es una serpiente venenosa en la hierba. Sus hipócritas, religiosas y suaves palabras, con su permanente sonrisa y palabras ambiguas sobre la democracia y los derechos humanos, son mucho más peligrosas que George W. Bush, que al menos tiene el mérito de atacar de frente. El ex-presidente Carter, por otro lado, nos trae a la mente la famosa frase de Shakespeare: “Hay puñales en las sonrisas de los hombres”.
¿Están los reformistas intentando llegar a algún tipo de acuerdo secreto con Carter y la OEA? Es posible. Ellos verían esto como una “política realista”. Estos elementos desconfían de Chávez al que ven como excesivamente radical. Quieren aislarlo de las masas e incluso hablan de “chavismo sin Chávez”. Si es así, la perspectiva no es buena. Es tan imposible para la revolución llegar a un acuerdo con la contrarrevolución como mezclar el agua y el aceite. Por supuesto, el presidente de Venezuela puede discutir con quien quiera, pero los revolucionarios siempre deben tener la guardia alta y advertir contra cualquier concesión a personas como Carter o Cisneros.
Carter representa la bota izquierda del imperialismo estadounidense, así como Rumsfeld representa la bota derecha. Aunque el presidente no ha bajado el tono de sus discursos antiimperialistas, está claro que Chávez sufre la presión de la oligarquía y el imperialismo. Además están los habituales cantos de sirena en la dirección del movimiento bolivariano que piden una política “más cauta”, diálogo, negociación, etc. Todo esto en nombre del “desarrollo de Venezuela, teniendo una aproximación patriótica y en oposición a la oligarquía que ha cedido ante el imperialismo”.
La oligarquía en realidad se ha entregado al imperialismo. Pero más aún, constituye una especie de quinta columna del imperialismo en suelo venezolano. En la medida que la oligarquía continúe controlando en sus manos las palancas más importantes del poder económico -especialmente los bancos-, las conquistas de la revolución nunca estarán a salvo. Hace una semana, en una reunión de masas, Chávez habló con términos muy enérgicos de derrotar a la oligarquía. Esto fue recibido con entusiasmo por las masas que desean fervientemente que la revolución se complete.
Chávez ha tenido reuniones con los empresarios, no los pequeños, sino con los representantes de las grandes empresas como Daimler-Chrysler. Chávez también se ha reunido con Cisneros (el hombre más rico de Venezuela y el propietario de los medios de comunicación que apoyaron hace dos años el golpe de estado). Los empresarios han hecho todo tipo de exigencias y Chávez ha hecho todo tipo de ofertas para calmarlos. Dice que la revolución bolivariana no es comunista y que no representa una amenaza para la propiedad privada.
Aquí vemos la diferencia fundamental entre el marxismo y el programa de incluso la democracia pequeño burguesa revolucionaria más avanzada. La noción de que la revolución venezolana puede triunfar con los capitalistas y los banqueros controlando las palancas vitales del poder económico es un error descomunal. En las condiciones modernas, la burguesía de los países coloniales y ex-coloniales es incapaz de llevar a cabo las tareas de la revolución democrático burguesa. Ni una sola de las conquistas de la revolución puede estar garantizada sin la expropia de la oligarquía.
La negativa de Chávez de emprender una acción decisiva contra la oligarquía significa que todo puede volverse en su contrario. La experiencia ha demostrado que la “moderación” no convencerá a los enemigos de la revolución para que adopten una actitud más favorable. Todo lo contrario, la debilidad invita a la agresión. La política defendida por los reformistas, que ahora tienen una situación ventajosa en el palacio de Miraflores, constituye el peligro principal de la revolución bolivariana.
Es necesario un sentido de la proporción
A pesar de todo, el ambiente de las masas sigue siendo totalmente favorable a Chávez, pero es crítico con los dirigentes reformistas del Comando Ayacucho que fue desmantelado de repente hace unas semanas, después de estar completamente desacreditado. Mientras que mantenemos una postura de principios, debemos defender consignas y reivindicaciones que encuentren eco en el movimiento de masas, comenzando con las capas más activas. Los marxistas no podemos alejarnos demasiado de las masas o ellas se alejarán de nosotros.
Debemos tener un sentido de la proporción -algo que no poseen los ultraizquierdistas-. No debemos olvidar que nuestro enemigo es el imperialismo y la oligarquía. Estamos luchando para derrotar a ese enemigo y gustosamente colaboraremos con aquellas fuerzas que quieran hacer lo mismo. Al mismo tiempo criticamos enérgicamente a esos elementos de la dirección del movimiento bolivariano que están adoptando una actitud conciliadora con el enemigo, que intentan detener la revolución y llegar a un compromiso con la oligarquía y el imperialismo. Debemos decir concretamente qué medidas son necesarias para llevar hacia adelante la revolución.
Dirigimos nuestro fuego contra la tendencia reformista que es fuerte entre las capas superiores del movimiento, pero que prácticamente no existe en la base. Eso es lo que quieren los elementos más avanzados en la vanguardia, pero esto no es suficiente para nuestros críticos ultraizquierdistas. ¡Ellos piden que lancemos un ataque frontal contra el burgués Chávez! ¡Piden que proclamemos el partido revolucionario en Venezuela y rompamos con el movimiento bolivariano! Piden, exigen, ...en realidad no hay un final para sus exigencias. Pero como no tienen fuerzas para llevar a cabo estas exigencias, y ya que no nos hace falta su consejo sobre natación o sobre cualquier otra cosa, podemos ignorar sus demandas y centrarnos en nuestra tarea de construir las fuerzas del genuino marxismo en Venezuela e internacionalmente, porque somos la única tendencia que está en posición de hacerlo.
La campaña Manos Fuera de Venezuela ha tenido un gran éxito. Fue reconocida por Chávez cuando en marzo de este año públicamente expresó su gratitud a In Defence of Marxism, manifestando su “gratitud por vuestra solidaridad en favor de la revolución bolivariana”. Esto, por alguna razón, es tomado como una “prueba” de nuestra “traición”. Esto es real sólo en su cabeza. Defender la revolución venezolana contra el imperialismo y la oligarquía contrarrevolucionaria no es una traición. Pero no hacerlo sí lo es.
Hablemos claramente. Este silencio de los llamados grupos marxistas en un momento en que la revolución venezolana está luchando por sobrevivir fue, y es, un escándalo y una deshonra. Si estamos de acuerdo en que la prueba principal para las organizaciones revolucionarias es su actitud hacia la revolución, entonces tenemos que decir que todos los grupos que hoy se unen para atacar a los marxistas por cumplir con su deber revolucionario han fracaso miserablemente. Por eso precisamente ahora sienten la necesidad de intensificar sus ataques, para cubrir sus espaldas desnudas y justificar su total inactividad en la cuestión clave de Venezuela, y cuya existencia acaban de descubrir.
Ahora intentan desesperadamente subir al vagón, pero es demasiado tarde. Se consuelan a sí mismos y a sus seguidores (que están haciendo preguntas incómodas) desvariando y divagando sobre la supuesta “complicidad” de Alan Woods con Chávez y el chavismo. Bien, damas y caballeros, sigan desvariando. Ninguna persona seria puede prestarles la más mínima atención. Pero dejen de malgastar el tiempo de personas que están intentando hacer un trabajo serio.
El simple hecho es que, como la zorra de la fábula de Esopo, nuestros críticos están descontentos porque hemos hecho una campaña de solidaridad ejemplar, porque hemos conseguido que las ideas del marxismo tengan una audiencia amplia en Venezuela e internacionalmente, porque estamos consiguiendo construir exitosamente las fuerzas del marxismo en el movimiento bolivariano, y por último, porque hemos tenido éxito. Y como la zorra, ahora no tienen otra alternativa que apretar los dientes de impotencia y murmurar: “Estas uvas están verdes”. A lo cual respondemos con la moraleja de Esopo: Es fácil despreciar lo que no puedes conseguir.
Esta nota ha sido leída aproximadamente 4446 veces.