El cachicamo es el mismo armadillo americano: mamífero desdentado, cuya piel está formada por una especie de capas corneas y flexibles que le permiten enroscarse en si mismo para defenderse de algunos peligros; es comestible, muy sabroso con arroz o guisado, escava cuevas con sus fuertes uñas, a las cuales hace una especie de salida de emergencia que los cazadores expertos las descubren con facilidad; mientras que la lapa, el mamífero de cacería, mucho más grande que un conejo y de carne exquisita; pero, ésta cuando se ve en apuros se aprovecha de las cuevas de los cachicamos para protegerse y pernoctar desalojando a sus legítimos dueños. De allí viene el refrán: “cachicamo trabaja pa’lapa”.
Algo parecido ocurrió con el derrocamiento de la dictadura de Pérez Jiménez. En los diez años de lucha del pueblo, pagando con perseguidos, torturados, muertos y exilados la búsqueda de la democracia, a la hora de repartir la torta del poder, quienes estaban prácticamente de “mirones” agarraron primero la mayor parte y después …toda la torta.
El Partido Comunista, aferrado a la lucha de masas y la unidad como la vía correcta para dar al traste con la dictadura, se enfrentaba a la posición golpista de un sector importante de Acción Democrática (el betancourismo) y la actitud pusilánime y conformista –muchas veces, aunque con la excepción de individualidades- de URD y Copei porque es hacia el final del pérezjimenismo cuando estas organizaciones, por la presión popular y los fracasos de los “manotazos” llevaron a la unidad, concretada en la Junta Patriótica que condujo en lucha a veces heroicas –fundamentalmente en Caracas- a la insurrección popular que dio al traste con Pérez Jiménez y su pandilla.
Al final fueron las clases dirigentes de la burguesía quienes se apoderaron del poder y al pueblo y sus representantes más genuinos les dejaron por breve tiempo…las celebraciones, después vino “Punto Fijo”, la “Ancha Base” y todo cuanto conformó la IV República…ojalá nunca más “cachicamo trabaje pa’lapa”.
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