Señor.
¡Dichoso el ciudadano que bajo el escudo de las armas bajo su mando ha convocado la Soberanía Nacional para que ejerza su voluntad absoluta ¡ Yo pues me cuento entre los seres más favorecidos por la Divina Providencia, ya que he tenido el honor de reunir a los representantes del pueblo de Venezuela en este augusto Congreso, fuente de la autoridad legítima, deposito de la voluntad soberana y arbitro del destino de la nación.
Así comienza Bolívar su discurso el 15 de febrero de 1815 y el Libertador hace explicita profesión de fe de sus ideas políticas democráticas y republicanas y este documento encierra, por antonomasia, una completa síntesis del ideario bolivariano.
No ha sido la época de la República que he presidido, una nueva tempestad política, ni una guerra sangrienta, ni una anarquía popular, ha sido, si, el desarrollo de todos los elementos desorganizadores: ha sido la inundación de un torrente infernal que ha sumergido la tierra de Venezuela. Un hombre ¡ y un hombre como yo! ¿ Que diques podría oponer al ímpetu de estas devastaciones? En medio de este piélago de angustias no he sido más que un vil juguete del huracán revolucionario que me arrebataba como una débil paja.
Yo no he podido hacer ni bien ni mal: fuerzas irresistibles han dirigido la marcha de nuestros sucesos; atribuírmelos no sería justo y seria darme una importancia que no merezco. ¿ Queréis conocer los autores de los acontecimientos pasados y del orden actual? Consultad los anales de España, de América, de Venezuela; examinad las leyes de Indias, el régimen de los antiguos mandatarios, la influencia de la religión y del dominio extranjero; observad los primeros actos del gobierno republicano, la ferocidad de nuestros enemigos y el carácter nacional.
El proyecto de Constitución para la República de Venezuela presentado por el Libertador al Congreso fue discutido por dicho Cuerpo y sirvió de base, con numerosas modificaciones, algunas de ellas sustanciales, para la Constitución aprobada para agosto del propio año.
Nosotros ni aun conservamos los vestigios de lo que fue en otro tiempo; no somos europeos, no somos indios, sino una especie de media entre los aborígenes y los españoles. Americanos por nacimiento y europeos por derechos, nos hallamos en el conflicto de disputar a los naturales los títulos de posesión y de mantenernos en el país que nos vio nacer, contra la oposición de los invasores; así nuestro caso es el más extraordinario y complicado.
Todavía hay más; nuestra suerte ha sido siempre puramente pasiva, nuestra existencia política ha sido siempre nula y nos hallamos en tanto mas dificultad para alcanzar la libertad cuanto que estábamos colocados en un grado inferior al de la servidumbre; porque no solamente se nos había acabado la libertad sino también la tiranía activa y domestica.
Permítaseme explicar esta paradoja .En el régimen absoluto, el poder autorizado no permite limites. La libertad del déspota es la ley suprema ejecutada arbitrariamente por los subalternos que participan en la opresión organizada en razón de la autoridad de que gozan. Pero como América lo recibía todo de España realmente la había privado del goce y ejercicio de la tiranía activa no permitiendo sus funciones en nuestros asuntos domésticos y administración interior.
Esta abnegación nos había puesto nos había puesto en la imposibilidad de conocer el curso de los negocios públicos; tampoco gozábamos de la consideración personal que inspira el brillo del poder a los ojos de la multitud, y que es de tanta importancia en las grandes revoluciones. Lo diré de una vez, estábamos abstraídos, ausentes del universo en cuanto era relativo a la ciencia del gobierno..
Simón Bolívar
JEFE SUPREMO DE LA REPUBLICA DE VENEZUELA
(*) Extracto del documento original hecho por ANTONIO J. VALDEZ
ajvmederico@hotmail.com