La inmensa mayoría de los venezolanos comparten el deseo de progreso para el país, en términos de aumento de la calidad de vida, de desarrollo tecnológico, y de máxima suma de felicidad posible para sus habitantes. Sin embargo, la percepción que los venezolanos tienen sobre los avances y retrocesos del gobierno bolivariano difiere enormemente dependiendo del ambiente en el cual hace vida cada ciudadana y ciudadano. En este artículo argumentaremos que una de las principales causas de esta diferencia de percepción, es la excesiva confianza que muchos de los venezolanos, tanto opositores como oficialistas, le confieren a información anecdótica, rumores y chismes. Esto, pensamos, es dañino para la obtención de los objetivos comunes de bienestar que tienen los venezolanos.
La información indirecta
Todas las personas hacen uso frecuentemente de informaciones provenientes de otras personas sin comprobar antes su veracidad. Esto se debe a que sería imposible en la práctica verificar dichas informaciones, al no disponer de los recursos y el tiempo suficiente para hacerlo. La prescripción del médico, el refrán de la abuela, el rumor del vecino, el consejo del papá, la recomendación del vendedor, la noticia del periódico, la lección del maestro, son ejemplos de información que no podemos verificar directamente pero que muchas veces tomamos en consideración, dándoles mayor o menor importancia. Para eso otorgamos cierto grado de credibilidad a la fuente de cada información. Es probable que hagamos más caso a un pariente cercano que a un desconocido, lo cual tiene su justificación en el hecho de que nuestros parientes generalmente se preocupan más por nuestra felicidad que otras personas. Es probable que hagamos más caso a un anciano que a un niño, ya que suponemos que el anciano ha tenido más tiempo para experimentar y reflexionar y se ha forjado una opinión más creíble que la de un niño. Es probable que hagamos más caso a un especialista o a un experto en determinada área que a una persona cualquiera. Sin embargo muchas veces atribuimos credibilidad a ciertas fuentes poco confiables, porque realizamos suposiciones erradas.
Lo que dice "la gente"
Existen muchos conocimientos que comparten la gran mayoría de las personas. La mayoría de la gente sabe, por ejemplo, que los hijos se parecen a los padres (de tal palo, tal astilla; hijo de gato, caza ratón), que los pájaros ponen huevos, que debe haber nubes para que haya lluvia, que los ríos corren hacia abajo, que el reposo cura de muchos males, que ciertos animales pueden ser peligrosos, que cierto alimento tiene alguna cualidad beneficiosa o perjudicial. En estos casos hablamos de "la gente" para referirnos a lo que sabe o a lo que dice la mayoría de la gente.
Existen situaciones en las que "la gente" tiene altas probabilidades de tener la razón. Y éstas son las situaciones en las que las personas tienen acceso directo a dichos conocimientos. La mayoría de la gente puede observar el cielo y sentir la lluvia, por lo que es probable que la gente tenga la razón al decir que debe haber nubes para que haya lluvia. La mayoría de la gente puede observar a sus padres y a sus hijos y concluir que los hijos se parecen a los padres. Sin embargo, en la actualidad, poca gente puede observar una bacteria en un microscopio, o un astro con un telescopio, por lo que es menos probable que "la gente" tenga la razón al referirse a la causa de una enfermedad o a las consecuencias de la aparición de cierta estrella o constelación en el cielo.
¿La gente o mi gente?
Uno de los principales errores que surge al hablar de "la gente", es confundir lo que dice "la gente", es decir, la gran mayoría de la población, con lo que dicen las personas que uno conoce. Existe una gran diferencia entre las decenas de personas que uno conoce bien, y las millones de personas que conforman la mayoría del país. Existe una gran diferencia entre las miles de personas de las que conocemos su nombre, y los miles de millones de personas que habitan este planeta.
Es cierto que si escogemos algunas personas al azar, de entre todas las personas de este país, es muy probable que obtengamos un grupo que representa de manera bastante fiel, a "la gente" de nuestro país.
El problema está en que frecuentemente, las personas que conocemos, las personas con las que nos topamos, no son escogidas al azar.
"Yo conozco a mi país"
Mi país, más de 900.000 kilómetros cuadrados de extensión, unas 90 millones de hectáreas, 27 millones de habitantes, 500 años de historia y miles más de prehistoria. Preguntas muy sencillas: de esos habitantes ¿conozco el nombre de cuántos?, de esas hectáreas, ¿cuántas he divisado, y cuántas he pisado? De esa historia ¿cuánta la he vivido y cuánta me la han contado? ¿De verdad conocemos a nuestro país? ¿Acaso tenemos una conexión automática con la información de nuestro país por el simple hecho de vivir en él? la respuesta obvia es no. Pero esta respuesta es obvia una vez que formulamos la pregunta, ya que una gran cantidad de personas cree erradamente que un venezolano conoce Venezuela por el simple hecho de ser venezolano, que un chino conoce China por el simple hecho de ser chino, y que un francés conoce Francia por el simple hecho de ser francés.
¿Qué cosas podemos decir que conocemos de nuestro país? Sabemos lo que aprendimos en la escuela, lo que nos enseñan nuestros padres, profesores, amigos y conocidos, y en buena parte, lo que captamos de los medios de comunicación. Pero la mayoría de todas estás fuentes no fueron escogidas al azar. Lo que aprendemos en la escuela es producto de la historia oficial que ha sido escrita y seleccionada por historiadores y políticos con intereses particulares. Los medios de comunicación son controlados por personas que pueden hacer valer también sus intereses o su opinión particular. Nuestros padres, profesores y amigos forman parte del pequeño y exclusivo grupo de gente que conocemos. Ellos conforman nuestro universo de comunicación personal. Es decir, lo que dicen mis conocidos no siempre es lo que dice "la gente", sino es lo que dice "mi gente". Estas personas generalmente van a estar relacionadas a nosotros de diversas maneras no casuales. Una de las características más importantes que van a determinar quienes forman parte de este universo es la clase social.
Probablemente mi gente pertenece a mi clase social
Preguntémonos cuántos de nuestros conocidos pertenecen a nuestra clase social, y cuántos no. Ahora preguntémonos cuántos de nuestro círculo más íntimo de amistades pertenecen a nuestra clase social y cuántos no. Es extremadamente probable que para una persona, para un venezolano cualquiera, sus amistades y conocidos sean mayoritariamente personas que pertenecen a su misma clase social. Esto se debe a diversas razones que tienen que ver con los ambientes en los que las personas pasan la mayor parte del tiempo. Por ejemplo, el lugar de residencia de una persona, depende en gran medida del dinero que tenga para pagar el alquiler o comprar una vivienda en esa determinada zona. Las personas con cierto nivel de ingreso van a encontrar vivienda en una zona con un precio parecido (cerro, barrio, urbanización, quinta, campo, ciudad), por lo que los vecinos de una zona van a ser probablemente de la misma clase social. El lugar de estudio (escuela pública, escuela privada), en especial durante la infancia y la adolescencia, es otro lugar que vendrá determinado por la clase social de una familia, por lo que las amistades que la persona desarrollará durante esa etapa de la vida tan importante, serán probablemente de su misma clase social. El lugar de trabajo (calle, tienda, fábrica, oficina), es otro ámbito en el que las personas se encontrarán con colegas con un nivel de salario similar, por lo que los conocidos y las amistades que se desarrollen en la etapa laboral de la persona, también corresponderán a una misma clase social. Y así, los lugares de esparcimiento (calle, tasca, discoteca, gimnasio), los medios de transporte (metro, autobús, autobús de línea, avión), y otros lugares en donde las personas pasarán su tiempo de vida, guardan estrecha relación con la clase social.
Los contactos entre clases sociales
Hemos alegado que la mayoría de las personas tienen un círculo de conocidos y de amistades que en su mayor parte pertenecen a su clase social. Pero es probable que muchos de nosotros conozcamos a una buena cantidad de personas que pertenecen a otra clase social. Muchos lectores, pensarán de manera crítica: "Eso es falso para mí, ya que yo conozco a muchas personas pobres", es el caso de médicos que atienden al público en general, el caso de ingenieros que trabajan con técnicos y obreros, el caso de periodistas que visitan zonas populares. Otros pensarán: "Ese no es mi caso, porque yo conozco a muchas personas adineradas", es el caso de señoras de servicio que trabajan en la casa de adinerados, es el caso de vendedores ambulantes cuyos clientes son personas con dinero, es el caso de taxistas. Entonces muchos de nosotros, erradamente, pensamos que si tomamos en cuenta a estas otras personas, nos podremos hacer una buena idea de lo que dice o piensa "la gente".
Pero las preguntas que debemos hacernos son las siguientes: ¿Las personas de otra clase social que nosotros conocemos son representativas de esa clase social? ¿Son escogidas al azar? ¿No serán más bien una fracción de dicha clase social que conocemos precisamente porque no es representativa de esa clase social? ¿Dichas personas son realmente sinceras con nosotros o dan una opinión falsa debido precisamente a que no somos de la misma clase social?
Si una mujer adinerada que se opone a Chávez le pregunta a su señora de servicio si es chavista o no, ¿qué clase de respuesta espera esta señora? ¿Es que acaso una señora de servicio que apoye a Chávez pero que también dependa de ese trabajo para sustentar a su familia, va a ser sincera en su respuesta? Es evidente que una persona pobre que dependa de la paga de una persona con mayores recursos va a acoplarse en lo posible a los gustos de ésta última.
Otra relación no casual entre clases sociales es la producida a través de actos delictivos. Uno de los pocos contactos que tienen muchas personas adineradas con clases sociales bajas, es aquel que surge a través de la delincuencia. Es decir, para estos adinerados, "la gente pobre" corresponde a delincuentes, estafadores, "vivos", los cuales son una pequeña fracción de la población de bajos recursos.
"La gente" y Chávez
Para ciertas personas es común escuchar a alguien decir: "la gente" ya está cansada de Chávez. Pero ¿quién es la gente para esa persona? "La gente" constituye probablemente decenas o centenares de personas que conoce. De ninguna manera puede decirse que "la gente" corresponde a las millones de personas que habitan nuestro país.
Lo que sí corresponde a las millones de personas que habitan nuestro país son la elecciones nacionales. Entonces lo que debe preguntarse cualquier persona es si lo que "mi gente" dice, corresponde a los resultados de las elecciones. Si no corresponde quiere decir que lo que dice "mi gente" no es lo que dice "la gente". Si sí corresponde quiere decir que es más probable que lo que dice "mi gente" corresponda a lo que dice "la gente", aunque aún así existe una buena posibilidad de que no siempre corresponda, ya que siempre existen particularidades de opinión en cada localidad.
Es un buen ejercicio de comprensión de la realidad observar los resultados de las elecciones en la localidad en la que uno vive y comprobar cómo mientras más reducimos el tamaño del "área electoral"en la que vivimos, más se parecen los resultados de las elecciones a lo que dice "mi gente", y que muchas veces le atribuimos erradamente a lo que dice "la gente". Quizás los resultados nacionales, o estatales contradigan lo que dicen nuestros conocidos, pero muy probablemente los resultados municipales, parroquiales, o de nuestro centro de votación, se parezcan mucho a lo que dicen y piensan nuestros conocidos.
Las encuestas
Las encuestas son un medio de conocer lo que dice "la gente" que es menos certero que las elecciones y referendos, pero mucho más certero que lo que dicen nuestros conocidos ("mi gente"). Sin embargo la efectividad de la encuesta dependerá en gran medida de la manera en la que se escojan las personas encuestadas, y el número de personas encuestadas. La escogencia, que debería ser aleatoria, puede ser fácilmente sesgada. Un sesgo muy común es el que produce una encuesta telefónica. Uno puede preguntarse por ejemplo, ¿quienes contestan a una encuesta telefónica?. Primero, hay que tener una línea telefónica, por lo que de partida se excluyen a las personas que no tienen (y que probablemente son los que viven en la miseria). Segundo, hay que estar desocupado en el momento de recibir la llamada, lo cual excluye a una parte de las personas más ocupadas (los trabajadores). Tercero hay que aceptar realizar la encuesta, lo cual excluye a aquellos que por diversas razones no aceptarán realizar la encuesta.
Una buena manera de determinar la credibilidad de una encuesta es comparar los resultados de encuestas anteriores de esa misma encuestadora, con los resultados de las elecciones.
¿Cuánto vale una anécdota?
Una anécdota es un evento que le ocurre generalmente a una o muy pocas personas. A priori, una anécdota tiene muy poco valor para poder evaluar lo que dice "la gente". Se trata de un suceso que le ocurre a una persona de entre millones de personas. La única manera de que una anécdota tenga algo de valor como reflejo de la opinión pública, es que venga acompañada de un número más o menos elevado de anécdotas similares.
La imagen de un haitiano hambriento tendría muy poco valor para conocer la realidad de Haití si no viniera acompañada de estadísticas e informaciones históricas que respaldan el hecho de que Haití tiene numerosos hambrientos. El comentario de un transeúnte tiene muy poco valor como reflejo de la opinión pública sin la certeza de que este transeúnte fue escogido al azar, y rara vez alguien entrevistado por un medio de comunicación es escogido al azar.
Las anécdotas en los medios
Las anécdotas son frecuentemente presentadas en los medios como único argumento para intentar representar la opinión de "la gente". Esto puede decirse que ocurre tanto en medios oficialistas como en medios opositores, y medios que se declaran neutrales (imparciales o equilibrados). Y ésta es una práctica completamente criticable, que no presenta un buen reflejo de la opinión pública. Las anécdotas pueden servir para desmentir una afirmación que intenta generalizar un hecho, o como ejemplo de una encuesta realizada a numerosas personas, o como complemento a una información más confiable, como el resultado de una elección. Pero deben ser descartadas, a pesar del gran impacto mediático de videos e imágenes, como un reflejo de lo que dice "la gente".
¿Cuánto vale un chisme?
Los chismes y rumores constituyen una información no sólo indirecta, sino que ha pasado por numerosos medios diferentes, y es susceptible de muchas deformaciones, pérdidas y modificaciones. Si una anécdota tiene poco valor, un chisme tiene muy poco valor como reflejo de la opinión pública, o de cualquier otra realidad. Numerosos chismes sobre una misma información pueden reflejar mejor lo que dice "la gente" dependiendo de la situación. Como bien explicamos al principio de este texto, lo que dice "la gente" es una información confiable siempre que la mayoría de las personas tengan acceso directo a dicha información. Pero en el caso de los chismes, muchas veces son muy pocas las personas que acceden a dicha información directamente. Sólo en los casos en los que gran cantidad de personas pueden acceder a una información de manera directa, los chismes pueden reflejar de manera razonablemente correcta la realidad. No es lo mismo recibir chismes sobre la represión que efectuaron numerosos soldados en una ciudad, lo cual pudo ser observado por numerosas personas, que recibir un chisme sobre un acto de corrupción que un funcionario efectuó en una oficina donde sólo pudo ser observado por pocas personas. No es lo mismo recibir chismes sobre numerosas personas que observaron un desastre natural, que recibir un chisme sobre una o dos personas que observaron un objeto volador no identificado. Además, en numerosos casos estos chismes reflejarán probablemente lo que dice "mi gente", en lugar de lo que dice "la gente".
Es difícil contradecir a "mi gente"
Por último debemos decir que como seres humanos que somos, nuestro entorno, nuestra familia, amigos y conocidos, es decir, lo que en este texto hemos llamado "mi gente", es una parte esencial de nuestra vida y de nuestra felicidad. La conciencia social, el humanismo y el socialismo, no pueden existir sin entender la importancia que el entorno social tiene para los seres humanos. Es muy difícil que un ser humano se enfrente a la opinión del entorno que lo rodea. Irónicamente, nuestra cohesión social, es muchas veces la que impide que muchas personas entiendan que se verían beneficiadas por políticas sociales, humanistas y socialistas. Para el triunfo del socialismo es indispensable que haya personas que se enfrenten a la opinión de su entorno, que sean escépticos frente a las informaciones que reciben de sus conocidos, que tengan la audacia de investigar y obtener informaciones fuera de su entorno, y que tengan la valentía de dar a conocer sus opiniones. Y para facilitar este trabajo es importante brindarles herramientas y argumentos para que estos potenciales "herejes" hagan esa tarea.
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