De forma genérica
abro un compás sobre estas modestas y cortas líneas, para exaltar
a la noble figura de Jennifer Carolina Viera de Valero, que junto a
la sensibilidad femenina de mujer estoica, se guardó y llevó consigo
su tragedia y dolor.
Reza el dicho
popular: “detrás de cada hombre que triunfa hay una excelente mujer”
y Jennifer lo fue sin duda. El triunfo de su cónyuge Edwin “Inca”
Valero sobre los escenarios boxísticos, implícito bullía sobre la
estampa de esta abnegada mujer y su hermosa prole, su paso por esta
tierra fue corto y prematuro su partida.
Alguien dijo:
“no era figura pública por que no había hecho pelea alguna”, claro
que si lo era en sentido figurado si es válido el término y si aún
no siéndolo, Jennifer Carolina batalló ante un destino incierto, era
la esposa de un ídolo estigmatizado y consumido por el agujero negro
de la trágica adversidad. Jennifer detrás de bastidores dio su pelea
más importante de su vida, la de tratar de salvar una esperanza que
se negaba a vibrar, pero la mezquina contrariedad le propinó el golpe
bajo, que a la postre le condujo al cadalso ante nuestra más atroz
indiferencia.
Atrás queda
una larga lista de muchas Jennifer. El triste episodio que envolvió
de fría neblina a la extinta y joven madre, debe ser en lo adelante
el más vivo ejemplo a reflexionar, contra todo eso que suelen llamar
violencia de género. Salvaguardemos a la mujer de semejante y absurda
práctica, que no discrimina en su accionar si la victima es de alto
o bajo extracto social.
Necesario es
formatear el disco duro, donde habita a su antojo la amenaza latiente
en la actitud machista de muchos hombres, que no terminamos de entender
que la mujer al igual que todo varón, juntos abordamos el mismo tren,
por supuesto ella es el pasajero más importante, pero sobre todo, el
colirio para nuestros ojos.
julio.cesar.carrillo@hotmail.com