Todo
lucía gris para el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, cuando, a
finales de noviembre y en cuestión de dos semanas, se esfumó la
posibilidad de anotarse algunos puntos de protagonismo como mediador en
el intercambio humanitario y sufrió su primera gran derrota en un
referendo nacional que no alcanzó la mayoría de votos para
institucionalizar en Venezuela lo que llamó el “socialismo del siglo
XXI”.
Sin
embargo, la liberación de tres secuestrados este fin de semana le
devuelve a Chávez un rol protagónico como pieza fundamental para lograr
el acuerdo humanitario entre la guerrilla y el Gobierno colombiano y,
de paso, le sirve para restaurar su liderazgo regional.
La
imagen de una flotilla compuesta de cinco aeronaves con el logo de la
Cruz Roja atravesando las selvas colombianas desde Venezuela, con
delegados internacionales de la altura del ex presidente argentino
Néstor Kirchner y el delegado francés que representa al gobierno de
Nicolás Sarkozy, es un acto significativo del margen de liderazgo que
mantiene Chávez en la región. Y así, aquellos que lo veían lejos ya
del conflicto colombiano, lo ven de nuevo aparecer en el horizonte, con
el malestar de quien echó de su fiesta a un personaje no deseado, pero
puesto en la obligación de recibirlo de nuevo, por petición de los
otros invitados.
Tras
la ruptura de relaciones con el presidente venezolano, a finales de
noviembre, Álvaro Uribe buscó por todos los medios asegurar que, en
adelante, los acercamientos con las Farc se realizaran exclusivamente
con el comisionado de Paz, Luis Carlos Restrepo, y la Iglesia Católica.
Buscando cambiar de banda, pero continuando con la mediación
internacional, Uribe acudió al presidente francés, Nicolás Sarkozy,
para que actuara como posible mediador entre el Gobierno colombiano y
la guerrilla de las Farc.
Pero en la política, y mucho más en el
campo internacional, no sólo mandan las cabezas de Estado. Y
paradójicamente, siendo esta una materia de orden humanitario, Chávez
recibiría dos importantes fuentes de legitimidad en su papel como
mediador. La primera, proveniente de los familiares de los
secuestrados, quienes saltaron de inmediato a ratificar el mandato de
mediación cuando éste le fue cancelado por Uribe. Y luego, el público
reconocimiento de las Farc, al anunciar que liberarían a Clara Rojas,
ex asistente de Íngrid Betancourt; a su hijo Emmanuel, de tres años,
nacido en cautiverio, y de la ex parlamentaria Consuelo González de
Perdomo.
Chávez
ha vuelto entonces a saltar en la escena, no sólo como interlocutor
validado por las víctimas y las Farc, sino como un actor propositivo,
capaz de idear una operación de rescate de los secuestrados que
maximizara su seguridad. Chávez ha logrado así poner de nuevo el
reflector en su arena y, a su vez, fortalecer relaciones con
importantes países como Francia, mientras demuestra que es capaz de
convocar a la región en torno a un asunto que se ha convertido en pieza
fundamental de la agenda internacional del continente.
En el ojo del
huracán
Chávez
nunca ha sido de palabras ligeras en cuanto a su política exterior se
refiere. Únicamente en los últimos meses casó dos duras peleas, la
primera con el Rey de España, que lo volvió el líder político más
impopular en España según una encuesta reciente, y la segunda con el
presidente Uribe, tras la abrupta cancelación de su papel como mediador
ante el acuerdo.
Pero
sin querer queriendo, el acuerdo humanitario se ha convertido para
Chávez en asunto clave dentro del desarrollo de su política
internacional, no sólo por el peso simbólico que tiene el hecho de
realizar una gestión humanitaria que trasciende sus fronteras, sino por
la cantidad de actores internacionales a los que involucra, incluyendo
a su mayor enemigo, los Estados Unidos.
Desde el comienzo de su
corta gestión como mediador, iniciada el 31 de agosto, Chávez recibió
el respaldo del presidente francés, Nicolás Sarkozy, e incluso se
reunió con él en París el 20 de septiembre para hablar del avance del
proceso, pocos días antes de que se diera por terminada su labor.
Entre tanto, Piedad Córdoba se reunía en Estados Unidos con senadores
demócratas y estuvo muy cerca de lograr una reunión entre congresistas
de ese país y el presidente venezolano, hecho inédito que lo habría
acercado “diplomáticamente” al país de “Mr. Bush”, como suele llamarlo.
En
cuanto a América Latina, Chávez demostró ser capaz de involucrar a
importantes jugadores en el Cono Sur. El 3 de septiembre, el presidente
del Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, le manifestó al mandatario
venezolano la voluntad de habilitar una zona en territorio brasileño en
la cual agilizar las negociaciones conducentes al intercambio.
Asimismo, Chávez logró involucrar dentro de la agenda de países como
Ecuador y Argentina la urgencia del acompañamiento internacional para
el logro del acuerdo. Esto, sumado a su ya férrea alianza con Bolivia y
Cuba, le otorga un peso considerable en la región.
Así, oscilando entre su ser
combativo y ofensivo, y una posición más moderada y racional, como la
expuesta el miércoles pasado cuando les explicó a los medios de
comunicación su plan de rescate, Hugo Chávez demostró que los vínculos
establecidos durante las semanas de su gestión siguen existiendo, y que
éstos le dan un margen de maniobra para continuar con su facilitación.
Pero, ¿cuál será su papel en lo que queda del proceso? ¿Cómo afectará
éste las relaciones binacionales? ¿Qué implicaciones tendrá que estos
países entren como acompañantes y a petición de Chávez? ¿Cuál será la
sigiente jugada del presidente Uribe?
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