El plan también contemplaba el asesinato de Jesse Chacón, ministro del Interior y de Justicia; de Isaías Rodríguez, Fiscal General, y de José Vicente Rangel, vicepresidente de Venezuela, indicó García.

Manuel Rosales habría ofrecido 25 millones de dólares a jefe paramilitar colombiano para asesinar a Chávez

24 de sept. 2009. - La Fiscalía General de Colombia tiene el testimonio de un ex militar colombiano condenado por paramilitarismo según el cual el entonces gobernador del estado venezolano de Zulia, Manuel Rosales, participó en un complot con escuadrones de la muerte para asesinar al presidente Hugo Chávez.

En extensa entrevista con El Nuevo Herald, el ex soldado Geovanny Velásquez Zambrano, condenado a 40 años de prisión por haber cometido masacres con paramilitares en la región colombiana de Catatumbo, fronteriza con Venezuela, sostuvo que las reuniones ocurrieron el jueves 23 y el viernes 24 de diciembre de 1999.

Velásquez hizo un recuento de estas reuniones el 22 de mayo ante un reportero de El Nuevo Herald en un despacho judicial de Bogotá tras rendir declaraciones en el mismo sentido a la Fiscalía General. También aseguró que asistió a dos reuniones en las que Rosales, ex gobernador del estado Zulia y ex candidato presidencial de la oposición, ofreció pagar $25 millones para poner la operación en marcha.

Rosales no acudió a una cita previamente acordada con El Nuevo Herald en Lima, donde se encuentra asilado. Tampoco respondió llamadas telefónicas directas ni otras a través de un colaborador suyo en esa ciudad, así como correos electrónicos enviados para que diera su versión.

El ex gobernador ya había sido señalado de estar supuestamente detrás del plan para matar a Chávez.

Sin dar detalles, el diputado chavista a la Asamblea Nacional, José Luis Pirela, aseguró en noviembre del 2006 que Rosales se había reunido con paramilitares colombianos en la localidad colombiana fronteriza de Puerto Santander.

En enero del 2006 el político chavista Gian Carlo Di Martino acusó a Rosales de haberse reunido supuestamente en Colombia con "militares golpistas que planeaban derrocar a Chávez''.

En esa ocasión, Rosales afirmó que "no existen pruebas y no las podrá presentar jamás porque no existe ninguna evidencia''.Y enfatizó: "Porque tengo varios años que no voy a Colombia''.

Después de que Velásquez concediera una extensa entrevista a El Nuevo Herald delante de dos funcionarios judiciales y un defensor de derechos humanos, desconocidos intentaron infructuosamente ahorcarlo en la cárcel con una media de nylon.

Luego, recibió una golpiza que le propinaron otros presos por haber hablado con este diario. El lunes 8 de junio nuevamente se salvó de morir asfixiado con una funda de polietileno que desconocidos le pusieron en la cabeza.

Los primeros detalles del presunto plan de asesinato de Chávez fueron publicados por El Nuevo Herald desde abril del 2003 cuando Rafael García, el destituido jefe de informática del Departamento Administrativo de Seguridad de Colombia (DAS), declaró en entrevista exclusiva que funcionarios de alto nivel del gobierno de Colombia, entre quienes se encontraba el director del DAS, Jorge Noguera, realizaron reuniones para asesinar a líderes de Venezuela y desestabilizar políticamente a ese país.

"Existió un plan de desestabilización contra el gobierno venezolano y hay mucha gente comprometida en el asunto'', afirmó entonces García, quien fuera estrecho colaborador de Noguera, hoy preso.

García, quien no mencionó a Rosales como parte del plan, ratificó este testimonio en un documento obtenido por El Nuevo Herald hace un mes y que está en poder de los gobiernos de Venezuela y Estados Unidos.

El plan también contemplaba el asesinato de Jesse Chacón, ministro del Interior y de Justicia; de Isaías Rodríguez, Fiscal General, y de José Vicente Rangel, vicepresidente de Venezuela, indicó García.

Velásquez sostuvo en la entrevista con El Nuevo Herald que estuvo dos veces con Rosales: "Un jueves en Cúcuta y un viernes en Ureña'', dijo.

La primera reunión fue "en el conjunto cerrado Los Molinos del Norte [Cúcuta], como a las diez de la mañana''.

Aquella vez, "estuvieron Rosales, [el narcotraficante y comandante paramilitar Jorge Iván Laverde, alias] El Iguano y unos empresarios que al verlos yo los recuerdo. Son manes [hombres] de plata de Venezuela que estuvieron ahí''.

Tan pronto como Rosales habría ofrecido los $25 millones, Velásquez indicó que "El Iguano se paró y dijo: ‘Yo acepto la oferta, yo tengo los muchachos para matar a ese señor, pero que sea en Ureña o sea en San Antonio' '', pues en Caracas, agregó, sería más difícil.

Laverde actualmente está preso e incomunicado en Colombia. En sus confesiones ya ha mencionado los nombres de altos oficiales del Ejército colombiano que cooperaron con los frentes paramilitares en la comisión de delitos de lesa humanidad y narcotráfico en la frontera de Colombia con Venezuela.

Debido a los planes supuestamente urdidos en Cúcuta y Ureña, Velásquez dijo que "a Chávez lo cuidan son puros manes de Cuba, la seguridad de Chávez son puros cubanos, él desconfió del estado venezolano de él, el 75 por ciento son cubanos'', tantos que "entre la gente de la seguridad lo que se oye son meros ritmos de Cuba''.

En la segunda reunión que, según Velásquez, se celebró "en Ureña, estado venezolano de Táchira, en el conjunto cerrado [residencial] Las Casitas, se citó al señor [Manuel] Rosales, el opositor de Chávez [. . .]. Inclusive, ese día El Iguano llevaba un BMW verde''.

"El fin'', explicó Velásquez, era "darle [matar] a Chávez cuando Chávez viniera a Ureña, en el estado Táchira, o fuera a San Antonio, para darle con arma corta y arma larga, puro entrenamiento con equipo de asalto''.

El Nuevo Herald logró acceso a otro ex militar colombiano que también ha declarado ante la fiscalía sobre el plan contra Chávez.

Se trata del mayor del ejército colombiano Mauricio Llorente Chávez, condenado por haber permitido que paramilitares cometieran en 1999 tres masacres en Catatumbo. Llorente reveló a El Nuevo Herald que el comandante de las fuerzas ilegales preparadas para matar a Chávez fue un soldado profesional que estuvo bajo su mando, identificado como José Misael Valero Santa, alias Lucas, quien aún hoy permanece en ese país al mando de una tropa de 1,000 paramilitares.

Todavía, como resultado de aquellos acuerdos, "en este momento hay 2,000 paramilitares en Venezuela en lo que es La Fría, Colón [en el estado Táchira], El Vigía [estado Mérida], Barinas [capital del estado Barinas], Barquisimeto [capital del estado Lara], Trujillo y Valera [estado Trujillo]. ¿Con qué fin? Con el fin de darle de baja a Chávez, con el fin de desestabilizar a Chávez'', sostuvo.

Al explicar la reunión del jueves 23 de diciembre en Cúcuta, Velásquez afirmó: "Yo estuve en esa entrevista [. . .] con Jorge Iván Laverde, El Iguano; Jairo El Sicario, El Veneco, uno más que es de Venezuela, El Aguado, otro de Venezuela y yo y empresarios venezolanos que Chávez les quitaba los bienes y entonces ellos, ofendidos, pagaban para matar a Chávez''.

Durante las dos reuniones, agregó, "a Rosales lo tuve a unos dos o cuatro metros''. Aseguró que Rosales habría anunciado "que él daba $25 millones para que mataran a Chávez pero que él directamente no los pagaba sino que pagaban unos gringos ofendidos con Chávez pero que él [Rosales] se encargaba de pagar''.

Velásquez sostuvo que, además, participó en el entrenamiento del primer grupo de paramilitares que entró a Venezuela en el 2000 con la misión de asesinar a Chávez.

"Se entrenó la gente con puros fusiles FAL infrarrojos, en Puerto Santander [zona colombiana al pie de Venezuela]'', sitio mencionado en su denuncia del 2006 contra Manuel Rosales por parte de Pirela, el diputado chavista.

"Como yo fui militar'', señaló, "les enseñé arrastre bajo, arrastre alto, avanzada uno, avanzada dos, saltos vigilados, tiro al blanco de fogueo''.

El entrenamiento se hizo en una base paramilitar de frontera instalada en la hacienda Las Timbas y en él también participaron, "el señor El Iguano, Jairo El Sicario, el comando [comandante] Cordillera, que está muerto, y el comando Mauricio, en la base de Las Timbas, más allá de [el sitio] El 60, entre El 60 y la pista [aérea] Río de Oro'', en la zona colombiana de frontera.

El periodista Gerardo Reyes contribuyó a este reportaje.


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