26 de junio de 2010.- El Barcelonazo fue una insurrección militar que se llevó cabo en Cuartel Pedro María Freites de la ciudad de Barcelona, estado Anzoátegui, el 26 junio de 1961. Este acontecimiento se desencadenó como consecuencia de las persecuciones, allanamientos y detenciones que efectuaron, conjuntamente, la Dirección General de Policía, Digepol, y las bandas armadas de Acción Democrática contra miembros de la Cámara Agrícola de Venezuela.
Ante estos hechos los dirigentes de la Cámara Agrícola decidieron actuar por la vía armada, y para ello planificaron junto a un grupo de militares, un alzamiento en la ciudad de Barcelona, el cual debería luego extenderse a otras localidades de Venezuela con el fin de provocar un gran movimiento cívico-militar que derrocara el Gobierno de Rómulo Betancourt.
En la madrugada del 26 de junio, un grupo de militares alzados, dirigidos por el mayor (r) Luís Alberto Vivas Ramírez, el Capitán (r) Rubén Massó Perdomo y Tesalio Murillo, tomaron el cuartel Freites de Barcelona y el Batallón de Fusileros Mariño. Sin embargo, debido a la falta del apoyo ofrecido por los otros componentes militares comprometidos en la sublevación, los militares fieles al gobierno de Betancourt retomaron el control rápidamente, y a las 10 de la mañana el movimiento estaba derrotado. Como consecuencia de esto, los militares contrarios a Betancourt se rindieron y fueron detenidos sus líderes principales.
Mientras esto ocurría en Barcelona, los militares contrarios al gobierno de Betancourt iniciaron acciones en La Guaira. Algunos funcionarios de la Guardia Nacional intentaron apoderarse del Comando 99, pero fueron derrotados por las fuerzas fieles al gobierno. Igual suerte tuvo el oficial Hugo Barillas en Ciudad Bolívar, quien fue detenido por los militares de esa localidad al comentar los planes subversivos.
Se estima que este movimiento dejó alrededor de 16 muertos y 9 heridos1 entre militares alzados y del Gobierno. Los sobrevivientes fueron sometidos a vejámenes y torturas, todos los participantes fueron juzgados por Tribunales Militares, incluyendo a los civiles.
Una vez derrotada la insurrección de Barcelona, los cuerpos de seguridad del Estado, en especial el Servicio de Inteligencia de las Fuerzas Armadas (SIFA), iniciaron una serie de labores Barcelona, Monagas, Maturín, La Guaira y Ciudad Bolívar, con el fin de “comandar grupos para lanzar bombas, volantes y a conducir autos con altoparlantes para alarmar y confundir a la población…”
Posterior a esta insurrección, en el año 1962 ocurrieron otras como El Carupanazo y el Porteñazo. Aunque todas fueron derrotadas por el Gobierno, el surgimiento y detonación de éstas dejo claro el profundo descontento que existía en el país no solamente por parte de un considerable grupo de las Fuerzas Armadas, sino también dentro de la población que fue perseguida, desaparecida, encarcelada, torturada y asesinada en defensa de una ideología diferente a la del gobierno de Rómulo Betancourt.