Caracas, noviembre 27 - El viernes 27 de noviembre de 1992 se produjo la segunda rebelión militar contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez (el primero ocurrió el 4 de febrero de ese mismo año).
De alguna manera, esta segunda rebelión –de la que se cumplen 18 años - buscaba terminar con lo que inició el para aquel entonces teniente coronel, comandante Hugo Chávez Frías –hoy Presidente de la República-, y un grupo de oficiales de graduación media.
Sin embargo, esta vez, los militares responsables del intento de golpe, eran militares de alto rango como los contralmirantes Hernán Grüber Odremán (jefe de la operación) y Luis Enrique Cabrera Aguirre; el general de brigada de la Fuerza Aérea, Francisco Visconti Osorio, el coronel del Ejército Higinio Castro y el mayor de la Guardia Nacional, Carlos Salima Colina (estos dos últimos participaron en la planificación del golpe, pero no en su ejecución). Por los civiles estuvieron presentes las organizaciones Bandera Roja y Tercer Camino, así como representantes del Frente Patriótico, entre otros grupos organizados y críticos del gobierno de Pérez.
Ese día los más fuertes enfrentamientos por aire y tierra ocurrieron en el Distrito Federal, en Miranda, Aragua y Carabobo.
Aviones revolucionarios no sólo rompieron la barrera del sonido
Ese viernes las águilas libre, como llamó el presidente Hugo Chávez, a estos hombres de la Fuerza Aérea Venezolana, hirieron de muerte a la Cuarta República y sellaron su destino ya maltrecho por las dos rebeliones anteriores: la del pueblo, el 27 de febrero de 1989 y la del 4 de febrero de 1992.
A las 5 de la mañana despegaron cuatro aviones Bronco, Tres Mirages, dos T2D y varios Tucán T-27, desde Maracay hacia distintos destinos del país.
En Caracas, los pilotos de aquellas naves supersónicas hicieron que el cielo rugiera con cantos esperanzadores. No sólo rompieron una y otra vez la barrera del sonido, sino que anunciaron –con la fuerza de sus motores y de su artillería-, que la patria continuaba de parto revolucionario.
Todavía se recuerda la maniobra que realizó el piloto David Isea Morales, en pleno centro de Caracas cuando rompió la barrera del sonido y la vibración puso a temblar a Miraflores en pleno.
Fresco está el recuerdo de los bombardeos a los reductos leales al régimen de Carlos Andrés Pérez. La Base Aérea Francisco de Miranda en La Carlota, Miraflores y la metralla con una .50 que salía del Helicoide recibieron contundente respuesta de los revolucionarios.
Por ellos, este día es también el de la Aviación Militar Bolivariana, según decreto Nº 7.102 de la Gaceta Oficial Nº 39.332 de fecha 21 de diciembre del 2009, firmado por el presidente de la República, comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, Hugo Chávez Frías.
De esta forma -según reza el mandato legal-, se reconoce el heroico acontecimiento que dio origen a una nueva etapa de nuestra Fuerza Aérea como institución defensora y protectora de justicia social, libertad y soberanía de la nación, legados por Simón Bolívar y se rinde tributo a los venezolanos civiles y militares que –en ese día de 1992- ofrendaron su vida para el logro de los más altos ideales de la República.
Cronología
Ese viernes del 92, las acciones militares se dieron desde muy temprano –como lo reseñan distintos medios-. Apenas terminaba el día 26, cuando se iniciaron las distintas movilizaciones militares. Serían las 4:30 de la mañana, cuando el movimiento encubierto toma control de bastiones en Caracas y Miranda.
Los patriotas, con claro conocimiento de la importancia de las telecomunicaciones, ocupan Venezolana de Televisión (VTV) y el transmisor de Los Mecedores, con lo que se logra controlar las señales de RCTV y Venevisión. A cargo de esta operación en la ciudad capital, estuvo el capitán Varela Rumbos y el teniente Jesse Chacón, junto a 30 efectivos del Batallón de Comunicaciones del Ejército (Posteriormente, en la retoma del canal del Estado las fuerzas leales al gobierno de Pérez, provocan un baño de sangre en estas instalaciones).
A las 5 y 30 de la mañana se desata un motín que tenía lugar en el centro penitenciario Los Flores de Catia. El resultado fue de 63 personas muertas, más de 50 heridos y alrededor de 80 reclusos fugados (en esta masacre estuvieron involucrados muchos civiles y militares que hoy se oponen al Gobierno Bolivariano).
Como a las 6:30 de la mañana, Carlos Andrés Pérez se dirigió a Televen, cuyas transmisiones no fueron confiscadas porque tenía una antena repetidora en El Cuño; desde allí informó que los rebeldes habían sido dominados, que el intento era un coletazo del 4 de febrero, y convocó a la población a efectuar sus actividades normales.
Pero la realidad en las calles era otra, el pueblo en armas y de civil resistía los embates del viejo sistema decadente.
En Yare, unos 30 rebeldes entre militares y civiles intentaron ingresar, a bordo de un tractor, al departamento de procesados militares con la idea de liberar al comandante Chávez y a los demás compañeros, presos desde el intento de golpe de Estado del 4 de febrero de ese mismo año.
En La Victoria, Aragua, los rebeldes tomaron el cuartel "Mariano Montilla" y detuvieron a todos sus efectivos, una emisora de radio transmitió las consignas patrióticas, pero la situación fue dominada cerca del mediodía por los aliados al gobierno.
No escuches a Uslar Pietri
Venezuela entró en la más crítica situación en lo social, en lo económico y político a partir de la década de los 80. La dictadura de los partidos en el poder (AD-COPEI) se mantenía en su más esplendorosa vigencia. En ese contexto, con más o con menos palabras, llega a la Casa de Misia Jacinta -por segunda vez- "El Gocho", como se le conoce a Carlos Andrés Pérez. Su fastuosa "coronación", como se le llamó a su asunción al poder, vino cargada no de beneficios para el pueblo, sino de una larga y cruel receta del Fondo Monetario Internacional (FMI) que se debía cumplir -según voces de esa época- para retornar al sendero de la prosperidad.
De inmediato desaparecieron -por completo- las pocas ayudas a los más necesitados; se incrementaron los productos de la canasta básica; se pretendió apretar el cuello del soberano hasta asfixiarlo. Pero llega el 27 de febrero de 1989, cuando se prende la pólvora en Guarenas y se incendia de fuego revolucionario el país. El gobierno de Pérez reacciona virulentamente masacrando al pueblo; pero la situación no quedó allí... Llega el 4 de febrero del 92, con el comandante Hugo Chávez a la cabeza; surge una rebelión militar digna, que fija una posición ante un Gobierno que obligaba a apretarse el cinturón, pero que continuaba sus derroches del recurso petrolero y su amoralidad creciente.
En ese contexto, aparece la rebelión que hoy se conmemora. Con un Pérez que tenía -para la fecha- un rechazo del 91.8% de la población, según la encuestadora ECO Omnimagen.
Uno de los líderes de la rebelión militar del 27 de noviembre, el contralmirante Luis E. Cabrera Aguirre, para ese entonces había sido comisionado por el ministro de la Defensa, Fernando Ochoa Antich, para realizar un trabajo de campo y verificar qué estaba pasando en el pueblo y en las propias Fuerzas Armadas.
"Esto nos llevó a hacer una revisión de todo lo que había ocurrido. Nos llevó incluso a conversar con los comandantes rebeldes detenidos en San Carlos y luego en Yare. Hablé con Chávez unas dos horas; y cuando salí de ahí, me di cuenta de verdad que estos muchachos tenían la razón. Entonces empecé a despertar y darme cuenta de los verdaderos problemas que tenía el país", señaló Cabrera Aguirre.
En ese estudio denominado "Las causas y condicionantes que motivaron la rebelión del 4 de Febrero", Cabrera Aguirre no sólo obtuvo una radiografía fidedigna de la situación real del país, sino que -una vez concluida- se la presenta al mismísimo Carlos Andrés Pérez; sin embargo, éste la desdeña. "¿Tú has hablado con Uslar Pietri? No lo hagas. Ese señor es peligroso, es un loco".
De ahí sale Cabrera Aguirre convencido de lo necesario de una rebelión militar de mayor envergadura como lo fue la del 27 de noviembre del 92, que incluyó no sólo a efectivos de los distintos componentes castrenses, sino a civiles.