Ciertamente, la universidad tiene un modelo que está franca y abiertamente colapsado y no es natural pensárselo desde los espacios sociales nuestros o desde los espacios académicos en el mundo. La universidad sufre, también los rigores de la oxidación de sus piezas, de modo que la estructura que le asiste ya no se corresponde con lo que es el deseo social y la necesidad de revisión de los problemas de la sociedad.
Siempre se pensó la universidad como el centro del conocimiento universal, de modo que poco a poco el secuestro que a ella se le ha hecho, le ha ido desprendiendo esa función y le ha asignado otras que no son las que le corresponden.
La universidad no se hizo sino para producir conocimientos y en el proceso de producción de conocimientos, la formación de los profesionales que eran o son necesarios para echar adelante la idea fuerte del desarrollo de cualquiera de los países del mundo. Entonces, estamos en primer lugar en presencia de una institución cuyo modelo estructural no se corresponde con lo que es la visión de universidad actual. Esa universidad napoleónica no es el retrato del siglo XXI; luego ese colapso del modelo universitario es la propia narración de la historia de la universidad.
El claustro está secuestrado, la autoridad ha rotado reiterativamente manejando la universidad a su antojo, hay un gobierno de más de veinte años en una sola familia que tiene la fuerza de direccionar mi universidad y que uno no puede enfilar batallas contra ningún ámbito de referencia que tenga esa gente que maneja la universidad, porque manejan el poder, manejan la votación expresa de los jubilados y de los profesores ordinarios, de modo que el poder está secuestrado, ahí no hay opción de nada.
Luego, ¿cómo es que ha surgido, qué debe dársele a la universidad para que apunte a la visión de transformación, reposicionando el ideal de los intereses colectivos?, eso que Alirio (Liscano) ha dicho se llaman Los posibles 5 poderes que debería tener la universidad. Allí se mueven intereses entre los docentes, el personal administrativo, los obreros, los estudiantes y el contexto social; eso que no queremos a veces desde la misma universidad reconocer, es el pueblo el que le exige a la universidad que se transforme, de modo que por ahí pasaría la primera idea de lo que es el giro necesario para la transformación. Ahí no vale absolutamente la palabra que se ha discutido antes aquí, que se llama reingeniería, porque la estructura de la universidad hay que desarmarla completamente, esa departamentalización, de la que hacía anuncio Alirio Liscano, es una instancia potencialmente necesaria en la universidad, a lo mejor no es la definitiva pero esa característica de rectoría, de facultades, de decanatos, de directores; consume la energía de la universidad y desvirtúa su función.
De modo que hay que entrar en primera instancia, por vía de ley, a desarmar la estructura universitaria, que ya no sirve para los retos que la universidad tiene en esta transición que estamos viviendo. Eso permitiría rectificar los espacios colectivos del saber, tal como cubre el ejercicio de cambio y transformación que también se diera en el movimiento de la universidad con el cambio de la nomenclatura que tenía la educación superior en Venezuela.
No se habla ahora con mucha facilidad de universidad, sino que nosotros en la 4ta República cambiamos el perfil, hablamos de una universidad a partir de unas Aldeas que son subsidiarias de la certificación del conocimiento que se difunde en la misma universidad, de modo que el país pasaría la misma fuerza de la rectificación, lo que permitiría democratizar la educación universitaria, que dejemos el fantasma de visión de educación universitaria para convertirla en un canal de apuntalamiento para la formación social, a través de la universidad, y no de la distinción de niveles de la universidad en el conocimiento y en la educación, hacer preciado el valor de una institución universitaria que se juega en la producción de un conocimiento ante su función de repartidora del conocimiento universitario, eso tiene que cambiar.
El otro factor es ¿cómo se hace para articular la complejidad de la institución universitaria con la complejidad social? La recuperación del intercambio de saberes en el mundo de lo cotidiano con el saber que se gestiona desde la ciencia. El problema está en que los espacios culturales hoy son objeto de la institución universitaria, entonces no hay posibilidad de transferencia de los saberes que se producen en el mundo cotidiano, el mundo de la vida, con lo que se produce entonces en la investigación que algunas universidades tienen, ahí entonces vuelven a aparecer los intereses personales e institucionales frente a los intereses colectivos; los intereses de las comunidades organizadas y lo que impulsamos como idea de las comunas en una confrontación que se desprende de la misma noción y articulación universidad – pueblo.
Con esa visión de universidad actual no hay posibilidad de articulación universidad – sociedad, a menos que sea “para hacer negocios”. Aquí el negocio era resolverle la problemática social a la gente, no llenarse de triunfo en esos encuentros que han hecho las autoridades en los espacios de la universidad, a través de sus funciones y obligaría aún entonces a que aparezca la posibilidad de pensarse una universidad diferente.
Puedo hacer unos comentarios muy rápido de una universidad que tiene un sector social emergente, una invasión al frente y esa universidad no se ha preocupado en lo absoluto por intervenir el espacio, ya intervenido por la gente, en el proceso de hacer valer su derecho a una vivienda, no ha sido capaz de mirarse en lo que tiene en el frente, teniendo una Facultad de Ingeniería, una Facultad de Ciencias de la Salud, una Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, una Facultad de Educación; esa universidad no ha sido capaz de aportar esfuerzos para reordenar ni siquiera el ámbito territorial en el que se mueve la invasión, teniendo ingenieros que forman ingenieros, economistas que forman economistas, administradores que forman administradores, contadores que forman contadores, médicos que forman médicos, entonces parece ser que el fantasma de la formación ocupa y captura el tiempo y el espacio de la universidad y lo hace ajeno al contexto social.
Habría que repensarse cómo es que se hace un proceso de formación. Estamos actuando en una instancia de trabajo, en el centro de investigación en el cual me muevo, tratando de ensamblar los procesos de investigación con las necesidades sociales. Estamos en los barrios y en las cooperativas, en las empresas recuperadas, en las empresas privadas, en las empresas públicas, en las instancias gubernamentales, formando docentes, haciendo cosas para ver qué ocurre con la variación de la visión de formación; entonces, la gente aprende desde el mismo proceso de detección de las necesidades, no desde lo que el libro dice.
Nosotros la ciencia la miramos como ciencia ajena, no hemos podido parir una ciencia completa, autóctona, nuestra, venezolana, aunque tenemos científicos connotados.
La oferta para la discusión apuntaría a pensarnos una universidad que recupere la idea de la realidad indivisa, que sea una universidad con mente común y totalitaria, no fragmentada como la vemos ahora. Esa universidad debe ser ciertamente autónoma, particularmente pienso que no deben haber universidades experimentales, sino todas autónomas, porque la autonomía es la libertad para pensarse la ciencia, lo social, la necesidad que hay que atenderle al pueblo y para pensar cómo administrar sanamente los presupuestos y rendir cuentas; esa es la autonomía, no la otra cosa que se juega a la autonomía abstracta que nos han vendido reiteradamente.
En esos términos, ¿cuál sería el canal de viabilidad para la conformación? Bueno, una función que sea de cuidado, una función de investigación acoplada con el Plan Nacional Simón Bolívar, el Plan Nacional de Ciencia y Tecnología y con la visión de sistemas que ligaría todas las actividades de la universidad en el proceso que le son propios, no lo vemos como solamente de funciones, a la universidad le faltan unas funciones que son los aditamentos para que se pueda posicionar en su dimensión más amplia, no es solamente docencia, investigación ni extensión, el remedo del cuadro de extensión hecho a través de lo que ahora, la camarilla de la universidad, le ha dicho servicio comunitario, trastocando el contenido de la ley, da otros pasos para la repartición del poder en la universidad, de modo que ahí lo que cabría sería una función de transferencia social del conocimiento que esté en concordancia con los cambios en los planos político y económico que el Estado ha hecho y en atención a la planificación nacional.
Estamos hablando del Plan Nacional de Ciencia y Tecnología ¿cómo lo haríamos? Porque es que decimos mucho y no decimos cómo se puede hacer operativa una idea, desde la práctica hemos articulado algo que la universidad debería tener hace mucho tiempo, es una cadena de trabajo desde la investigación que apuntalaría a docencia, investigación y haría fácil la transferencia social del conocimiento. Si tenemos responsabilidades de investigación por nuestra condición natural de investigadores más que de docentes, aunque soy hijo de la UPEL (Universidad Pedagógica Experimental Libertador), mi formación primigenia es de profesor, formado para hacer docencia.
Entonces, un doctor tendría la responsabilidad de hacer investigación, orientando el trabajo de tres doctorantes, quienes le dan línea a su trabajo con tres personas que se formen en la maestría. Cada doctorante formaría tres como los reglamentos de nuestras universidades dicen; entonces, alegar la necesidad de investigación con la triangulación normativa, estamos hablando de una cadena que alcanzaría el principio en una línea de investigación, una unidad de trabajo. Un investigador coordinador, quien tendría, por decirlo así, título de doctor, dirigiría tres doctorantes y estos a tres maestrantes cada uno, quienes se encargarían de dirigir los trabajos de pregrado.
El doctor produciendo conocimiento y haciendo vigilancia epistémica del proceso de investigación, de transferencia social del conocimiento. Los doctores en formación poniendo en aplicación su saber como resultado de la diagnosis como propósito para solución de los problemas. La ejecutoria del pregrado pegando la actividad de formación con la actividad de investigación, de transferencia social del conocimiento para hacer buena la salud social de la universidad, de modo que habrían recursos por investigación, habría certificación de los investigadores por publicaciones que se pueden cotejar con los pares en cualquier instancia de producción del conocimiento y habría acreditación para los investigadores, habría solución del problema y, verdaderamente, la función de investigación se haría como apuntalamiento del proceso de formación, que es lo que ha secuestrado la universidad en sus otras funciones. Emergería potencialmente una nueva función, que es la transferencia social del conocimiento, ajustada a las regulaciones de control social y de administración de procesos que le es propio a la rendición de cuentas de una institución universitaria.
(Con lo anterior), sacaríamos a las universidades del fantasma de la formación, acoplaríamos la formación con el proceso de investigación y nuestros docentes universitarios dejarían de estar recitando la ciencia que les venden desde otros ámbitos y se convertirían en productores de ciencia autóctona, de modo que por ahí sería la visión y aporte que traemos para la discusión.
Lo otro ya está en el texto de la Ley (de Educación Universitaria) que fue vetada, que contiene en su estricto orden el regalo que el pueblo espera, la reconversión de la universidad en una instancia que le sea más amigable, que le sea socialmente pertinente, que no le sea ajena; que uno no sufra los embates, por ejemplo, del deterioro moral que se complejifica más cuando ataca una institución universitaria, cuando se producen los robos de los equipos, los daños a los laboratorios y a las instalaciones de las universidades, porque las personas que viven aledañas a ella la sienten como ajena al proceso de la dinámica social misma, porque la universidad quedó secuestrada en su historia, en sus propias cuatro paredes. -
*Profesor de la Universidad de Carabobo
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