Muere en Nueva York Fernando Coronil

El antropologo Fernando Coronil fallecio en New York

El antropologo Fernando Coronil fallecio en New York

Nos ha dejado un antropólogo que entendió Venezuela. Nos ha dejado un ciudadano que se comprometió con la democracia en su país y al que siempre le pudo más su decidida apuesta por la verdad que la conveniencia. Nos ha dejado un amigo que hizo de su cátedra en la Universidad de Michigan primero, y en la Universidad de Nueva York después, un refugio en donde el pensamiento suramericano pudo sentirse libre y aprender a librarse de las redes de la colonialidad. Nos ha dejado Fernando Coronil, y eso duele, por la pérdida del amigo, por la pérdida del luchador y por la pérdida del pensador lúcido y cargado de experiencia.

Cualquier estudioso que se interese en los Estados Unidos por Venezuela llega necesariamente a un libro del que tiene más noticia el mundo –su primera edición fue en inglés- que la propia Venezuela: El Estado mágico. Naturaleza, dinero y modernidad en Venezuela, Caracas, Nueva Sociedad, 2002, de Fernando Coronil. Un libro inteligente, sentido y pensado, donde, de la mano de Cabrujas, Coronil explicó minuciosamente la construcción de un Estado petrolero que construyó una mentalidad rentista que aún a día de hoy lastra el vuelo de la institucionalidad venezolana. La historia de un Estado que, como el mago que saca interminables piezas de su chistera, ha usado los recursos del petróleo para impedirse a sí mismo armar una institucionalidad administrativa y una cultura política avanzada.

Coronil siempre supo que el norte no se podía explicar sin el sur, y que el sur tenía que liberarse del norte para poder emprender su propio camino. Junto con Mignolo, Dussel, Quijano o Santos, Fernando Coronil sentó las bases del pensamiento poscolonial y construyó, desde su condición de profesor comprometido, las bases de una manera de comportarse que van cuajando en la independencia del continente. Venezuela, a la que tanto ha contribuido a entender, le expulsó durante la IV República y lo llevó al exilio. Nunca calló lo que entendió como errores de la V, pero siempre defendió, en territorios complicados (como es el corazón del imperio), los avances de un proceso que había incluido a los excluidos, que había dado voz a los sin voz, que había hecho visibles a los invisibles. Como venezolano entero, siempre entendió que hay un antes y un después del Presidente Chávez, y no dudó en defenderlo contra el viento y marea de una prensa mercenaria. Pero su compromiso académico, nunca desgajado de su vida como ciudadano, le llevó a ser, como él decía, “un acompañante crítico” del proceso. Esos acompañantes que, como los imprescindibles de Brecht, siempre están ahí. Uno de esos acompañantes que, ahora que se ha ido, el proceso debe llorar por no haber sabido estar más cerca de él.

Fernando Coronil fue también un emocionado acompañante del encuentro de intelectuales que en 2009, en el Centro Internacional Miranda, hizo un balance de las luces y sombras del proceso revolucionario bolivariano. Como buen académico y como demócrata comprometido, entendió que era importante que los pensadores que defienden la revolución sean también los primeros en criticar sus errores. En algunos encuentros en Nueva York, donde siempre se preocupó de que las voces revolucionarias entraran en la universidad, nos mostró su alegría por compartir los cambios en Venezuela desde la objetividad que reclama la ciencia y desde el compromiso que reclama la voluntad de no ser neutrales. Venezuela pierde a uno de sus más grandes valores en "el vientre de la bestia".

La artera muerte le sorprendió trabajando en los procesos de democratización de América Latina. Nos deja igualmente trabajos pormenorizados del golpe de 2002, sobre el desarrollo de la izquierda en el continente, sobre la pesada garra eurocéntrica y norteamericana que pesa sobre la democracia suramericana. Ha marcado el camino. Con una generosidad que nos tiene los bolsillos repletos de su sonrisa. El mejor legado que podemos hacerle es seguir su trabajo.



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