Berlin, diciembre 2 - El exmiembro de las SS alemanas Heinrich Boere murió a los 92 años en el hospital de la cárcel de Fröndenberg (oeste del país), penal donde cumplía una condena a cadena perpetua dictada en 2010 por los asesinatos a sangre fría de miembros de la resistencia holandesa durante el nazismo.
Fuentes del ministerio de Justicia del estado federado de Renania del Norte-Westfalia informaron hoy de la muerte de reo, nacido en 1921 y quien durante décadas llevó una existencia sin sobresaltos, hasta que la Audiencia de Aquisgrán le abrió un proceso por crímenes de guerra.
La justicia alemana le declaró culpable en 2010 de los asesinatos de tres civiles, cometidos en 1944, y por los que había sido juzgado y condenado a muerte por un tribunal holandés tras el fin de la Segunda Guerra Mundial.
Boere, quien ingresó en prisión en 2011, murió por causas naturales, indicaron las citadas fuentes.
El exmiembro de las SS fue condenado ya con 88 años, tras un juicio tardío en que confesó haber asesinado a tres miembros de la resistencia contra Hitler en la Holanda ocupada.
Con 64 años de retraso respecto a las ejecuciones imputadas y 61 respecto a la primera condena en Amsterdam, el anciano escuchó la sentencia desde la silla de ruedas en la que siguió el juicio.
Boere fue durante el nazismo uno de los quince miembros del comando "Feldmeijer" creado para asesinar a miembros de la resistencia y se le condenó por las ejecuciones probadas de tres civiles, en las ciudades holandesas de Breda, Voorschoten y Wassenaar.
El procesado tenía entonces 22 años, había ingresado en las SS con 18, por "puro fanatismo y convicción", según su propia declaración en su juicio.
Tras servir en el frente del Este dos años fue destinado a Holanda -país de origen de su padre-, donde se le asignó a ese comando.
El cometido de los miembros de "Feldmeijer" era buscar en sus domicilios y asesinar a sangre fría a civiles sospechosos de pertenecer a la resistencia antihitleriana.
Su modo de operar consistía en presentarse ante la puerta de su casa, cerciorarse de su identidad y matarlos a tiros, estuvieran o no en presencia de sus familiares.
Se estima que Boerer participó en 50 ejecuciones, pero el proceso se centró en los tres casos mencionados, donde los hijos de dos de sus víctimas actuaron de acusación particular.
Nacido en 1921 en Eschweiler (a 100 kilómetros de la frontera con Holanda), Boerer cayó preso de los aliados antes de terminar la Segunda Guerra Mundial y ya en esos interrogatorios se declaró autor de esas muertes.
En 1947 huyó de su campo de prisioneros, permaneció siete años oculto en Holanda, coincidiendo con el juicio en que se le condenó a muerte en ausencia, sentencia luego conmutada por cadena perpetua.
Tras unos años en la clandestinidad entró en Alemania y desde 1954 vivió sin sobresaltos en su localidad natal, sin esconder, a quien se lo preguntó, que había formado parte del comando de las SS.
En 2000, la Oficina Central sobre los Crímenes del Nazismo abrió investigaciones sobre su caso y se le imputaron los cargos citados.
Boere recurrió ante el Tribunal Constitucional alegando razones de edad, pero fue rechazada su petición y en octubre de 2009 se le abrió su juicio.
Su proceso se desarrolló en paralelo al del criminal nazi John Demjanjuk, de 89 años y origen ucraniano, extraditado desde Estados Unidos en mayo de 2009, condenado dos años después a cinco de cárcel y asimismo fallecido en la cárcel en 2012.
Ambos juicios, el de Demjanjuk y el de Boere, fueron considerados exponente de las dificultades de los juicios tardíos a exnazis, obstaculizados por continuas interrupciones por cuestiones de edad y con apenas supervivientes que pudieran identificarlos.
Demjanjuk, condenado por complicidad en la muerte de casi 28.000 judíos, asistió en silla de ruedas a su proceso, pero a diferencia de Boere no hizo pronunciamiento alguno en todo el juicio sobre los crímenes que se le imputaban.