Siguen las redes sociales manejando informaciones que son de amplio interés para todos, en este caso presentamos una parte de una intervención en Las Cortes en España, donde se hizo una semblanza de la historia de Elliott Abrams, quien fue nombrado por el presidente Trump, enviado especial del gobierno de los Estados Unidos para Venezuela, dos días después de la autoproclamación de Guaido .
Esto fue lo que se dijo:
El 11 de diciembre de 1981 tropas entrenadas por los Estados Unidos asesinaron a 800 civiles desarmados en la aldea salvadoreña de El Mozote, cuando se conoció la masacre el responsable de asuntos humanitarios del gobierno norteamericano Elliott Abrams, acusó a los periodistas que la desvelaron de hacer propaganda comunista y poco después se refirió a la política norteamericana en El Salvador como un éxito fabuloso.
Diez años mas tarde, Abrams fue condenado por vender ilegalmente armas a Irán para financiar a los paramilitares en Nicaragua alentando una guerra civil que costó 50,000 muertos, cosas que hacía el gobierno de Reagan, es el referente de la renovación ideológica del PP al que el señor Casado cita cada vez que tiene ocasión.
Amnistiado por Bush, Abrams se reincorporó al Departamento de Estado y es considerado uno de los arquitectos de la invasión ilegal de Irak, una guerra que se ha cobrado la vida de al menos 280.000 civiles.
Se preguntarán, quizá, a que viene este recorrido por la acreditada trayectoria del señor Abrams en golpes de estado, guerras ilegales y violaciones masivas de derechos humanos, la razón es sencilla, el pasado 25 de enero, dos días después de la autoproclamación de Guaidó, Trump le nombró enviado especial del gobierno de los Estados Unidos para Venezuela.
Es él quien está a cargo de esa operación de envío de ayuda humanitaria a la frontera con Colombia, de la que se han desmarcando las Naciones Unidas, La Cruz Roja y Cáritas porque según el derecho internacional la ayuda humanitaria debe regirse por los principios de imparcialidad, independencia y neutralidad y no puede tener en ningún caso carácter militar, ni estar subordinado a otros objetivos.
Si Trump y Abrams quisieran aliviar el sufrimiento enorme del pueblo de Venezuela no lo estarían asfixiando con un embargo petrolero de 18,000 millones de dólares, lo que equivale en un país que importa en divisas gran parte de los alimentos y medicinas que consume a una forma de asedio moderno, es decir, a utilizar la carestía como arma política.
El objetivo de esa operación es utilizar el sufrimiento como excusa para sublevar al ejercito y justificar una intervención militar.
Están utilizando al pueblo como carne de cañón porque no habrá toma del poder sin intervención armada.
No puede llamarse demócrata a quien apoye un golpe militar o una guerra en Venezuela.