Lo que podría haberse limitado a una disputa arancelaria se ha convertido en un complejo juego de poder donde los actores más relevantes mueven fichas estratégicas con implicaciones a largo plazo.
Irastorza subraya que mientras Donald Trump actúa como un líder táctico, con decisiones improvisadas y orientadas al corto plazo, China responde con una estrategia cuidadosamente diseñada. El uso de aranceles como instrumento de presión le ha dado a Trump una sensación de control e iniciativa, pero esta maniobra empieza a mostrar limitaciones.
