“La oposición tenía un inmenso respaldo internacional y lo perdieron completamente, lo único que les queda es Bush, porque a su vez esta es una oposición irracional y el gobierno de Bush es un gobierno irracional, es la conexión que hay entre ellos”.
“Prefiero estar preso o muerto en Venezuela que irme al exilio”. “Definitivamente la corrupción no se combate con proclamas, con golpes de pecho, es un fenómeno profundamente enraizado en la sociedad”.
¿Luego de la decisión del TSJ de anular la sentencia que absolvió a los cuatro militares, qué expectativa tiene el Gobierno?
-El Ejecutivo ninguna, esa es una situación que le compete al Ministerio Público y al Tribunal Supremo.
- ¿Pero el Gobierno tiene alguna impresión positiva de la decisión?
-Yo no me hago ningún tipo de expectativa con la administración de justicia, ni en pro ni en contra, porque no me involucro, soy respetuoso de la decisión del poder público.
- ¿Se podrán abrir algunas puertas para que el caso se resuelva?
-Es importante porque realmente no hubo una decisión sobre un juicio y allí está el punto para debatir legalmente, por eso ahí no hay cosa juzgada, se trató de un antejuicio, ahora se abren las puertas para que haya un juicio donde los imputados tienen todos los derechos garantizados.
- En un ejercicio de “mea culpa” sobre los hechos de abril de 2002 ¿que responsabilidad cree que tuvo el Gobierno?
-Yo diría que la responsabilidad fue más que todo, el no haber previsto que eso iba a ocurrir. Ahí hubo fallas de los organismos de inteligencia.
- Se dice que el Gobierno dejó que pasaran cosas.
-No, eso no tiene ninguna base. Este no es un gobierno masoquista.
- ¿En qué momento se sintió realmente sorprendido sobre el cambio de actitud de algunos jefes militares?
-Para la fecha yo era ministro de la Defensa. Tenía buena relación con la oficialidad y la situación me puso ante varias circunstancias. La traición tiene muchas caras, la más frecuente es la cara sonriente y la obsecuencia con el poder. La mayor parte de esos jefes militares pasó por mi despacho antes y después del golpe, haciendo en la primera etapa proclamaciones de lealtad, y después, muchos desfilaron por mi despacho excusándose y echando sobre otros la responsabilidad.
- De ese cambio de actitud, ¿a quién recuerda?
-Tenía mi sospechas... sospechaba del comandante del ejército Efraín Vásquez Velasco, lo digo con toda responsabilidad. Él mantuvo los días anteriores al 11 de abril una actitud muy ambigua. Incluso me acompañó ocho días antes del golpe a un establecimiento militar en el estado Sucre, un centro de entrenamiento militar de fuerzas especiales...y allí tuvo un comportamiento que no vacilo en calificar de rastrero, de servil hacia mí. Allí ya estaba comprometido, en la forma como él se apartaba de la reunión, como hablaba por celular constantemente, intuí que estaba en algo, que luego se comprobó.
-¿Usted le manifestó sus sospechas al Presidente?
-Sí.
-¿Y qué dijo?
-Ordenó hacer las investigaciones, pero fallaron los organismos de inteligencia.
-¿Los organismos de inteligencia estaban comprometidos?
-No muchos, estaban comprometidos con la imbecilidad. No cumplieron con su labor.
-¿En qué momento del 11 de abril el Gobierno se da cuenta de lo que hay en marcha?
-Cuando vi que la marcha era desviada hacia Miraflores, inmediatamente empecé a llamar a todos los directores y dueños de los canales de televisión. Hablé con Granier, con Ravel, con Víctor Ferreres de Venevisión y les dije que trataran de evitar que la marcha avanzara hacia Miraflores, que eso era una locura, pero al unísono me respondieron que era imposible, que era un mecanismo desatado, eso sería más o menos a las dos de la tarde.
-Cuando vio el video grabado de los militares que se declararon contrarios al Gobierno, ¿cuál fue la reacción al interior de la Fuerza Armada?
-La reacción se produjo inmediatamente porque esa era una operación combinada de los golpistas con los medios de comunicación, había una unión de intereses que explica las características del hecho. Siempre califiqué el golpe de mediático. Hubo momentos de confusión muy grandes debido al mensaje televisivo.
- Ocurre que el general Lucas Rincón dijo ante las cámaras que Chávez había aceptado la renuncia.
-Fue una confusión y debo decir que estuve con el general Rincón todo ese día y parte de la noche y la actitud del general Rincón fue sumamente leal y consecuente, pero hubo un momento en que cristalizó la confusión. Luego se contrasta la actitud de Rincón, que fue de lealtad, con las de otros jefes militares, por ejemplo como la del general Rosendo, que fue asqueante desde todo punto de vista.
-¿Ha vuelto a hablar con Rosendo o con Vásquez Velasco?
-No. No he hablado con ellos ni pienso hacerlo.
-¿Usted salió de Caracas durante los hechos?
-No. Estuve aquí permanentemente. Por allí andan esas cosas que inventa la derecha, de que me iba a asilar en la embajada de Chile, y como quiera que estoy casado con una chilena, entonces dedujeron con la torpeza que los caracteriza, que uno es tan cobarde como ellos. Viví mucho tiempo en el exilio y prefiero estar preso o muerto en Venezuela que irme al exilio.
-¿Qué paralelos tiene el 13 de abril -el regreso del Presidente Chávez- en el mundo?
- Realmente no se ha analizado en profundidad lo que significa el 13, pero la fecha es emblemática porque en América Latina, la mayor parte de los golpes se ha consumado con absoluta impunidad, no ha habido reacción popular ni rebelión militar.
- Los autores de los hechos quedaron grabados, mostraron su cara.
-Los autores del golpe fueron víctimas de la tecnología. La conjura mediática se volvió contra ellos mismos porque los puso en evidencia a través de la infinidad de videos que hay. Nunca hubo un golpe tan fotogénico.
- Entonces lo que se produjo fue una crisis de credibilidad en los medios que participaron.
-Yo digo que los medios fueron determinantes como ningún otro en el mundo. Por ejemplo las primeras páginas de algunos medios el día 13 eran alucinantes, pero al final el medio no tiene la culpa, es el mensaje. Los propietarios se involucraron en un proceso y colocaron al medio al servicio de esa voluntad y sin saber qué hacer luego.
- El Gobierno, con una oposición debilitada, se enfrenta ante su propio desempeño, ¿cómo asume ese reto?.
-Ese es el verdadero dilema. Me ha parecido siempre que el problema fundamental que ha enfrentado Chávez es el de no haber tenido una oposición que respete las reglas del juego. Dudo que haya habido otra oposición con más recursos y más posibilidades que la venezolana. Esa oposición nació fuerte con la victoria electoral de Chávez porque quedó con un 35% o un 40% de respaldo, además tenía el control de Pdvsa, el empresariado de su lado, la Iglesia, parte de la fuerza armada y todo eso fue despilfarrado. Si yo fuera un hombre de oposición, me sentaría en un cuarto oscuro a reflexionar ¿por qué yo estoy tan mal en este momento?, ¿por qué lo he perdido todo? a cambio de nada. Lo único que les queda es Bush, porque a su vez esta es una oposición irracional y el Gobierno de Bush es irracional. Sin embargo, nada de eso los lleva a reflexionar. Este Gobierno tiene muchos flancos críticos, pero la oposición anclada en la consigna “hay que sacar a Chávez” les impide incidir en los flancos vulnerables.
-¿Cuáles son esos flancos vulnerables?
-No lo voy a decir, no le voy a hacer ese trabajo a la oposición.
-¿Y qué tiene que hacer la oposición para recomponerse?
-Enseriarse, reflexionar.
-¿Cambiar de protagonistas?
- Un liderazgo nuevo.
-¿Cree que eso pasará?
-Lamentablemente, no lo percibo. Ellos marchan fatalmente a un desastre aún mayor que el del 15 de agosto en las elecciones que vienen para las municipales y la Asamblea Nacional.
-¿Cómo está la lucha contra la corrupción?
-Confieso que no hemos alcanzado los logros inmediatos porque ese fenómeno es mucho más complejo de lo que uno se imagina. Definitivamente, la corrupción no se combate con discursos, con proclamas, con golpes de pecho, es un fenómeno profundamente enraizado en la sociedad venezolana, es una anticultura que se basa en que el que no roba o que no se aprovecha de un cargo público o un cargo en el sector privado importante, es un pendejo. El problema no es la vieja corrupción sino la nueva corrupción.
- Los partidos oficialistas corren el riesgo de perder el respeto popular por ese fenómeno.
-Claro, por supuesto que sí.
- ¿Lo han discutido?
-Hay que mirarse en ese espejo. AD y Copei eran los partidos más poderosos del continente y hoy declinaron en parte por eso, y el día en que se produzca una identificación de los factores que apoyan el proceso revolucionario con la corrupción, se producirá el mismo desencanto popular.
-Cuando dicen que el Gobierno se preocupa por los problemas del pueblo, pero es “blandengue”, ¿qué sienten?
-Sentimos una gran desolación porque eso nos remite a la idea de que el país no ha avanzado en el respeto a las instituciones, y de que en Venezuela, después de tantas luchas, la última palabra la tienen que decir la represión y la fuerza. Dentro del gobierno he estado recomendando una reflexión que trascienda lo inmediato, lo cotidiano.
-¿Cómo evalúa la reciente cumbre de Guayana entre Chávez, Zapatero, Lula y Uribe?
-Allí había cuatro hombres con pensamientros políticos diferentes, unos más próximos que otros y se discutió cordial y armónicamente.
- ¿Cree que un encuentro Chávez-Bush pudiera darse?
-Quisiera que se diera, pero creo que no está planteado a corto plazo.
- ¿Nunca han hablado por teléfono?
-Nunca han hablado. El Gobierno norteamericano asumió con mucha prevención al Gobierno de Chávez desde el primer momento, y luego se involucró con movimientos desestabilizadores reiteradamente. He hablado con varios embajadores de ese país, Shapiro, Hrinak, Brownfield y les he dicho que hay tres áreas en las cuales nos entendenmos perfectamente: el petróleo y las luchas contra el narcotráfico y el terrorismo, ¿Dóndes está la diferencia?, en el terreno político.
Nosotros tenemos bloqueado el acceso al Departamento de Estado y a la Casa Blanca, entonces cómo puede haber diálogo, si no hay interlocutores.
-¿Cuál es su evaluación de la actitud del actual embajador William Brownfield?
-Me he entrevistado tres veces con Brownfield y es un hombre flexible, es una persona que elude la confrontación pública, no es un hombre pugnaz, hace grandes esfuerzos y cada vez que asume una posición elegante hay algún vocero de la Casa Blanca que desbarata su labor.
-O es que Chávez ha sido particularmente duro en sus declaraciones.
-Esa pudiera ser una observación que respondiera a una realidad, pero pudiera ser también una excusa porque cada quien tiene su estilo. Por ejemplo, estoy en total desacuerdo con muchas cosas que hace Bush, pero por eso no voy a estar conspirando contra Bush ni voy a estar buscando a un francotirador para que lo mate. Hemos guardado muchas veces silencio por semanas y por meses, pero no han bajado los ataques de los voceros de los Estados Unidos .
-¿Cómo ve que haya voceros de Estados Unidos que llaman a presidentes latinoamericanos para que tengan distancia con Chávez?
-Hasta ahora esos esfuerzos han fracasado, por ejemplo el señor Rumsfield estuvo en Buenos Aires y no lo recibió Kirchner, y el ministro de la Defensa declaró que Venezuela puede comprar armas donde quiera, y cuando fue a Brasil, Lula declaró que no le vayan con chismes de sus amigos.
- ¿Sigue el riesgo de magnicidio?
-Es permanente. Sabemos de los campos de entrenamiento de mercenarios en Florida, están esos programas de TV en Florida. El magnicidio no se produce de la noche a la mañana, se va gestando, se va creando un clima. Hay gente muy poderosa que cree que a Chávez hay que eliminarlo, saben que fracasó el golpe y saben que no tienen futuro. No tienen posibilidades por la vía militar, ni parando la industria petrolera.
- La tesis del magnicidio apunta a que, de lograrse, provocaría un cambio de gobierno.
-El escenario del magnicidio sería una aberración, una inmensa irresponsabilidad. Yo no podría contener a esas masas, a ese pueblo indignado en la calle y creo que nadie podría contenerlo. No va a haber un cambio de gobierno en Venezuela con un magnicidio.
PERFIL
Nació en Caracas el 10 de julio de 1929.
Tras el derrocamiento de Rómulo Gallegos, en noviembre de 1948, se opuso a la dictadura militar. Cumplió exilio en Chile, donde conoció a su esposa Ana Ávalos.
Candidato presidencial en 1973, 1978 y 1983. En 1999, llamado por el presidente Hugo Chávez, ocupó el ministerio de Relaciones Exteriores y el de Defensa.