Simón Pestana y “la Beba” Rojas encabezan el elenco de 134 actores y 5.000 extras que, bajo las órdenes de Román Chalbaud , hizo la versión cinematográfica de los sucesos de aquel 27 de febrero de 1989. Costó tres millardos de bolívares
Román Chalbaud cumple 74 años el próximo 10 de octubre y ese día lunes entregará al Ministerio de Cultura las 24 copias de su más reciente película El Caracazo / El día que cambió un país, creada sobre un guión de Rodolfo Santana y donde participaron 134 actores y unos cinco mil extras. “Nunca antes una película venezolana tuvo tantos intérpretes”, acota el célebre cineasta venezolano.
-¿Por qué entrega la película al Ministerio de Cultura?
-Porque es una película por encargo y debo cumplir lo acordado:
El Caracazoen 24 copias.
-¿El Ministerio de Cultura tiene salas de cine?
-Todavía no está instalada la red de exhibición que ha proyectado el Centro Autónomo de Cinematografía Nacional, pero tengo unos contactos y así es posible que el filme se muestre en salas comerciales.
Pero eso no se ha acordado todavía, por ahora continuamos con el montaje de la película, de la cual ya llevamos 45 minutos.
-¿Cuántos minutos le hacen falta?
-No sabemos. Mi contrato con el Ministerio de Cultura pide 90 minutos, pero creo que llegará a los 120 minutos. Eso lo sabremos a medida que avance el proceso de montaje a cargo de Sergio Curiel. La película se hizo en 35 mm por la calidad de la fotografía, que es responsabilidad de José María Hermo, el mismo que me trabajó en Cuchillos de fuego. Después se pasa a video y ahí se le edita.
-¿Cómo comienza y cómo culmina?
-En la Caracas del 2005 y se muestra a la gente que se reunió para protestar y pedir que una comisión de derechos humanos investigara lo que pasó el 27 de febrero de 1989. No podría decir cómo llega su final, pero creo que culminará con una apreciación sobre todo lo que se ha mostrado.
-¿Cómo fue el rodaje?
-Sin mayores contratiempos.
Comenzó el 9 de mayo, a las 8 pm, con unas secuencias en el Teatro Teresa Carreño y culminó el sábado 9 de julio a las 4:30 pm en la puerta de la UCV, con la represión de una manifestación estudiantil en la Plaza Venezuela. Solamente un día tuvimos que suspender las filmaciones por lluvia, pero después recuperamos ese tiempo. Pero sí debo subrayar que por primera vez en mi carrera no pude seguir el plan de trabajo inicial. Tuvimos problemas con las secuencias de violencia callejera donde teníamos que hacer explosiones, disparos e incendios. Los efectos especiales se compraron en Los Ángeles y surgieron problemas con las licencias para la importación de ese “material bélico” para el transporte como consecuencia de las regulaciones internacionales tras los atentados terroristas del 11 de septiembre del 2001. Para ese trabajo conté con los expertos mexicanos Federico y Jorge Farfán, quienes han trabajado conmigo en mis películas anteriores, como El pez que fuma, Sagrado y obsceno, La quema de Judasy La oveja negra. Ahora vinieron con otros dos mexicanos y con tres venezolanos más se integró el equipo. Por esa razón, todas las escenas con explosivos tuve que agruparlas al final, a la espera de los materiales importados. Todo eso nos obligó a cambiar el plan de trabajo, pero a pesar de los inconvenientes cumplimos.
-Con respecto a la gala del estreno, ¿se podría realizar en el Teatro Teresa Carreño?
-No sé, de eso podemos hablar después. Informo que el proyector que se había instalado en el Teatro Teresa Carreño fue desmontado.
No sé que harán ahora.
Explosivos importados -¿Cuáles fueron los costos de El Caracazo?
-Del suceso nunca se sabrá exactamente el monto de las pérdidas económicas, pero mi película costó tres millardos aportados por el Ministerio de Cultura. Parece una cifra muy alta, pero en realidad no es así. Los costos han subido muchísimo, especialmente los negativos y el trabajo del laboratorio.
Y además ahí están incluidos las 24 copias en 35 mm, el making off, el DVD, los afiches y los press books. Esta película no es sólo la de mayor presupuesto en mi carrera, sino en la historia del cine venezolano. Pero si se compara con las películas de Hollywood, con presupuestos en dólares, lo de aquí es irrisorio, no llega ni a dos millones de dólares.
-¿Y de la crítica qué espera?
-Uno nunca vive lo suficiente como para dejar de ser un aficionado, como decía Charles Chaplin, y eso es verdad, pues para mí cada película ha sido como un monstruo, como un Frankestein, pero a medida que se va montado ella cobra vida y se convierte en otra cosa.
Pero yo estoy muy entusiasmado porque hemos logrado una buena película y sé que tendrá detractores, por supuesto, pero eso nunca me ha preocupado. Espero que el público se vea en la pantalla y saque sus conclusiones. La crítica hará lo suyo.
-El cine venezolano triunfa en el exterior y gana premios, pero aquí pasa desapercibido o lo fustiga la poca crítica existente.
-Sí, eso es así, pero el cine venezolano, me refiero al bueno, resulta taquillero y la gente va a verlo y eso es muy importante.
-¿Irá a los festivales con El Caracazo?
-Sí, iré a los festivales, pero tengo que terminar la película primero.
Cambios en marcha -Su primer film, “Caín adolescente”, fue estrenado en 1958 y ahora se alista para el debut de “El Caracazo”.
¿El más reciente es una ampliación de su ópera prima?
- Caín adolescente lo hice entre los años 1956 y 1957, pero se mostró tras la caída de la dictadura.
Se rodó en La Charneca y es la historia de una madre que llega con su hijo a Caracas en busca de un destino mejor sin sospechar lo que aquí le esperaba. De El Caracazo ya se ha dicho que es una combinación de La oveja negra y Pandemonium, pero creo que es más Pandemonium, porque en su última secuencia se ve a una muchedumbre que avanza incontenible.
Mi cine es un poetización de la realidad de mi país y El Caracazo demuestra que en esa fecha se iniciaron los cambios políticos y sociales de este país.
-¿Convencido que el 27 de febrero de 1989 sí cambió a Venezuela?
-Sí, porque ahí se hizo público todo este proceso que ahora estamos viviendo. Ese día día germinó la semilla de todo lo que está pasando.
Históricamente, es importantísimo porque comenzó una revolución popular que no fue dirigida por ningún partido político, sino por el pueblo que, cansado de tantas injusticias, se lanzó a la calle.
Todo comenzó en Guarenas cuando en la madrugada del 27 de febrero los trabajadores que iban a utilizar el transporte se encontraron que el pasaje costaba 15% más de lo acostumbrado. La gente comenzó a protestar y además no había cobrado. Vinieron las protestas, cerraron las vías públicas y comenzaron los saqueos de los abastos y los centro comerciales.Y apareció el ejército y la policía, y quedaron los muertos, incalculables hasta ahora.
-Si “El Caracazo” es la prehistoria del proceso chavista, ¿usted ha pensado seguir haciendo cine con las etapas posteriores?
-Sí, hay temas buenos como el golpe del 11 de abril del 2002, pero eso lo hará Carlos Azpúrua, quien compró los derechos del libro La noche de los generales, de Alexis Rosas. Pero yo tengo pensado hacer un filme sobre el paro petrolero del 2002, aunque ya en la teleserie Amores de barrio adentro, que se transmite por el canal 8 los días sábados, tengo unos cuantos capítulos sobre ese suceso que dañó seriamente a la economía del país; en esa teleserie vamos desde diciembre del 2001 hasta el 15 de agosto del 2004, cuando el referendo.
-¿Qué opina de los izquierdistas que ahora están contra el gobierno de Chávez?
-Que es muy fácil ser izquierdista sin ser gobierno, pero cuando se tiene una responsabilidad y el poder en la mano, pues la gente se asusta. Es muy cómodo ser de izquierda, mientras que sean otros los que manden.