Agosto 24 de 2005
EDITORIAL
Llamado público al homicidio
¿Puede alguien llamar en público, tranquilamente, a que se cometa un homicidio? Suena insólito, pero quizá sí. Al menos a juzgar por las reacciones que le ha valido, hasta ahora, al pastor evangélico Pat Robertson su llamado por televisión a asesinar al presidente venezolano, Hugo Chávez. El multimillonario predicador estadounidense ha recibido fuertes críticas de la prensa de su país.
Pero nada más. Ni un regaño severo de su Gobierno (al que apoya con toda el alma), ni una advertencia legal de que la libertad de expresión no incluye el llamado al asesinato.
Marion Gordon ‘Pat’ Robertson es un hombre importante en Estados Unidos. No es miembro del Gobierno ni sus palabras lo interpretan, aunque es destacado partidario del presidente George W. Bush. Lo invitan a la Casa Blanca y lo han recibido el mismo Bush y su secretario de Defensa, Donald Rumsfeld. Newsweek lo incluyó, en 1992, entre los 100 miembros de la élite cultural.
Es uno de los más destacados representantes de la derecha religiosa, que ha cobrado tanto peso en Estados Unidos, y uno de los bastiones de la actual administración. Es fundador del vasto imperio de la Coalición Cristiana de América, que incluye, entre otros, una universidad y la cadena de televisión cristiana CBN, que produce programación en 70 idiomas. Robertson conduce su programa bandera, Club 700, visto a diario por un millón de estadounidenses, en el que el 22 de agosto llamó a asesinar a Chávez, como un recurso “más barato” que desatar una guerra para eliminarlo.
No es la primera vez que dice cosas escandalosas. Es un furibundo crítico de los palestinos. Defendió en su momento a Charles Taylor, el ex presidente de Liberia, acusado de crímenes de guerra. “Hay que tomar (sus) comentarios como lo que son –dijo ayer el Chicago Tribune–: la vociferación de un predicador de TV que depende de la controversia para mantener llenos los cofres”.
Explicación plausible. Pero sorprende que el Departamento de Estado se haya limitado a considerar “imprudente” el comentario.
O que no se tomen medidas legales para impedir que, por televisión, se pueda pedir un homicidio. Chávez no es santo de la devoción de muchos. Ni de este diario. Pero nadie puede contemporizar con semejante despropósito, expresado por este mal llamado pastor.
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