Este jueves comenzó en la ciudad de Caracas el Primer Encuentro Latinoamericano de Empresas Recuperadas, bajo el lema “construyendo la integración latinoamericana”, que el gobierno venezolano asocia a una Alianza Bolivariana de las Américas (ALBA), propuesta originalmente en oposición al ALCA. Este evento durará tres días y ha recibido a medio millar de participantes, además de los venezolanos.
Es la primera ocasión en que quienes recuperaron fábricas resistiendo al vaciamiento industrial de los modelos rentísticos-financieros promovidos por el neoliberalismo pueden encontrarse en un espacio “para el intercambio económico, de experiencias e ideas, que logre ampliar las perspectivas de recuperación del empleo y del tejido industrial en la Región, con sentido de justicia social”, como expresa la convocatoria. Esta incluye ruedas de intercambio comercial, exposiciones fotográficas y testimoniales de las experiencias y mesas de trabajo sobre distintos temas. Los trabajadores tienen en su agenda de discusiones las políticas públicas para el sector, las actividades de complementación e integración productiva y las formas de relación con la comunidad. También habrá, en este marco, un ciclo de cine sobre el movimiento obrero.
Los participantes provienen de Brasil, Uruguay, Bolivia, Haití, Ecuador y otros países latinoamericanos. La más numerosa es la delegación argentina, que está integrada por unas 300 personas, liderada por Eduardo Murúa, que desde hace varios meses se ha convertido en el interlocutor de las empresas recuperadas del país con el gobierno venezolano. La comitiva está integrada en su mayoría por trabajadores de las cooperativas, acompañados por los representantes de los movimientos y federaciones que los aglutinan, y otras personas allegadas al proceso. El Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER), la Federación de Cooperativas de Trabajo (FECOOTRA) y el Area de Empresas Autogestionadas de la CTA son algunas de las organizaciones que respondieron a la propuesta del gobierno venezolano, coordinada por sus ministerios de Trabajo, de Industria Ligera y Comercio, y de Economía Popular.
En verdad, la respuesta a la convocatoria superó los tres centenares, y algunos interesados en participar no pudieron hacerlo por el espacio limitado de los dos vuelos que partieron hacia el encuentro el día miércoles, desde Ezeiza, lo cual generó algunas situaciones de tensión antes de la partida que ya casi fueron olvidadas por el clima de expectativa generado en torno al encuentro de Venezuela.
Ahora, más de un centenar de empresas recuperadas argentinas intercambian sus experiencias con sus pares latinoamericanos en el Hotel Anauco (ex Hilton) y la Zona Cultural de Caracas. La primera actividad del encuentro, antes de la apertura a cargo del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez, fue una ronda de negocios entre representantes de empresas autogestionadas latinoamericanas, firmas públicas del Estado venezolano y otros.
Experiencias disímiles
Las experiencias congregadas en este Primer Encuentro Latinoamericano representan trayectorias disímiles en su gestación, y allí radica la riqueza y el objetivo de la convocatoria. En el caso argentino –sin duda el más difundido– y otros como el uruguayo, desde mediados de los noventa los trabajadores resistieron en empresas quebradas, abandonadas o vaciadas que antes los empleaban, y llegaron a formar cooperativas de trabajo para autogestionar la producción, casi sin ayuda del Estado. En Venezuela, en cambio, es el Estado quien ha promovido los procesos de autogestión o cogestión empresarial: expropia y forma Empresas de Producción Social (EPS), proponiéndole a los trabajadores una realidad nueva y desconocida. “Eso es el ALBA. Eso es decirle no a la explotación capitalista y decirle sí a la producción socialista”, asegura Chávez, quien comentó tiempo atrás que “en otras circunstancias, con otras velocidades hemos iniciado también algunas recuperaciones de tierra, estamos en una lucha frontal contra el latifundio y en todas partes, y en empresas hemos comenzado a revisar empresas abandonadas, empresas semi abandonadas y mecanismos de explotación”. Seguramente el vínculo de los trabajadores de las EPS recién nacidas con los rioplatenses les dejará una impresión: se puede. A la inversa, quienes hoy muestran que otra forma de gestionar las empresas es posible, han llegado con las expectativas de concretar vínculos para exportar o conseguir financiamiento para sus experiencias productivas solidarias. Con la sola concreción del encuentro y las charlas en los pasillos, que han iniciado antes de la inauguración oficial, sin duda el balance que se podrá tomar el próximo sábado será positivo.
“En Argentina el problema es que todavía no tenemos políticas públicas con respecto a las empresas recuperadas”, aseguró Eduardo Murúa en abril de este año, en el programa radial conducido por Chávez: “Sólo hemos logrado arrancarles en algunos gobiernos algunas expropiaciones de empresas, pero no hay políticas públicas claras, sino no estaríamos hoy con 200 mil empleos recuperados en vez de los 14 mil que somos”.