Dónde está Chávez y qué es el "madurismo"

Miércoles, 15/05/2019 10:42 AM

Hay que buscar en direcciones opuestas; donde está Chávez no está Maduro. Una señora, muy atenta a todo lo que pasa y ha pasado, nos dijo que en el año 2013, cuando se aprobó la "ley del plan de la patria", o sea, del plan falsificado por Maduro y luego convertido en ley, mucha gente no hizo nada para señalar que ese no era el plan original y mucho menos para oponerse a su aprobación, agradando así a Maduro y manteniéndolo contento. Creo que en este comentario está Chávez. Está el espíritu de Chávez detrás, atento a los detalles y señalando a maduro y al "madurismo" a la vez, como aquel ser atontado pensando en sus asuntos personales, en una mezcla de miedo y vanidad.

Chávez está vivo porque despertó en nosotros valores y sentimiento como novedosos desde aquel 27 de febrero del 92 hasta hoy. Nos hubimos acostumbrados a los discursos semi majestuosos de los adecos hipócritas, y de la pacatería santurrona copeyana (que no llegaba a ser ni siquiera hipocresía), y por supuesto, a sus vicios secretos. Y también nos acostumbraron a la patraña, que nos ha envilecido el alma; quien no vive despierto cree y difunde chismes y patrañas, no se fija en el pasado, en los detalles de la historia.

Pero hay mucha gente que todavía vive y siente el coraje de Chávez cuando asumió aquel día, delante a toda esa sociedad atiborrada de chismes y vicios, la responsabilidad de sus actos, gente que conserva aún el sentimiento de reconquista de aquello extraviado en la historia de nuestros héroes del pasado.

Así como mi señora amiga, recordando aquél "plan de la patria" que fue falsificado, le vino a la memoria con dolor su muerte, su pérdida frente a muchos ojos complacientes y complacidos, así mismo somos muchos los que sabemos que fue traicionado, y que perdimos al líder, una, dos, tres, cuatro veces en un solo año, olvidado por cada miedoso, por cada cansado de trabajar. Y con su olvido moral, se nos olvidó su herencia moral, su virtud de hombre valiente… …lo cual se fue por el caño de las falsificaciones y de la cobardía.

Sin Chávez ¿quién se hubiera interesado en la historia de Venezuela como fuente de ética y moral? ¡Nadie! Sin embargo ahora todos los farsantes comienzan sus discursos con una cita histórica a justificar todas sus debilidades, a disimular. ¡Tan útil que es la historia!, para que ahora se pierda, por el uso y el abuso, el disimulo y la deshonestidad, para que ahora se malgaste su fuerza semántica aplicada a las acciones… Muchos achinchorrados no corren riesgos haciendo historia, solo la citan creyéndos que combaten montados en el lomo de un león.

¡Honestidad!, es lo único que reclama esta amiga mía, la cual todavía lleva en la memoria el día de cómo fue falsificado el plan de la patria, y cómo, ante la mirada indiferente de muchos, que hoy se dan golpes de pecho, fue adulterado el mandato más importante, espiritual y político, que nos dejó Chávez. ¡Honestidad!, nadie quiere víctimas falsas, o más víctimas falsas. Desde Maduro, su gobierno, hasta los exiliados del gobierno y del país, cada uno de ellos quiere despertar en nosotros una piedad de víctimas. Unos como mártires de la revolución en razón a la maldad de los malvados conspiradores, de los bachaqueros, de la "guerra económica", del imperio; que sin "esos odiosos enemigos" la bondad y la pureza de sus actos hubiesen llegado hasta el cielo. Y otros, mártires de la revolución, pero por causa de Maduro; perdieron la memoria al punto que no saben porque deberían ser honestos, "¡Qué más honesto puedo ser, si yo solo soy una víctima!…, ¡yo soy la víctima!"

¡Petulantes!, dice mi amiga. Ahora el país de repente se nos llenó de muchos Chávez, ¡pura gente noble!, digna, incapaz de errar, de odiar, de mentir, de salirse de la norma, de mancharse de vanidad o de cobardía, de opulencia, de miserias, de ostentación; de repente todos nuestros dirigentes están emparentados con Zeus, y emparejados en nobleza y grandeza, como si estuviéramos en Ilión y no en Venezuela, en plena guerra de Troya; solo falta que Diomedes, tomando la figura de Maduro, haga una tregua y se siente a cantar, a celebrar y halagar la estirpe Glauco, y Glauco, transfigurado en uno de los exiliados (o cualquier otra incólume víctima de la diosa fortuna) hiciese lo contrario; ninguno parece ser responsable de sus omisiones, indiferencia, cobardías, vergüenzas, burradas, mentiras, trampas –que cada quien escoja lo que mejor se ajuste a su realidad –… para que todos pongan, definitivamente, la gran cagada.

¡Honestidad! ¿Es mucho pedir?, a ver si llegamos al fondo de este asunto... Repito, el hipócrita nunca será honesto con la gente, de la cual saca provecho; de su lado yace casi toda la teatralidad de nuestra derecha "exógena". Pero el "pacato" se cree su cuento. Piensa que, si peca, si yerra, si viola la norma es porque no era él mismo, que algo, desde afuera lo llevó a eso, un numen, un astuto y pequeño demonio; ¡nunca reconocerá responsabilidad de sus actos!; de este lado están agazapados tanto los maduristas como los "chavistas cansados" que no reconocen sus pifias, apestados también de "madurismo".

…Qué les cuesta vivir cerca de la verdad, cualquiera que esta sea, ser honestos (honrados diría Fidel)… ¿De nada sirve guardar para luego nuestra virtud, como las doncellas? Nuestros actos hablan por nosotros, y la mayor virtud es vivir con ellos, amarlos, reconocerlos como producto de nuestro propio ser, nacidos de lo más hondo de nuestro ser (como se suele decir), y desde esa verdad rectificar y seguir a delante. ¡A que tanto disimulo si se les nota bojote! Del lado de esa irresponsabilidad está Maduro y la peste del "madurismo", que lo trasciende en mucho y muchos.

Bien, ahí donde está la honestidad y el sentido de la responsabilidad está Chávez. Esa yunta fue su mayor legado; si se equivocó, el tiempo le hizo una mala pasada, no pudo vivir para reconocer su error. Pero, de haber estado vivo de seguro lo hubiera hecho, pues sus metas estaban por encima de su orgullo y vanidad humanos: hacer de Venezuela una sociedad más justa, más culta, más igualitaria. Su mayor virtud fue ser humano, demasiado humano y reconocerlo, reconocer sus límites para alcanzar aquello que parecía imposible, y seguir adelante, como un auténtico inmortal.

Pero hoy todos quieren ser inmortales sin haberse enlodado a los ojos del mundo, con una conciencia verdaderamente trágica, sin haber pasado, primero, por el camino del hombre… se miran al espejo y se apartan rapidito, para ver al héroe en fracciones de segundo y así evitar que su reflejo se les ría en la cara.

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