Maduro y Guaidó corren en primera y segunda

Domingo, 26/05/2019 09:55 AM

Días atrás estuve, por una de esas cosas que uno no tiene como explicar y lo atribuye simplemente al capricho o mejor al azar, pues como por fastidio, decidí tomar hacia la izquierda, quizás una vieja cadencia y primitiva predisposición, en lugar de la derecha, en un evento donde los participantes hablaron de crónica. Como el género me gusta, es más creo que he escrito algo abundante dentro del mismo, me quedé por mucho tiempo para enriquecer mi poco conocimiento. Y estando allí, escuchando algunas de ellas, en la versión oral de los participantes, me acordé de "Marutón" Ramírez.

Es probable que en la Cumaná de hoy muy pocos recuerden o sepan de ese personaje, quien fue receptor estrella de aquel equipo de esa ciudad que hizo historia en el beisbol venezolano, conocido como el Mariscal, si mal no recuerdo, por lo que agradecería si alguien puede corregirme, donde también jugó como primera base "Cachare" Mejías y hasta aquel joven llamado Candelario Muñoz, quien debutó en la liga profesional zuliana como campeón bate para luego prontamente sucumbir a las tentaciones que suelen acompañar a la gloria temprana. "Marutón" tuvo el mérito, según escuché también de la oralidad, de recibirle a un joven lanzador cubano que entonces estuvo en nuestra ciudad de los mejores del beisbol del Caribe. Hablo de Cocaína García. Y eso entonces, en nuestro beisbol, no era fácil, tomando en cuenta que esos lanzadores formados en Cuba y vinculados al mejor beisbol de entonces, solían lanzar con gran velocidad y hacer uso de muchos recursos para lo que se requería que el receptor fuese muy experimentado. Pero a "Marutón", se decía entonces, no había quien le quemase la mascota.

Le recuerdo muy vagamente, pues en sus tiempos de formidable atleta, apenas yo era un niño. Pero si conservo aquella imagen de un hombre de regular estatura, no muy alto, pero si con la fortaleza propia de los pescadores de Puerto Sucre, porque de ese espacio fue el personaje. Lanzaba a las bases con una prontitud y velocidad poco común entonces. Un hombre en primera sin out o uno sólo, que en alguna circunstancia del juego podía inducir al robo de bases, hacía propicio para que "Marutón" exhibiese su habilidad de vigilantes y sus portentosos lanzamientos a primera para mantener al corredor pegado de la base. Robarle, a él, más que al pitcher, a quien se suele atribuirle la responsabilidad si eso acontece por el poco cuidado o vigilancia y la falta de rapidez para venirse al home, era algo como una hazaña; corredor que saliese en pos de la segunda base en intento de robo estando "Marutón" detrás del plato, lo que era una osadía, generalmente era puesto out con suma facilidad. Por supuesto, quien estuviese defendiendo la primera base en eso también le tocaba desempeñar un rol descollante, pues debía estar presto a no dejarse sorprender por un disparo de aquel receptor fuera de serie que no descuidaba ni un segundo al corredor.

De los libros que he leído sobre el beisbol de Venezuela, entre ellos dos de Eleazar Díaz Rangel, quien en este sentido dejó un rico aporte, sólo una vez hallé una ligera referencia al club Mariscal de Cumaná y ninguna a "Marutón" Ramírez. Eso sí, se dijo algo muy exaltante de aquel equipo cumanés. Y eso no es nada extraño, pues hasta la historia toda venezolana se cuenta todavía así, pues como escribió alguien, en veces, cuando los héroes de la patria salían del escenario, cualquier pueblo o ciudad, según los historiadores de entonces, por su proceder, se acababa la historia; la poca que se contaba era porque los héroes entraban a alguna apartada provincia. Si ahora revisamos los diarios, espacios informativos de la televisión, hasta los de la región misma, poco se habla de esta, pues para todos, la provincia no existe. Los historiadores y cultores regionales son personajes extraños y hasta como mal vistos.

Por esas y tantas cosas más, la crónica hace falta. Y ella me permite recordar e informarle a quienes esto lean, como era frecuente que aquella acuciosa vigilancia y enorme capacidad para lanzar a las bases de "Marutón", con excesiva frecuencia, lograba encerrar entre primera y segunda a los corredores adversarios. En la Cumaná de mi tiempo, era un especial espectáculo, cuando estando "Marutón" detrás del home recibiendo los lanzamientos, un corredor llegaba a la primera. Allí se daba un espectáculo especial que exhibía a "Marutón" vigilante, sin excederse, cauteloso y al corredor cuidándose de él más que del pitcher.

-"En el juego de ayer", se solía comentar, mientras quien hablaba se acompañaba de una discreta sonrisa llena de gozo, "Marutón" sorprendió a cuatro entre primera y segunda." Más que del pitcher o las proezas de un bateador hábil o poderoso se hablaba de lo que había hecho "Marutón".

Porque estar entre primera y segunda, según el discurso popular, es estar en el limbo; corriendo de adelante para atrás y viceversa, sin rudo definido y además expuesto casi inexorablemente a ser out prontamente. Una vez sorprendido o encerrado entre primera y segunda, el corredor no tiene casi vida. Por eso, un receptor como "Marutón", aparte del habitual servicio que presta en el juego, uno de los más importantes, eso de mantener al corredor pegado de la base y hasta ponerle fuera al menor descuido, es excepcional. Además, si el corredor, salvo alguna circunstancia muy poco frecuente, logra evadir el encierro, no pasa de segunda. Entonces estar entre primera y segunda es no estar en nada o en el limbo y quienes en este están, no están en nada. "Con Fulano no se cuenta", dice la gente, "ese se la pasas en el limbo o está entre primera y segunda, no va para ninguna parte".

Todo esto viene a cuento porque, pensar en Maduro y Guaidó, es como hacerlo de un corredor que un portentoso lanzamiento de "Marutón" encerró entre la primera y la segunda. Aunque viéndolo bien, no sé a ciencia cierta, tengo mis dudas, si ellos solos van y vienen, mientras la bola va de un extremo al otro del espacio que marca el encierro y cada momento o segundo que pasa se acorta la distancia, o les acompañamos nosotros, los venezolanos todos a quienes se nos acorta vida.

Ese Maduro, quien según los convencionalismos y hasta simple costumbre, corre de la izquierda a la derecha y el Guaidó que por lo mismo se dice lo hace de la derecha a la izquierda, o simplemente porque el observador se ha puesto perpendicular a la línea de carrera, en verdad no van para ningún lado. No tienen salida por un lado ni por el otro, porque quienes les encierran en demasía les conocen sus querencias que son pocas y nada diversificadas. Tampoco tienen la picardía de los grandes atletas, ahora pienso en "Vitico" Davalillo, como para romper el cerco. El espacio se les acorta, el tiempo se les esfuma y eso es como "mucho camisón pa´ Petra.

Pero no es solo que los dos van y vienen sin saber nada distinto qué hacer pese el respaldo que han tenido, sino que con ellos corremos nosotros sin autonomía alguna y de los dos, por ese encierro que mucho tiene que ver con lo corto de sus alas, ya a uno como que cansan demasiado.

 

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