El gobierno del terror, del error y de la guerra

Lunes, 27/05/2019 10:08 AM

El Reinado del terror, conocido también como Terreur, fue un período de dos años que se dio en la Revolución Francesas (entre 1793 y 1794), se caracterizó por una brutal represión en forma de terrorismo de Estado, cuyo protagonista fue Maximilien Robespierre. En esta época del Terror entre 35 y 40 mil civiles fueron ejecutados, la mayor parte de ellos mediante la guillotina. Posteriormente, en el siglo XX, casi 150 años después, a Robespierre lo releva el vil Adolfo Hitler, quien desde su creencia de tener una raza pura y de controlar al mundo generó la Segunda Guerra Mundial, la cual estuvo marcada por hechos de enorme repercusión que incluyeron la muerte masiva de civiles, el holocausto, los bombardeos intensivos entre ciudades, el uso de armas nucleares, fue catalogado como el más mortífero de la historia, entre 50 y 70 millones de víctimas. A Hitler casi lo supera en este siglo XXI el presidente ilegítimo de Estados Unidos, Donald Trump. Es el presidente No. 45 desde el 20/01/2017 por cosas del sistema electoral estadounidense, elecciones hasta hoy dudosas pero respetadas por los demás países del mundo. Por eso le llamo el presidente ilegítimo, ya que matemáticamente es imposible de explicar que su adversaria Hillary Clinton sacara 59.727.805 votos Vs. 59.505.613 (47,67% Vs. 47,49%), debido a que el Sr. Trump sumó 279 electores y Clinton 228; es decir, aquí el voto de cada ciudadano no cuenta, lo cual pone de manifiesto la crisis de alternativa política existente también en EE.UU. El imperio que quiere dar lecciones de democracia a Venezuela, de manera inmoral exige elecciones "transparentes" cuando somos ejemplos de realización de procesos electorales fidedignos, claros y auditables. Trump representa en realidad el poder económico del establishment, tiene un peso específico en la sociedad que representa, es el gurú de las finanzas, sus opiniones tienen gran poder en el ámbito mediático y social.

El régimen de Donald Trump representa el gobierno del terror, del error y de la guerra; haber llegado al sitial que hoy le encumbra ha sido a costa de todo, el fin ha justificado los medios. Las medidas de Trump en estos tiempos, son tan bárbaras, tiránicas, absurdas e injustificadas que las de Hitler y Robespierre. Trump encarna la parte oscura de todo un sistema que se maneja desde otras latitudes no solo a nivel político sino a nivel espiritual y esto es gravísimo para la humanidad. Ha sido implacable en sus ataques contra todos aquellos a los que intentan detener sus objetivos maquiavélicos, o contra sus intereses económicos financieros de su imperio Trump, o contra aquello que cree pueda poner en riesgo la seguridad de su país por su afán de convertir a EE.UU. en la máxima potencia del mundo con poderes ultra, por creer que sus ciudadanos son de primera, de raza pura, como Hitler. Su política de Estado es generar terror en todo el planeta, ya que durante su campaña prometió que EE.UU. volvería a ser un imperio y que sería solo para los americanos, por eso ataca a Corea del Norte, a Irán, China, Rusia, Venezuela y a todo aquel que sea una piedra en su camino. Sus países aliados son sus títeres, sobre todo los de América Latina. Cada ataque tiene un objetivo estratégico, que conlleva una amenaza hasta de atacar militarmente. Sin embargo, ha sido cauteloso en no atacar a Corea del Norte porque sabe del arsenal armamentístico que posee este país, sobre todo bombas nucleares. Mientras que las consecuencias del ataque comercial con el gigante asiático para el propio imperio gringo serán catastróficas más que para la propia China, porque EE.UU. se encuentra en una fase sin retorno que lo llevará a su caída irremediable, ya que su deterioro es estructural, tanto así que los analistas ya establecen una similitud entre la fase previa a la caída del imperio romano con la que atraviesa la economía del imperio más bárbaro del mundo. En este sentido, Chris Hedges (periodista americano galardonado con el premio Pulitzer), ve en la actual situación económica "señales inequívocas de que estamos asistiendo al ocaso (si no caída) del imperio de los EE.UU". Afirma que en este país la política esta decrépita, que el nacionalismo xenófobo no para de ganar incondicionales adeptos. Asegura que su país podría fracasar en su proceso de expansión del imperio y la expansión más fallida podría ser aquella en la que el capitalismo estadounidense se embarcó en absorber económicamente a China, pues puede que al final sea China la que se acabe erigiendo en líder en su particular dicta-pitalismo; por esto supone que el fin del imperio dure menos de una década.

Los errores del imperio nos cuestan a los pueblos que no nos arrodillamos y lo pagamos con creces, pero también con la moral en alto: ha convertido a los refugiados e inmigrantes en blancos de sus políticas discriminatorias, llamándolos delincuentes y considerándolos una amenaza para su seguridad; ha separado a niños inmigrantes de sus padres, colocándolos en una especie de jaula privándolos de todos sus derechos fundamentales; ha profundizado su política racista, defiende fehacientemente las ideas y políticas antimusulmanas, proisraelíes; se ha enfrentado al Tribunal de La Haya, a los medios de comunicación que han bloqueado sus acciones, muestra poco interés en promover el respeto por los derechos humanos en el extranjero y la protección por la pacha mamma, entre otros errores y fallas más innumerables para describir aquí; pero que en el mediano y largo plazo se convertirán en un boomerang, en contra de la misma sociedad estadounidense. Quiera Dios que no sea con consecuencias peores que las vividas por estos países que hoy viven subsumidos en el terror y la guerra por las políticas de su presidente. No obstante, los nuevos estilos de ataques no tan convencionales, derivados de los errores, surgieron en virtud de la derrota de la guerra contra Vietnam, la cual le permitió a EE.UU. generar los manuales de contra insurgencia para desarrollar la lucha contra la sublevación de los pueblos que decidan emprender la forma superior de la lucha de clases, la lucha armada contra el Estado Burgués opresor, que lo han despojado de sus propias riquezas y colocado al servicio de las transnacionales (en este caso, lo que representa Trump, desde el punto de vista del poder económico, su imperio). En su afán de aplicar la Doctrina Terrorista Monroe, Trump afianza la Guerra No Convencional o de Cuarta generación contra los pueblos del mundo, en este caso contra Venezuela, conflicto que no solo ha dejado de afectar a nuestro país sino a la región y a nivel mundial. A las Amenazas no tradicionales a la Paz y a la Seguridad Internacional para los EE.UU., como la subversión, bandas de narcotraficantes, terroristas y delincuencia internacional, se le suma el programa de alimentos CLAP que impulsa el Estado venezolano; aspectos éstos que son objetos de intervención militar por parte de Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Las guerras a las que nos somete el gobierno de EE.UU. tienen como propósito destruir o sustituir un Estado (ejemplo, caso gobierno venezolano), para imponer su hegemonía. Trump es el mismo Robespierre, Hitler, paranoicos que cometieron graves errores de juicio. Si Robespierre fue el padre del terrorismo, Trump es el Padre del Oscurantismo, por su perversidad e insensibilidad. Si los estadounidenses siguen el camino del ilegítimo Trump, a su abierta hostilidad, entonces será una sociedad condenada por la historia a repetir los errores y los pueblos del mundo se volverán en su contra, tal cual como le costó a Alemania levantarse por los errores de Hitler. Nosotros los rebeldes del mundo que nos resistimos a ser colonia extranjera seguiremos en esta lucha insurgente, para no regresar al estado de esclavitud; para ello necesario es profundizar nuestras bases ideológica y política, cultivar una fuerte identidad con y por la Patria; mayor cohesión de las fuerzas políticas revolucionarias con el pueblo organizado, llámense GPP, comunas, milicias, consejos legislativos, entre otros; no caer en el chantaje de la derecha ni en el terror del imperio para amedrentarnos; combinar las fuerzas políticas del pueblo organizado con las fuerzas armadas populares. El pueblo revolucionario exige la detención del primer terrorista venezolano, Juan Guaidó, no más excusas de esperar más errores, porque éstos los estamos pagando nosotros los venezolanos. Si solo el pueblo salva al pueblo, entonces se debe evitar la escalada de la guerra y Guaidó es uno de esos instrumentos de la guerra que usa Trump; establecer estrategias anti guerrerista o no esperar a que sucedan las cosas (como el caso de la gasolina) para reaccionar, sino colocando todos los escenarios posibles sobre la mesa para actuar sin vacilar. Es la hora, es el momento, no más tregua al imperio.

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