¿Quién iba a trabajar para los pudientes?

Lunes, 27/05/2019 10:19 AM

"¿Puede perderse en pocos años la memoria de las luchas? Es uno de los problemas más serios que arrastra el socialismo: que los que tanto han sufrido pateen la escalera por donde han subido, o para que nadie venga de detrás o porque les da lo mismo la suerte de otras humillaciones".

—El trabajo asalariado, crea el capital, es decir, la propiedad que explota al trabajo asalariado y que no puede acrecentarse sino a condición de producir más trabajo asalariado a fin de explotarle de nuevo.

Ser capitalista significa no sólo que se ocupa una posición personal en la producción, sino una posición social. El capital es un producto colectivo; no puede ser puesto en movimiento sino por el esfuerzo conjunto de muchos miembros de la sociedad y, en último término, sólo por el esfuerzo conjunto de todos los miembros de la sociedad.

El precio medio del trabajo asalariado es el mínimo del salario, es decir, la suma de los medios de existencia indispensable al obrero para conservar su vida como tal. Por consiguiente, lo que el obrero se apropia por su actividad es estrictamente lo que necesita para su existencia. De ninguna manera abolir esta apropiación personal de los productos del trabajo, indispensable a la mera reproducción de la vida humana; esta apropiación no deja ningún beneficio líquido que pueda darle poder sobre el trabajo de otro. Lo que queremos es suprimir ese modo infame de apropiación que hace que el obrero no viva sino para acrecentar el capital y ni viva sino en tanto lo exigen los interese de la clase dominante.

De este modo, en la sociedad burguesa el pasado domina al presente; en la sociedad socialista es el presente el que domina al pasado. En la sociedad burguesa el capital es independiente y tiene personalidad, mientras que el individuo que trabaja está sometido y privado de personalidad.

Desde el momento en que el trabajo no pueda ser convertido en capital, en dinero, en renta de la tierra, en una palabra, en poder social susceptible de ser monopolizado; es decir, desde el instante en que la propiedad individual no puede transformarse en propiedad burguesa, desde ese instante declaráis que la personalidad está suprimida.

El socialismo no arrebata a nadie la facultad de apropiarse de los productos sociales; no quita más que el poder de sojuzgar el trabajo ajeno con ayuda de esta apropiación.

Todas las objeciones dirigidas contra el modo socialista de apropiación y de producción de los productos materiales han sido hechas igualmente respecto a la apropiación y a la producción de los productos del trabajo intelectual. Lo mismo que para el burgués la desaparición de la propiedad de clase equivale a la desaparición de toda producción, la desaparición de la cultura de clase significa para él la desaparición de toda cultura.

Mientras apliquen a la abolición de la propiedad burguesa el criterio de las naciones burguesas de libertad, la cultura, de derecho, etc. Las ideas son en sí mismas productos de las relaciones de producción y de propiedad burguesas, como el derecho no es más que la voluntad de clase erigida en ley; voluntad cuyo contenido está determinado por las condiciones materiales de existencia de vuestra clase.

¿Sobre qué base descansa la familia burguesa en nuestros días? Sobre el capital, sobre el provecho individual. En su plenitud, la familia no existe más que la burguesía; pero encuentra su complemento en la supresión forzosa de toda familia para el proletariado y en la prostitución pública.

Para el burgués, su mujer no es otra cosa que un instrumento de producción. Oye decir que los instrumentos de producción deben ser de utilización común, y, naturalmente, no puede pensar otra cosa que hasta las mujeres correrán la misma suerte.

¡La Lucha sigue!

Nota leída aproximadamente 1427 veces.

Las noticias más leídas: