Maduro y su acción purificadora

Miércoles, 05/06/2019 07:47 AM

Hay una fuerza falsa oculta en los colectivos humanos. No queremos decir con esto que la masa no pueda ser una fuerza, solo que hay en los colectivos una "fuerza aparente" que se supone debería estar dentro de cada uno de los individuos que los conforman y no lo está. Si uno reúne muchas individualidades no tan fuertes, bien dirigidas y concentradas hacia un objetivo duro, de seguro pueden vencerlo, que de manera individual sería imposible. Sin embargo la verdadera fuerza de la masa radica siempre en la suma de fuerzas individuales, o en la fuerza individual. Esa "fuerza falsa" de la masa está en su número, y dentro de ella se esconden muchos individuos sin fuerza y sin arrojo.

Antes de que apareciera Maduro no se notó mucho la debilidad de la revolución bolivariana porque Chávez hizo "fuerza" por todos, fue valiente por todos nosotros. Explico: mientras Chávez lideraba una revolución, donde además era su motor moral y teórico, su arquitecto, maestro, capitán, acusado inclusive de ejercer un súper liderazgo…, fue casi que natural que en su entorno político nadie abriera la boca, quizás porque no tenían nada que objetarle al líder, o bien porque eran oportunistas que acechaban, mientras el líder se "quemaba" por ellos, hacía el trabajo duro a su favor, ¡Cero crítica!; ¡cero irreverencia!, ¡solo cazadores furtivos de la política!

Muchos de estos líderes realmente anodinos, asimismo son oscuros, no cuentan con brillo personal y propio, ni vida política propia, se esconden detrás de la masa o se confunden con la masa: ¡esa es la "fuerza falsa" que hace de la masa más masa que fuerza!: una voluntad de grupo marchando automáticamente, muchos arreados por cualquiera, sin entusiasmo político real, sin fuerza política real ni luz propia, sin conciencia, como burros persiguiendo una zanahoria.

Podemos decir que cuando se ausenta el liderazgo real y efectivo en la revolución esta se disuelve, viene la dispersión de la masa, la cual sin tensión se dispara y vuela como resortes, como una cárcel sin muros; cada sujeto corriendo hacia su propio rincón, donde están sus asuntos e intereses personales. Eso pasó con la muerte de Chávez, se perdió la estrategia y se dispersaron los objetivos, cada quién en lo suyo… y así nació el pragmatismo de Maduro y el madurismo, el gobierno automático, sin líder, sin líderes, puro agitadores, o más bien animadores.

La experiencia de Maduro, muy negativa, sin embargo ha servido como purgante (o como la gripe, que si la dejamos pasar nos protege de la próxima), y es que su gobierno ha supurado toda clase de seres volubles y tránsfugas. Bien, como políticos y revolucionarios, esta infección debería protegernos de la próxima peste.

Ahora sabemos con propiedad lo inútil que es hacer una revolución mediante publicistas profesionales, arrear a gente inculta con promesas y mentiras, con musiquita y camiones parlantes, mensajes vacíos, bailes y chistes, como en un programa de televisión mañanero; someter con la ignorancia, comprar votos con favores…, métodos pragmáticos, de gente sin responsabilidad. Con Maduro todo ha sido una experiencia light, distinta a la política, además de pragmática, también reactiva, estar siempre avergonzado de algo y a la defensiva, repetir eslóganes vaciados de contenido político, de revolución. (Las revoluciones son reactivas una sola vez, luego que arrancan son contrarias a toda reacción, van a la conquista no a ser conquistadas).

Al lado del comandante, mimetizados como los animalitos de Feliciano Carvallo, yacía una caterva de aprovechadores que estuvieron emboscados por él. Hoy reaccionan en prensa y televisión o por las redes sociales, resentidos del poder de Maduro, hasta el punto de defender sin empachos las soluciones más reaccionarias, de cuestionar al socialismo –como si nunca hubieron trabajado con Chávez –, ahora culpan al socialismo, a Cuba, al intervencionismo del Estado socialista, solo por reacción al gobierno de Maduro que es un desastre (reformistas contra reformistas). Además de mostrar una deformación ideológica, esparcir ignorancia y desquiciamiento mental, exponen su verdadera naturaleza mercenaria, muy bien disimulada mientras el líder Chávez estuvo vivo.

Ahora sabemos lo importante que es vivir cerca de la verdad, la preparación política para sostener la lucha con una conciencia de clase clarividente, lúcida, de "clase revolucionaria"; una conciencia verdadera del deber social, no su grafiti impreso en una franela, o en la lengua, como es el caso de Aristóbulo Isturiz; creer en la justicia y practicarla, creer en la justa igualdad y practicarla, en la solidaridad y ser solidarios, en la educación y educarse –no cargar con libros para arriba y para abajo… cuando un burro lo haría mejor y en mayor cantidad que nosotros –, además de educar con el ejemplo, esparcir conocimientos sin mezquindad a nuestros hermanos que lo necesitan... Más maestros que diputados y concejales, más científicos que brujos, más empresas socialista que conucos, más revolucionarios que emprendedores, más socialismo que capitalismo, eso es lo que hace falta, ¡eso es lo que hacía falta!

Después de la muerte de Chávez emergió como la espuma toda clase resentimientos contenidos. Hoy cualquiera tiene una teoría sobre Chávez y el fracaso de la revolución, cualquiera dice "si yo fuera presidente…", saltan ex ministros con sus fórmulas personales para salvar a Venezuela del socialismo, cualquier pendejo es juez y analista político con un espacio en televisión. Después de la muerte de Chávez ahora sí son irreverentes, originales, todos son iguales a Chávez, compiten en valentía, en inteligencia, en lealtad, en patriotismo, iguales aunque se maten unos con otros para no perder las ventajas que les dio Chávez mientras trabajaron para él, las ventajas que le esquilmaron a la revolución (Makunaima Kariña FM, por ejemplo).

Es bueno desengañarse de tanto felón, de tantos Lacava y camaleones, pero sobre todo de la falta de voluntad, de tantos "flojitos", de tantos "revolucionarios" y ex guerrilleros cansados, ahora podemos ver el alma de esta casta política y conjurarla. La descomposición es rápida. Hasta hace poco había pudor frente a las contradicciones de sus acciones frente a sus discursos; ahora nos las restriegan en la cara, mienten y se ríen, hablan de conciencia del deber social al tiempo que dan la espalda a la sociedad llenando los bolsillos de los que más tienen. Ya comienzan a justificar lo que hasta hace poco disimulaban por vergüenza, como el liberalismo económico. Dentro y fuera del gobierno supura la llaga del madurismo como saltimbanquis de la política, aquí hoy mañana allá, como monitos, como murciélagos buscando nísperos. Habrá que quitarnos ese peso político de encima con un sentimiento apiadado de sus vidas. Para nosotros el trabajo será más arduo, pero ya sabemos a qué atenernos con esta flaqueza oculta por muchos años detrás del ímpetu de Chávez, que olvidamos su existencia, que fue invisible para todos bajo el efecto del entusiasmo político de Chávez.

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