Oficialismo y oposición, sincerarse en la estructura del Estado-Nación

Viernes, 07/06/2019 07:32 PM

La desigualdad y pobreza continúan siendo una realidad en Venezuela, que, exige otras políticas solidarias que apoyen realmente el crecimiento inclusivo y sostenible más allá de las palabras. Puesto que, para superar la miseria hace falta converger en acciones concretas, encaminadas a que el significado social de entrega, acogida y unión se hagan verdaderamente reales. Lo no permitido en el mundo de hoy son las interferencias persistentes de actividades financieras de actividades financieras mal utilizadas y mayoritariamente especulativas. Deben imponerse normas y reglas en compromisos universales y fraternos. Pues, no hay desarrollo, sino es integrado con el linaje completo de los componentes del gobierno.

En cualquier caso, si en verdad tuviésemos en los próximos años una economía plenamente solidaria, ganaríamos todos, en la medida que sabría situarse al servicio de la colectividad, del bien común nacional y mundial, con un amplio significado de espíritu predispuesto y colaborador, poniendo la centralidad en el ser humano. En ocasiones todavía se nos olvida la protección a los ciudadanos más vulnerables, cuestión que continúa siendo crucial, lo que requiere unidad en el alma de la cooperación internacional. Algo que se da cuando llevamos consigo un crecimiento interior capaz de donarse, para hacer menos pobres a los pobres y a los ricos más solidarios. La mejor economía, sin duda, tendría un aire conjunto, de hacer familia en la solidaridad con el vínculo de los abecedarios hermanados.

Para nadie es novedad que hoy vivimos en una sociedad fácilmente "inflamable" por decirlo de alguna manera. No hace mucho tiempo atrás en una de las redes sociales, un sensato comentarista de la realidad, describía como proliferan hoy día los "comerciantes de la indignación", es decir aquellos que valiéndose de las nuevas herramientas de comunicación explotan deliberadamente el malestar o la indignación de la población para sus fines.

No vamos a entrar en el terreno de analizar en esta columna la oferta del gobierno ni las consideraciones que ellas merecieron a las gremiales. Si creemos oportuno hacer un llamado a la responsabilidad en el marco de la legitimidad que tiene cualquier reclamo en una sociedad democrática.

Señor presidente, no vea esto como una derrota, véalo como una oportunidad. Y eso de que los gobernantes no deben vivir pendientes de las reacciones de la gente, es verdad, pero tampoco pueden tapar el sol con un dedo. Esa multitud en Barinas con Juan Guaido, le transmitió un mensaje contundente, que cambie, que haga el golpe de timón y tomar el camino correcto.

Como diría la abogada y politóloga, Line Bareiro, coordinadora de Derechos Humanos del Paraguay (Codehupy), "usted presidente es un tipo inteligente, capaz", entonces haga uso de sus facultades y mande a sus casas a los corruptos, delincuentes, incapaces y haraganes que lo rodea. Pedirle a Ud. que se vaya, será mucho más complicado, así que haga lo más sencillo.

Deseamos un camino de bienestar y proyección ideológica para trabajar en base a una unidad geopolítica y territorial.

Venezuela debe deshacerse de sus disonancias cognitivas, especialmente de aquellas que tanto daño nos hacen en política y valores, recordando nuestra historia. Debemos recordar las épocas de dictadura, cuando el voto no tenía cabida; debemos recordar lo difícil que es levantarse después de una crisis económica; debemos recordar la revolución para alcanzar la igualdad social; pero, sobre todo, debemos recordar y reconstruir el orgullo nacional, no con base en organismos internacionales o a ideologías contradictorias. Más bien, desde la legalidad y la legitimidad; desde la intención de tener una Venezuela próspera, con compañerismo entre venezolanos. Todos los demás buscan intereses propios.

"Para ver lo que tenemos delante de las narices", escribiría George Orwell, "se necesita un esfuerzo constante". No admitir que la corrupción ha permeado los órganos llamados a combatirla es no querer acabar con ella. Desconfíen de quien les diga que todo está bien. Ustedes, como yo, sabemos que no.

Mientras el oficialismo busca asegurar una gobernabilidad de corto plazo, pactando con el sector liberal funcional de siempre y mientras lidia con la voracidad de su grupo político, la inestabilidad puede venir de sectores vulnerables de la ciudadanía que los gobiernos no tienen en cuenta y a los que, sin embargo, mencionan siempre como presunto motivo de sus desvelos.

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