Pdvsa: El laberinto de un General

Lunes, 10/06/2019 10:10 AM

"Nuestras empresas del Estado deben estar cada día más compenetradas, desde sus presidentes y gerentes, hasta sus trabajadores y obreros, en el proyecto revolucionario de transformación integral del país".

Hugo Rafael Chávez Frías (Planta Termoeléctrica "Pedro Camejo", Valencia, 21 de marzo de 2006)

A medida que transcurre el tiempo y el país ha sido sacudido por los ataques del imperio norteamericano a través de una estrategia de asfixia a nuestra economía, con misiles disparados desde el Departamento del Tesoro y del propio Departamento de Estado, Pdvsa, la principal industria del país no ha escapado a tales ataques.

Su producción que la mostraba como una de las empresas más exitosas del mundo se vino al piso (5 millones de b/d) hasta alcanzar cifras que hoy no superan el millón de barriles diarios (unos 800 mil b/d) y que apuntan a un descalabro de nuestra economía dependiente y mono-productora.

La causa desde luego está atada a la geopolítica mundial y al papel asumido por la Patria de Bolívar desde la llegada al poder del Comandante Chávez con la Revolución Bolivariana y la cual activó los embates de una guerra económica desde el Norte.

Desde hace 20 años al cambiarse la orientación y el papel de colonia que tenía nuestro país y de un Estado como suplidor de materias primas al imperio norteamericano, la ecuación de dependencia se rompió y de inmediato las consecuencias se hicieron sentir en nuestra economía.

Las empresas trasnacionales del petróleo, todopoderosas e interventoras, no pudieron aguantar su desplazamiento. Las nuevas reglas del juego impuestas por el Comandante Chávez (60/40) las hicieron retirarse de su patio trasero, para emprender así un feroz ataque a nuestro país comenzando por la industria petrolera, Pdvsa.

A todo este escenario se unió el ataque político, ahora consolidado en los Estados Unidos con la llegada de la casta petrolera al poder (el K, Klus, Klan y las trasnacionales lideradas por la Exxon) con sus principales operadores e interlocutores, el Presidente Donald Trump, su Vicepresidente Mike Pence, el Secretario de Estado Mike Pompeo y el Asesor de Seguridad John Bolton.

El nuevo esquema político ha hecho que el propio imperio norteamericano haya tomado las riendas y el control de la oposición venezolana, como nunca antes y su descaro es tal que supera su papel tradicional como gendarme en el mundo.

Nuevas modalidades de guerra han sido puestas a prueba, las cuales van desde una diarrea de declaraciones, acusaciones contra nuestro país y decretos contra Venezuela como el de "una amenaza inusual y extraordinaria" y la instalación de un títere "autoproclamado" (Juan Guasón) como presidente interino de nuestro país.

Esta estrategia ha causado desastrosas consecuencias a nuestra economía y generado un desmantelamiento de nuestra principal industria petrolera, Pdvsa que acusa una baja producción y se ve golpeada con el robo descarado de sus acciones de nuestra filial Citgo en USA.

A ello se suma el bloqueo y saqueo de bonos y títulos del mercado financiero y la congelación de fondos que cubren necesidades básicas como la alimentación y la salud del pueblo venezolano.

La guerra con las más variadas modalidades que hoy azota a nuestro país, no son nada virtual ni casual como pretenden hacerlo ver los propios opositores; no sólo internos sino los externos, al igual que los más descarados perritos falderos o cipayos del imperio refugiados en el "Cartel de Lima".

Mientras estos ataques suben de intensidad y buscan interlocutores en el escenario mundial con los países socios del neoliberalismo, la Patria de Bolívar resiste y encuentra aliento y fortaleza en las enseñanzas del "Comandante Supremo" Hugo Chávez en la "Unidad, lucha, batalla y victoria".

Esto ya no es sólo una consigna sino es la respuesta valiente de un pueblo que se organiza y busca resolver con sus propios recursos y su capacidad productiva, la verdadera defensa de su existencia como nación libre, soberana e independiente en el mundo.

En el caso de Pdvsa, industria emblemática y orgullo de los venezolanos, su resistencia debe orientarse a la búsqueda de su fortaleza en su propio recurso humano y en la experiencia que es su potencialidad productiva la cual hoy está amenazada.

La realidad y sus indicadores demuestran que Pdvsa va camino a la autodestrucción y es la primera víctima del imperio norteamericano, gracias al bloqueo y a las estrategias de asfixia planificadas por las propias trasnacionales del petróleo, quienes añoran poner las garras sobre la principal reserva petrolera del mundo (300 mil millones de barriles de crudo).

Ante este cuadro dantesco, el Estado venezolano resiste y ha buscado otras alternativas para equilibrar nuestra amenazada economía. La acelerada búsqueda de una economía sustentable inclina su mirada hacia los recursos agrícolas y mineros y abraza el apoyo de otros países amigos del mundo (Rusia, China, Irán, Turquía, India y Vietnam, entre otros).

El pueblo dependiente de una economía mono-productora (petróleo) debe encontrar ahora su propio auto-abastecimiento. En primer lugar, en los renglones alimenticios y en un segundo orden, en un proceso de cambio de los patrones de una industria hasta ahora basada en el modelo norteamericano y en el de una burguesía parasitaria, alimentada con las divisas del Estado venezolano.

Los esquemas en el mundo (socialismo-capitalismo) son variados y las alternativas, que pudieran estar en nosotros mismos, parten del principio de la filosofía de "adentro hacia afuera" y no de la que hasta ahora venía prevaleciendo; es decir, la orientada a fortalecer la dependencia.

Un general que por fortuna llegó al laberinto revolucionario de Pdvsa, debe voltear su mirada hacia la citada filosofía "de adentro y hacia afuera". La joya de la corona ya no brilla tanto como ayer, pero todavía cuenta con una valiosa reserva de hombres y mujeres con talento.

Todo este capital humano goza de una acumulada experiencia, algunos en el país y otros en el exterior. Hoy podrían salvar la industria y todo ello muy lejos de la privatización que amenaza a toda América Latina (Caso Pemex y Petrobras).

En Venezuela existe un ejército de jubilados quienes pudieran ser muy útiles a la industria. En ellos está acumulada una comprobada experiencia y un rico y valioso talento formado por el propio Estado venezolano. Todos cuentan con adiestramiento, conocimiento en técnicas avanzadas y con una tecnología de punta la cual no debe despreciarse.

Mientras a los jubilados se les da la espalda y se les arrebata su Fondo de Pensiones que legalmente les pertenece, el mismo fue mutilado y saqueado por falsos revolucionarios vestidos de rojo rojito quienes gracias a un adefesio jurídico, lo tomaron como un botín y el Estado y sus instituciones todavía no dan una respuesta.

La mayoría de jubilados manifiesta y profesa un gran amor por la Patria y un gran afán por salvar a Pdvsa, la primera industria del país. En ese colectivo se formaron hombres y mujeres de gran capacidad quienes aprendieron los secretos del petróleo, muchos en las filas de las propias trasnacionales.

El Mayor General que hoy está al frente de Pdvsa debe dar la cara y enfrentar la cruda realidad en todos los órdenes. El presidente de la industria debe hablar claro a los jubilados, quienes hemos esperado con paciencia una honesta respuesta y el pago justo de los intereses de los haberes del Fondo de Pensiones que nos pertenece.

El ejército de jubilados que ignora el MG presidente de Pdvsa y para quienes desde que llegó a la presidencia de la industria no les ha dirigido su palabra ni dado la cara y sólo ha guardado silencio (el que calla otorga), esperamos una oportuna respuesta porque en verdad todos somos, aunque no lo crea, la tabla de salvación en su laberinto.

¡Oído mi general! es la respuesta para salvar la principal industria del país que está dentro y no afuera. Todos sabemos que la mayoría de trabajadores petroleros jubilados están en el país y otros se han ido al exterior, pero con una buena oferta de trabajo, estamos seguros, podrían regresar a Pdvsa y por ende a nuestro país.

¡Amanecerá y veremos!

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