El día de los CLAP

Miércoles, 12/06/2019 02:01 AM

Hoy, no es un día cualquiera. Antier, se confirmó entre los vecinos y vecinas que hoy llegarían los CLAP, como efectivamente llegaron. La sonrisa, vuelve a la comunidad y hasta doña Josefina, con quien apenas hemos intercambiado palabras durante el mes, se ha tomado la cordialidad de bajar a tocarnos la puerta para saludarnos y pedirnos, le acompañemos hasta el Mercal, en busca de la bolsa o caja CLAP del mes. Mientras conversamos, al fondo se escucha un grito de alguien llamando a Coromoto, a quien espera para ir juntas a buscar su bolsa o caja CLAP. La comunidad, se ha vuelto todo un alboroto; donde antes había silencio, hoy la comunidad se reencuentra con lazos de solidaridad y amistad, que han sido posibles gracias a los CLAP. Gritos, van y vienen, de Teresita, doña Emilia y hasta María Corina, convocando a sus vecinos y vecinas para trasladarse juntos y juntas al Mercal en busca de su bolsa o caja CLAP, que llega como un milagro en los hogares donde la comida ya escasea, y las quincenas no dan la base para cubrir y llenar de nuevo. 6 millones de hogares, 30 millones de venezolanos y venezolanas, aproximadamente, son beneficiados por este maravilloso Programa Social, que hoy -el imperialismo de EEUU- lo ubica como una amenaza a su seguridad nacional, y, ha anunciado sanciones contras las navieras y empresas que se atrevan a negociar alimentos con Venezuela para los CLAP. No le basta, al imperialismo de los EEUU, que sus agentes infiltren la organización de los CLAP y promuevan la corrupción entre sus miembros, además de impulsar y promover el bachaqueo de sus productos alimenticios, mercantilizarlos; sino que los CLAP, los EEUU, lo convierten en un objetivo militar. Un objetivo de su guerra contra el pueblo venezolano, que debe ser destruido.

¿Por qué destruir los CLAP? Pues, este mecanismo de distribución de alimentos, pulveriza su plan de demolición del Estado-Nación, llamado República Bolivariana de Venezuela. Impide, que sobre la base de la hambruna de los venezolanos y venezolanas, éstos se rebelen contra su Gobierno –legítimamente- electo y presidido por el Hno. Nicolás Maduro, y se generen las condiciones para una guerra civil, entre venezolanos y venezolanas, que permita a las fuerzas imperialistas actuar militarmente y poner "orden", como lo hicieron en Libia, Irak o Afganistán, bajo la falsa premisa de "proteger" las refinerías de petróleo, y demás sitios de interés económico para los EEUU.

El costo de la bolsa o caja CLAP es gratuito, pues mediante el bono Hogares de la Patria, el Gobierno Bolivariano, subsidia su costo mensualmente. Los Comités Locales de Abastecimiento y Producción, CLAP, vino a ser la respuesta a un sistema de distribución que, por más de un siglo, monopolizó la burguesía comercial-importadora, y en base a ello, se permitió utilizar el abastecimientos de los alimentos como un arma de guerra para presionar al pueblo y torcerles su libertad de manifestar su apoyo a la Revolución Bolivariana. No pudiendo lograr su criminal objetivo, entonces, el control de la distribución de alimentos se pervierte en la especulación.

Los CLAP, juegan un rol fundamental para que la burguesía comercial-importadora, no haya logrado el cien por ciento de sus perversos objetivos criminales. Por lo demás, los CLAP han permitido reconstruir el tejido social que ha venido destruyendo el imperialismo a través de sus agentes de la derecha criminal, que operan en territorio nacional, mediante una guerra civil molecular continua y perversa. "Un testigo ocular relata lo que vio en Mogadiscio. El informante estuvo presente cuando una banda armada destruyó un hospital. No se trataba de una acción militar. Aquellos hombres no estaban amenazados por nadie; en toda la ciudad no se podía oír ni un solo disparo. El hospital ya estaba gravemente dañado y sólo contaba con los elementos más imprescindibles. Los vándalos procedieron con rabiosa meticulosidad. Rajaron los colchones, arrojaron al suelo las botellas de suero y los medicamentos; luego, aquellos energúmenos armados y con uniformes de campaña dedicaron su atención al escaso instrumental. Sólo se mostraron satisfechos después de haber inutilizado el único aparato de rayos X, el esterilizador y el aparato de oxígeno. Cada uno de aquellos zombies sabía que no podía vislumbrarse el fin de los combates; cada uno sabía que al día siguiente su propia vida podía depender de la presencia de un médico que lo cosiera. Por lo visto, estaban guiados por la idea de aniquilar hasta la más mínima esperanza de supervivencia…" (Ensayos sobre las discordias, Hans Magnus Enzensberger, Anagrama, Colección Argumentos). Una guerra civil molecular, que ha centrado sus ataques sobre todo aquello que compone el tejido social de las comunidades: el transporte público, los servicios públicos, luz, agua, gas, telecomunicaciones, servicios todos que son atacados brutalmente desde dentro y fuera, para propiciar un estado de desesperanza general, y entonces: "A la población amenazada no le queda entonces sino elegir entre dos estrategias: la huida o la autoprotección" (Ensayos sobre las discordias, Hans Magnus Enzensberger, Anagrama, Colección Argumentos). Unos optan por huir al exterior, atendiendo el llamado de sus verdugos, que les presentan los países en que son gobiernos como el propio "paraíso", el país de las maravillas, que una vez descubierto por quienes huyen, se devuelven aterrorizados por sus vivencias en esos "paraísos" neoliberales, en donde la esclavitud es la ley.

La inacción del Estado Social de Derecho y de Justicia, colabora con los terroristas, que utilizan la guerra civil molecular para destruir al propio Estado y se convierte en un aliado antinatural, que conspira contra el propio pueblo, al hacer del caos y el desorden reinante, factores que neutralizan el monopolio de la fuerza que la Constitución Bolivariana hace reposar en el Estado, como representación de la colectividad nacional. La impunidad, se constituye en la causa principal de destrucción del tejido social, propiciando la desconfianza de las comunidades hacia el Estado y sus capacidades de poder solucionar los problemas; graves problemas, creados por los señores de la guerra molecular, generalizando un sentimiento colectivo del "sálvese quien pueda" o de "no hay gobierno". Y, si aquel puede quebrantar la justicia y hacer lo que le venga en gana, entonces, se impone el "porqué yo no lo puedo hacer también". Creándose, un estado de anarquía general del cual, todos y todas, intentan escapar y en el cual: "Sólo los bárbaros pueden defenderse", como dijera Nietzsche.

"Las Comunas es el camino hacia el socialismo. Dado que el Socialismo es devolver al hombre y a la sociedad su condición social. Es hacer del hombre un verdadero ser social y por tanto, hacer de sus organizaciones, organizaciones sociales…", señalaba el Comandante-Presidente Hugo Chávez en el Aló Presidente Teórico Nº 1, y es, en las Comunas, donde se concretan los CLAP. Las inclementes y brutales guerras de diversos tipos, que ha aplicado el imperialismo de los EEUU contra la nación Bolivariana, se ha concentrado con inusitada fuerza y poder destructivo en el tejido social de la familia venezolana, en sus comunidades. Proceso destructivo, que se ha visto reflejado en el aislamiento de individuos de la sociedad, en la pérdida de valores como la confianza en sí mismos y la solidaridad. Siendo expresión de ese proceso destructivo, el irrespeto a las leyes de la República y su incumplimiento a las normas de convivencia, y la supremacía de la norma del "cuánto hay pa´ eso", como expresión de la corrupción colectiva de la ciudadanía. Al no ver castigo, y anularse la justicia, el Estado pierde su capacidad disuasiva y se convierte en promotor de los crímenes y delitos que minorías privilegiadas, por su condición económica, cometen contra la colectividad, poniendo en riesgo la gobernabilidad de la sociedad en su conjunto. Por eso, cuando hablamos de los CLAP, necesariamente, tenemos que referirnos al tejido social en términos del PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo): "La sociedad existe como tejido social de sus ciudadanos y ciudadanas; a mayor tejido social, más sociedad". Recuperar el tejido social, es recuperar la convivencia en comunidad para desarrollar valores que promuevan el sentido de lo humano, de lo social, imposibilitándoles al imperialismo y sus agentes, desde los medios de comunicación, implantar en nuestras mentes la sensación de desesperanza, la imposibilidad de amar y compartir con el prójimo, estrechando lazos de amistad y cooperación, anular la camaradería característica del venezolano y venezolana, recuperando el anhelo de convivir en armonía y en estricto orden, con las leyes de la República. Los CLAP, nos permiten recuperar esa armonía, destruida por la acción planificada del imperialismo y sus agentes en territorio nacional, bajo la agenda del caos constructivo.

El amor por el prójimo y vivir en comunidad, en tanto es la manifestación humana por excelencia en la construcción de entramados resistentes para la vivencia de la comunidad, y en un mundo con posibilidades para todos y todas, respetando las diferencias, es quizás, el mayor valor que transmiten los CLAP en las comunidades a las que llega, y eso es percibido por el imperialismo, como un peligro a la seguridad nacional de los EEUU. Los CLAP, representan la vida de nuestro pueblo; su alimentación, que repercute en mejor salud, en energía para resistir los ataques imperialistas de la Administración Trump y su agente Guaidó en Venezuela. A esta hora, después de comprar la bolsa o caja CLAP, los olores de las cocinas se filtran entre las paredes del edificio, como síntoma que el pueblo venezolano se presta a poner sus pies bajo la mesa y compartir su cena en familia. Todo, gracias al Gobierno Bolivariano y a su Presidente Constitucional, Nicolás Maduro Moros. Bienvenida sea, que esta experiencia pueda repetirse, no una vez cada mes, sino por lo mínimo dos veces al mes, como lo ha exigido –reiteradamente- el Hno. Presidente de la República…

Caracas, 11-06-19

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